POR KIMBERLY LOPEZ
Klopez@lahora.com.gt

Al borde de la región suroriental de Guatemala viven 57 familias. Una comunidad de hombres dedicados al trabajo de campo, mujeres entregadas al cuidado de sus hijos, árboles cargados de jocotes y caminos de tierra. Así es la aldea El Naranjo, ubicada en Comapa, municipio de Jutiapa. Un pedazo de tierra que forma parte del denominado Corredor Seco y donde la vida transcurre alejada de servicios básicos como el agua, las carreteras asfaltadas y los centros de salud.

Un picop cargado de personas y compras de mercado lleva media hora bajando y subiendo cuestas por caminos de terracería desde Comapa hacia la aldea El Naranjo. El trayecto toma 45 minutos en carro.

El camino es irregular, de vez en cuando se presenta un segmento de asfalto, luego varios metros de terracería. Parece un proyecto inconcluso de carretera.

Según el portal de Guatecompras, la última vez que se pensó en una obra para mejorar las condiciones de ese camino fue en junio de 2012, con el proyecto de “Mejoramiento de camino rural de la aldea Estanzuela hacia el Naranjo y Naranjito, Comapa”, que tuvo un costo de Q802 mil 800 quetzales.

“Aquí la vida es dura, tal vez más para el hombre que para la mujer”, dice doña Ovidia López mientras despide a uno de sus hijos, que como todos los días y como el resto de hombres se levanta, cuando el sol aún no ha salido, en dirección a alguna finca o terreno a cortar fruta o verdura de la temporada.

Ella, al igual que sus 9 hijos y 20 nietos forman parte de esa comunidad.

LOS AFORTUNADOS EN MEDIO DE LOS DESVENTURADOS

Los habitantes de El Naranjo se dicen “con suerte” debido a que en su territorio se encuentra un nacimiento de agua que sirve como fuente de ese servicio para esa y otras cuatro aldeas. Las mujeres que viven, por ejemplo, en San Ramón, caminan al menos 45 minutos para llegar al lugar a surtirse de agua.

Ovidia, en cambio, camina alrededor de diez minutos al menos una vez al día hasta el río para llenar un par de tinajas. Los niños a cierta edad ya pueden ayudar con ese tipo de trabajos, dice.

El agua que recoge del río sirve para cocinar, beber y limpiar la casa. Para bañarse y lavar ropa lo más práctico es llegar al río y ocupar el espacio que a cada familia tiene asignado para esas necesidades.

José Sánchez, también miembro de la comunidad, dice que “hacen el intento” de organizarse para limpiar periódicamente el lugar que los abastece de agua. De vez en cuando se reúnen en el nacimiento para recoger basuras que hayan podido acumularse ahí y cerca del río. “Es la única fuente de agua, tenemos que cuidarla”, explica.

AQUÍ NO TENEMOS MEDICINAS

Desde la mañana, cuando Ovidia se levantó a preparar algo de café para tomar antes del desayuno, estuvo tosiendo. Al parecer, es una molestia en el pecho que no la dejó dormir bien.

Cuestionada sobre si ha pensado en ir a un Centro de Salud, ella se ríe a modo de negación y cuenta sus motivos.

“Los del Centro de Salud nos dijeron de una vez: aquí no tenemos medicinas. Entonces, ir hasta Comapa es solo para que le digan a uno que tal vez tiene tal enfermedad, pero sobre cómo curarlas no dicen nada”, explica.

Dentro de la aldea, o en alguna de las que se encuentra cerca, no hay lugares de atención a los problemas de salud. La única opción es esperar el viaje del picop que “sube” cada hora a Comapa. Un esfuerzo que no vale la pena, según ella.

SERVICIOS SANITARIOS

Algunas familias, pocas y en este contexto privilegiadas, cuentan con letrina a un costado de su vivienda. Otras, en cambio, recurren a métodos menos higiénicos.

Cuando un visitante pregunta a Ovidia si puede usar su baño, ella se ríe y responde, apenada, que no tiene. “Podemos preguntarle al vecino, él sí tiene baño”, sugiere.

Guatemala es uno de los Estados, junto con el resto de miembros de las Naciones Unidas, que se ha comprometido a lograr la cobertura sanitaria universal a más tardar en 2030, en el marco de la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En el país, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014, solo 42.9 por ciento de los hogares tienen inodoros conectados a una red de drenaje, mientras que el 36.7 por ciento tiene una letrina o pozo ciego; el 7.8 por ciento, un inodoro conectado a una poza séptica; el 7.6 por ciento, un excusado lavable, y el 5 por ciento no tiene ningún tipo de servicio sanitario.

Solo el servicio de luz es un logro reciente de la comunidad. Sin embargo, fue apenas en 2014 que lograron la instalación del sistema eléctrico.

EL HAMBRE DE TODOS LOS AÑOS

Ocho departamentos y 46 municipios, que albergan al 8.7 por ciento de la población de Guatemala, según proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE), conforman el área del Corredor Seco, y cada año están a merced de las condiciones climáticas y el fenómeno El Niño.

Ovidia dice que, así como el año pasado, para 2017 aún no saben qué tipo de productos van a poder cosechar, porque una cosa es sembrar y otra es que aquello que se espera recoger “se logre”, según las condiciones climáticas.

Al Corredor Seco lo afectan los periodos de canícula, así como la irregularidad en las lluvias.

Que no llueva, que llueva poco, que llueva antes o después de lo esperado son problemas frecuentes para aquellos que se alimentan de sus cultivos o los comercian en El Naranjo, es decir, todas las familias.

“Una vez no tuvimos frijol, otro año no hubo maíz. Con el frijol fue difícil, imagínese, si es lo que más comemos aquí, aquí todo mundo come frijol y tortilla”, comenta mientras echa algunas tortillas sobre el comal. Ovidia aún no sabe si en los próximos meses la familia podrá cosechar su propio maíz.

Las 200 mil familias que podrían estar en vulnerabilidad este año, cuando llegue la estación seca, se dedican a la agricultura de subsistencia o infra subsistencia, es decir, que siembran para comer, y si sus siembras no producen, no comen.

Las opciones de desarrollo son escasas si se tiene en cuenta que la escuela más cercana queda a unos 30 minutos en carro, un lujo que la mayoría de familias no puede costear.

EL OLVIDO DEL ESTADO

Durante la tarde, un sábado, la comunidad recibe la visita de varios voluntarios que llegan acompañados de algunos donativos: frijol, maíz, maicillo. La solidaridad de particulares es un breve alivio para muchas familias en las comunidades que, como El Naranjo, han sido olvidadas por el Estado.

Desde la colina, sobre la que vive Ovidia, se alcanza a ver el Río La Paz, que desemboca en el Océano Pacifico y sirve de línea divisoria entre Guatemala y El Salvador. A ella ese paisaje le da la sensación de que están muy lejos del resto del país. “A veces nos sentimos olvidados”, comenta.

La amenaza de “El Niño”

La Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SESAN) estima que este año el invierno, que usualmente comienza entre la última semana de mayo y la primera de junio, podría volver a retrasarse.

En consecuencia, personas dedicadas al cultivo de alimentos, especialmente en el Corredor Seco, podrían ver afectadas sus cosechas por el clima. La institución asegura que ya están realizando una labor informativa entre los agricultores sobre esta posibilidad.

Mientras, la probabilidad de que el fenómeno El Niño se desarrolle entre agosto y octubre es del 70 por ciento, aunque los monitoreos para confirmarlo no se han concretado, según SESAN.

Por el momento no hay un cálculo oficial sobre la cantidad de familias que podrían resultar afectadas por la sequía, pero el Ministerio de Agricultura está preparando provisiones para atender a 200 mil familias, si fuese necesario.

El año pasado la sequía afectó a unas 300 mil familias, casi el doble de 2015, cuando se registraron 105 mil familias vulnerables.

En 2016 los periodos de ausencia de lluvias ampliaron la región afectada a tres departamentos: Quiché, la parte norte de Totonicapán y Huehuetenango.

La producción de maíz y frijol de los agricultores de subsistencia e infra subsistencia, es decir, personas que solo pueden sembrar para su consumo, han sido afectadas durante los últimos cinco años por un déficit de lluvias, asociado con la prolongación de canículas e irregularidades en la distribución espacial y temporal de la precipitación.

Corredor Seco

8
Departamentos lo conforman

8.7%
De la población vive en ellos

200 mil
Familias, al menos, son vulnerables ante la sequía

“Los del Centro de Salud nos dijeron de una vez: aquí no tenemos medicinas. Entonces, ir hasta Comapa es solo para que le digan a uno que tal vez tiene tal enfermedad, pero sobre cómo curarlas no dicen nada” -Ovidia, habitante de la aldea El Naranjo.

“Una vez no tuvimos frijol, otro año no hubo maíz. Con el frijol fue difícil, imagínese, si es lo que más comemos aquí, aquí todo mundo come frijol y tortilla” -Ovidia, habitante de la aldea El Naranjo.

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