Por Grecia Ortíz
gortiz@lahora.com.gt

Mario Upum es rescatista desde hace unos 14 años. Ahora también es integrante de las relaciones públicas de los Bomberos Municipales Departamentales y es originario de Quiché, aunque la mayor parte de su vida ha radicado en Tecpán, Chimaltenango. En una entrevista para “La Hora” Departamental explicó los diferentes retos a los que se enfrentan en el día a día en donde anteponen los intereses de la población antes que los propios.

¿Qué lo motivó para ser socorrista?

Desde pequeño me llamó la atención el querer ayudar a las personas y quise pertenecer a los bomberos cuando vi como entrenaban a unos aspirantes en Villa Hermosa, Petapa. Entonces, desde ahí me nació o me dio más ánimo para meterme a ser bombero verdad, es algo que había deseado y gracias a Dios pude lograr.

¿Qué opinión tuvo su familia, en cuanto a su decisión?

Gracias a Dios mi familia me apoyó, aunque casi no me mantengo con ellos por el tipo de trabajo. Aunque esté de descanso lo llaman a uno porque hay una emergencia, entonces con el afán de ayudar uno no lo piensa dos veces. Sí se deja por mucho tiempo a la familia, más cuando son desastres grandes y se tiene que pasar varios días trabajando. En muchos casos eso sucede con los bomberos que son permanentes.

Habemos muchos que no pasamos cumpleaños ni con los hijos, uno se ausenta en el caso de festividades, como Navidad, no hay un día que no se deje de trabajar, hay un horario de entrada pero no de salida.

En mi caso ha habido varias Navidades en que no estoy en la casa, y eso lo siente la familia al final, porque más de alguno siempre falta.

Si pudiera resumir un día en la vida de un socorrista ¿Cómo podría hacerlo?

Hay que realizar un trabajo puntual de revisar el equipo de unidades, motobombas, botiquín de todo el equipo de bomberos, es de lo que se va a usar.

¿Siente temor de la labor que realiza?

El temor más grande tal vez en lo personal es dejar a mi hijo solo prácticamente. El que yo no esté, eso es lo que me da más miedo, él todavía está pequeño. Me ha costado bastante, he pensado muchas veces qué pasaría si me llega a suceder algo, pero le tengo cariño a lo que hago, yo espero que nunca me llegue a pasar eso.

¿Qué sensación siente al utilizar la vestimenta de bombero?

Con el transcurso del tiempo uno va madurando, alcanzando muchas cosas y pues en mi caso no me siento como superhéroe. Yo siempre tengo los pies sobre la tierra y digo que soy un hombre. Yo siento la responsabilidad de usar el uniforme no solo es de lucirlo, sino también es una importancia porque se tiene en las manos una vida y es una responsabilidad muy grande.

¿A qué obstáculos se ha enfrentado?

Siempre hay obstáculos, hay personas que a veces no quieren que uno se supere y eso me ha pasado, pero gracias a Dios estoy donde él quiere que esté, gracias a él he logrado sobrellevar esas pruebas para crecer en lo laboral y lo personal.

¿Ha encontrado satisfacción en lo que realiza?

Sí, se siente satisfacción en ayudar a las personas. En mi caso sí siento bastante satisfacción en ayudar a alguien, no importa qué tipo de emergencia sea.
Me siento bien cuando lo hago, incluso, cuando estoy de descanso necesito por lo menos estar aquí en la Estación para ver en qué puedo ayudar. Se acostumbra uno.

¿Qué diferencia hay entre ser bombero en la ciudad y los departamentos?

Para las personas que trabajan en los departamentos creo que cuesta más porque hay comunidades que quedan a dos o tres horas de camino de donde está la estación hacia la comunidad, y de la comunidad se aumenta el tiempo para llegar a un centro asistencial. Eso dificulta la labor. A veces se hacen varias horas de camino para poder llegar hasta un hospital.

A veces también influye la ayuda de las municipalidades porque hay estaciones que tienen bomberos, pero no reciben ninguna ayuda de la comuna y tienen que salir a “botear”, como nosotros le decimos, que es a recaudar fondos para poder subsistir y de esa manera ayudar a las personas.

Con eso que recaudan se compra gasolina, llantas de vehículos, aceite, se paga luz y teléfono. Aquí se tiene a la mano todo, no es tanta la dificultad en los traslados que se hacen a diferencia de los departamentos.

¿Cuál ha sido la experiencia que lo ha impactado como socorrista hasta ahora?

Bueno, hay varias, pero una en especial que recuerdo es de un accidente de tránsito y fue cuando trabajé por mucho tiempo en la estación de Tecpán, eso fue para estas fechas y nos avisaron de un accidente y la Policía nos llevó a una menor de cinco años herida, nosotros la atendimos, pero murió en el catre en donde yo dormía. Fue una experiencia fuerte por la época porque faltaba un día para que se celebrara Navidad.

Otra experiencia fue trabajar en las tormentas Stan y Agatha. La más fuerte fue el Cambray y en Santa Isabel Villa Nueva, que es lo que se ha vivido en la capital.

¿Qué hacen los socorristas durante las fiestas de fin de año?

Aquí revisamos nuestro equipo, todas las unidades para que todo esté en su lugar, para que si se llega a necesitar el equipo esté en las manos. En el caso de aquí nos mantenemos monitoreando a nivel nacional.

Antes de la medianoche llamamos a nuestros familiares, mamás, hermanos, hijos para que ya a medianoche nos enfoquemos en lo que pase en adelante.

¿Qué actividades realizan para compartir entre compañeros?

Si hacemos algo calculamos que ya no vaya a pasar nada y acostumbramos aquí a lo normal, a los tamales, ponche para compartir un poco, hablamos y agradecemos a Dios, hay una oración ante todo.

Si pasa algo, dejamos todo y salimos a la emergencia. Si Dios quiere, pues seguimos comiendo, sino vemos lo que tenemos que hacer. Por el tipo de trabajo a veces uno no desayuna o no almuerza, a veces uno no sabe a qué va y menos a qué hora regresa, así es el trabajo de los bomberos.

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