POR DOUGLAS GÁMEZ
dgamez@lahora.com.gt

Mientras millones de niños y niñas ven su futuro truncado por la desnutrición crónica, el Gobierno insiste en abordar la problemática con los mismos programas que el Partido Patriota (PP), a pesar de que durante esa administración no se logró la meta de una reducción del 10 por ciento.

También como el PP, Jimmy Morales prometió bajar los niveles de desnutrición crónica en 10 puntos porcentuales, pero su meta podría verse afectada por la reducción del presupuesto para las carteras de Agricultura y Desarrollo Social, que según el Gobierno impediría la atención de más de la mitad de los 213 mil niños menores de dos años con desnutrición crónica.

German González, titular de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesan), hace un recorrido por el fallido Pacto Hambre Cero del PP y la nueva estrategia gubernamental que consideran una versión mejorada del plan anterior.

La Hora: ¿Qué significa para el desarrollo del país mantener niveles de desnutrición tan elevados?

German González: Vamos a tener niños que asisten a la escuela y que repiten los grados. Si bien nos va, se quedarán en la escuela, otros van abandonarla, no se van a sentir a gusto porque no tienen las condiciones necesarias para permanecer. La desnutrición crónica se mide a través de la talla y peso.

Una talla adecuada para una niña en la primaria es de 122 centímetros y el promedio es de 113, pero eso solo es la punta, todo lo que conlleva el no crecer de manera adecuada implica que sus neuronas no fueron bien desarrolladas, no es algo medible a corto plazo, no completan su ciclo primario y al no tener una escolaridad mínima no tendrán oportunidades de trabajo bien remunerados, son mano de obra no calificada con un salario bajo dentro del sistema productivo, tendrán un ingreso menor y no podrán tener una mejor calidad de vida y desarrollo, perpetuándose el ciclo vicioso de la desnutrición, se repite y se hereda la desnutrición crónica de familia en familia, eso ha pasado en los últimos 50 años en Guatemala.

L: H. En los últimos cuatro años, durante el Gobierno del Partido Patriota, ¿se logró algún avance significativo en cuanto a la reducción de la desnutrición crónica y aguda en Guatemala?

G. G. La política de seguridad alimentaria y nutricional que ha estado ejecutándose durante los últimos 11 años ha dado frutos importantes para el país. En el tema de desnutrición crónica tenemos una evaluación en la que medimos a través del censo en la talla de escolares, la del 2008 reflejaba un porcentaje de desnutrición crónica de 45.6 por ciento en niños escolares. Esa misma medición y con el mismo método, realizada en las escuelas públicas en 2015, nos reflejaba una cantidad de 37.6 por ciento.

Eso es ocho puntos porcentuales menos de desnutrición crónica en ese grupo, eso no refleja un avance importante, no es lo que pretendemos para el país, no se debería tener ese problema.

L: H. ¿No hay una medición exacta de los últimos cuatro años?

G: G: La reducción del 8 por ciento correspondería a los últimos ocho años (en niños escolares). La desnutrición crónica se tiene que ir midiendo de manera paulatina porque no se ven resultados de las políticas públicas a corto plazo.

La política pública ha contribuido a la reducción de la desnutrición crónica, no a los niveles que quisiéramos, pero son problemas que requieren una alta concentración de varios sectores del país, no solo del Gobierno, también del privado, sociedad civil y cooperación internacional. Tenemos que trabajar juntos para cambiar prácticas y actitudes de cómo nos alimentamos y nutrimos en el país.

L. H. ¿Cómo se obtienen los datos sobre desnutrición si ni siquiera tenemos un censo poblacional actualizado? ¿Son certeros?

G: G. La falta del censo tiene una repercusión, los sistemas de información en el sector estatal necesitan ser fortalecidos con el censo de población, por lo menos cada diez años, eso nos daría la pauta para tener una muestra adecuada para obtener mejores mediciones.

En Guatemala tenemos casi 15 años de no contar con un censo de población y eso ha influido en que los sistemas de información tampoco tengan la mayor cantidad de datos posibles.

Pero las alertas de desnutrición en el país son de carácter obligatorio a través de un sistema de enfermedades de notificación, el Ministerio de Salud tiene que informar de todos los casos detectados semanalmente para tomar decisiones a nivel de distrito, área y por las altas autoridades de salud y entidades conexas al tema. La Sesan recibe un informe semanal, algo que no sucedía antes.

L. H. ¿Pero aunque se tengan los reportes sin el censo es difícil dar una verdadera medición?

G. G. En estos momentos lo que tenemos es la última Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil, la cual nos dice que tenemos 46.5 por ciento de desnutrición crónica infantil en menores de cinco años. Pero tenemos 0.7 de desnutrición aguda, la prioridad de la atención del problema no debe ser la desnutrición aguda, aunque podría provocar muertes, la desnutrición crónica condena a los guatemaltecos a vivir en el subdesarrollo.

Los niños menores de cinco años con desnutrición crónica en el país son sobrevivientes de una falta de alimentos, atención médica y prevención, están condenados al subdesarrollo, seguramente no van asistir a la escuela y tendrán un ingreso menor en comparación a un niño que si tuvo una alimentación y nutrición adecuada.

Los protocolos para atender la desnutrición aguda han dado resultados y tenemos que ser igual de incisivos con la desnutrición crónica para su prevención.

L. H. ¿Por qué los resultados no fueron los proyectados, o por lo menos mejores?

G. G. El problema es que son muchas causas y a la vez muchas soluciones, eso requiere que exista una alta coordinación entre todos los sectores de la sociedad. La coordinación intersectorial e interinstitucional tiene que ser lo más efectiva posible. En ocasiones, claro, hay un deterioro de algunos de los sistemas públicos.

Estamos muy preocupados por el sistema de Salud Pública, el primer nivel de atención está prácticamente funcionando para atender nada más al 20 por ciento de la población de Guatemala. Ese sistema público necesita inversiones fuertes para tener presencia y prevenir las enfermedades prevalentes de la infancia, como la diarrea, enfermedades respiratorias agudas o garantizar la vacunación de los niños, lo contrario conlleva consecuencias fatales para la desnutrición crónica de los niños. Si esos niños no están atendidos de manera preventiva de seguro vamos a tener desnutrición crónica en sus poblaciones y la reducción no va ser tan alta como la que quisiéramos.

L. H. ¿Cuál es la estrategia del Gobierno actual? ¿Se diferencia en algo de la del Gobierno anterior?

G. G. Vamos a concentrarnos en cuatro acciones, invertir en el nivel primario de salud, para vacunación, haremos mediciones de peso y talla de niños todos los meses, entrega de micronutrientes para niños y mujeres en edad fértil, acompañado de educación nutricional y promoveremos que las municipalidades inviertan en agua y saneamiento.

Si no hay agua, aunque mejore la atención primaria, seguirán enfermándose y probablemente vivirán con enfermedades prevalentes todas las semanas. Además, tener disponibilidad de alimentos y promover la generación de ingresos para las familias.

Nuestra estrategia es concentrarnos en esos programas, todos los niños menores de dos años deben tener estás intervenciones, si no tienen ese apoyo, seguramente vamos a tener hogares que reportarán casos de desnutrición crónica.

L. H. ¿Pero en qué se diferencia a la anterior?

G. G. Esa es una de las grandes diferencias con la estrategia del Gobierno pasado, la cifra de acciones, porque se dedicó a tener muchas intervenciones, 136, las cuales fueron dispersas. Eso nos dejó con una utilización desordenada de recursos en toda la institucionalidad pública.

Lo que el Gobierno del presidente Jimmy Morales propone es dedicarnos a los programas que más impacto dan y concentrarnos en la población donde más desnutrición crónica se concentra para incidir y reducir en grandes proporciones la cifra de casos y eso influirá en el promedio nacional.

L. H. ¿Cuántos programas fueron los que se redujeron?

G. G. El Gobierno anterior tuvo 11 programas y este solamente cuatro: Atención primaria en salud, fortalecida para la prevención; educación para el cambio de comportamiento de las madres y a las familias; agua y saneamiento; disponibilidad de comida y economía familiar. (Programas también contemplados en el Pacto Hambre Cero).

L. H. ¿De qué forma se están atacando las causas estructurales de la desnutrición? La pobreza, la exclusión…

G. G. Creo que las causas estructurales es esa atención primaria en salud y la aplicaremos en los cuatro departamentos, donde vamos a intensificar las acciones contra la desnutrición en 2017 (Quiché, Chiquimula, Alta y Baja Verapaz). Son 803 puestos de salud los que debería existir, en la actualidad únicamente contamos con 288. Eso significa un retraso de 600 centros de salud para atender a la población de manera preventiva.

La otra causa estructural es el agua y saneamiento, en esos departamentos el agua potable no llega más allá del 40 por ciento de los hogares, menos del 25 por ciento de ellos tienen servicios de saneamiento básicos, hay que invertirle a ese tema desde las municipalidades.

La educación alimentaria y nutricional es inexistente, no hay programas de cambio de comportamiento a nivel poblacional que afecten a las comunidades, familias y personas que permitan tomar las mejores decisiones para alimentar y nutrir o cuidar la salud de los menores de cinco años.

L. H. ¿Se puede enfrentar la desnutrición si no se atacan estas causas?

G. G. No, tenemos una evaluación de impacto de lo que sucedió en el programa anterior y lo que nos indica es que, si no implementamos estos cuatro en cada hogar donde haya un niño menor de dos años, seguramente no vamos a tener impacto en la reducción de la desnutrición crónica.

L. H. ¿Lograrán en  tres años reducir en 10% la desnutrición crónica infantil, tal como lo prometió el presidente Jimmy Morales?

G. G. Creemos que sí, si se implementan las acciones y tenemos el presupuesto, con aliados adecuados dentro del Congreso y sociedad civil, si todos colaboramos es una meta alcanzable.

L. H. ¿Ya han enfrentado obstáculos?

G. G. Sí, el proyecto de presupuesto que se envió al Congreso fue elaborado con esta visión, pero lamentablemente no se comprendieron bien las prioridades que no solo el Gobierno tenía, sino que eran parte del presupuesto ciudadano. Las reducciones presupuestarias para el Ministerio de Agricultura y el Ministerio de Desarrollo Social, inclusive la Sesan, le bajaron un poco más del 25 por ciento. No son una buena señal de inversión social al país, tenemos que comprender la correlación de la problemática, no es solo labor del Ejecutivo, también el Legislativo tiene que leer que el país necesita un desarrollo social y la inversión pública es un paso para ello.

L. H. ¿Cómo afectará la reducción en la meta que se plantean?

G. G. Podría afectar la meta, ministerios importantes como en el de Agricultura que tiene que generar la disponibilidad alimentaria en los hogares. Tenemos contabilizados con nombre, apellido y Código Único de Identificación 213 mil niños, en los cuales las intervenciones tienen que ser intensas en los cuatro departamentos.

Con este recorte se puede disminuir de 213 mil a menos de la cuarta parte de esos niños, se está dejando sin disponibilidad de alimentos a esos infantes y 175 mil hogares no podrán recibir asistencia técnica del MAGA, solo para poner un ejemplo.

L. H. ¿Cómo ha incidido la corrupción en las diferentes estrategias y acciones para reducir la desnutrición?

G. G. Ha minado el desarrollo del país, el instrumento de distribución de las políticas para el desarrollo son los presupuestos de ingresos y egresos, cada funcionario debe tomar esa herramienta para regresar los impuestos que pagan los guatemaltecos hacia el desarrollo del país.

El mal uso de los recursos disminuye la atención, con cada quetzal mal utilizado disminuye la asistencia a un hogar que necesita desarrollarse y lo que ha pasado en cada caso en el que se utilizó mal los recursos del Estado, eso influyó negativamente en el desarrollo del país.

Por eso no tenemos la velocidad necesaria para reducir la desnutrición crónica, la pobreza, construir más y mejores carreteras o puestos de salud. Cada quetzal mal utilizado se le quitó a alguna actividad que se debió desarrollar, eso sucede desde hace 40 años.

L. H. ¿Cómo resguardarán las acciones que contemple la estrategia para evitar la corrupción en los programas o su politización?

G. G. La transparencia se garantizará con el registro único de beneficiarios, tenemos el nombre, apellido y CUI de cada niño que necesita nuestra atención, eso será visible en el Ministerio de Desarrollo Social y cada mes habrá un reporte obligatorio de lo que hemos hecho por cada uno de esos niños.

La sociedad y los medios de comunicación nos van apoyar para tener una medición de que los hogares que reciben las intervenciones están en esos registros, aquí no se trata de llevar los programas a un municipio sí y a otro no, vamos a intensificar las cosas en los cuatro departamentos y ser lo más transparente posible.

Con la Comisión de Seguridad Alimentaria del Congreso acordamos hacer visitas a los lugares para monitorear, apoyar en problemas y limitaciones. Invitamos además a los medios de comunicación y sociedad civil a vigilar a cada uno de los ministerios que deben destinar fondos a la estrategia, es un mandato que el presidente nos ha dado.

“La política pública ha podido contribuir a la reducción de la desnutrición crónica, pero no a los niveles que quisiéramos”.

“Los niños menores de cinco años con desnutrición crónica en el país son sobrevivientes de una falta de alimentos, atención médica y prevención, están condenados al subdesarrollo, seguramente no van asistir a la escuela”.

“Si esos niños no están atendidos de manera preventiva de seguro vamos a tener desnutrición crónica en sus poblaciones y la reducción que se logre no va ser tan alta como la que quisiéramos”

“No podrán tener una mejor calidad de vida y desarrollo, perpetuándose el ciclo vicioso de la desnutrición, se repite y se hereda la desnutrición crónica de familia en familia, eso ha pasado en los últimos 50 años en Guatemala”.


German González

Asume la Secretaria de Seguridad Alimentaria y Nutricional en septiembre de 2014, en sustitución de Luis Enrique Monterroso, se mantiene en el cargo durante el último año de Otto Pérez Molina, la presidencia interina de Alejandro Maldonado y es confirmado en el cargo por Jimmy Morales el 14 de enero.

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