POR MARIELA CASTAÑÓN
mcastanon@lahora.com.gt

En Guatemala no existen estadísticas de la cantidad de mujeres viudas, sin embargo, es una realidad que aqueja a miles de madres, que deben asumir un doble rol y crear sus propias condiciones para procurar una vida digna para ellas y sus hijos. Mañana, 23 de junio, se conmemorará el Día Internacional de las Viudas, decretado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) con el fin de exhortar a los Estados a prestar especial atención a este sector de la población.

Manuela y Estela son dos mujeres viudas que no se conocen, pero que comparten pensamientos y experiencias en común. La primera es viuda de un piloto del transporte público, y la segunda de un inspector de la Policía Nacional Civil (PNC).

Ambas se caracterizan por el profundo amor a sus hijas e hijos, así como por la valentía para enfrentar los desafíos de su realidad.

“EL AMOR POR ELLOS ME LLEVÓ A EMIGRAR”

Manuela López enviudó el 17 de noviembre de 2006, cuando su esposo, Manuel Arana, fue asesinado en un bus de transportes Sarita.

López se quedó a cargo de sus cinco hijos e hijas, cuyas edades oscilaban entre los 5 y 15 años. Su vida fue “difícil”, porque carecía de condiciones para enfrentar esta situación.

De acuerdo con la entrevistada, antes de que su cónyuge muriera, vendía ropa y otros productos desde su casa, pero cuando él falleció tuvo que salir a trabajar a una fábrica para cubrir las necesidades del hogar. Ella únicamente cursó sexto primaria.

“Me iba desde la mañana y regresaba hasta la una de la mañana, porque estuve en una maquila y trabajaba horas extras, aun así no me alcanzaba el dinero. Antes de que mi esposo muriera vendía pantalones y golosinas en mi casa, no salía a trabajar”, explica López.

La viuda dice que con las horas extras lograba obtener un salario de Q1 mil 700 quincenales, sin embargo, era insuficiente cubrir los gastos de sus cinco niños. Esa fue la razón por la que decidió emigrar a Estados Unidos en el año 2008 y después en 2013.

Según Manuela, la travesía para llegar a Norteamérica fue difícil, no solo por el hecho de ser mujer y estar expuesta a las violaciones sexuales por parte de delincuentes, sino por la falta de alimentos y otros riesgos.

“Iba a ser violada en un lugar que se llama Tenosique, ahí por Tabasco. Cuando esperábamos que pasara el tren, dos mexicanos y un salvadoreño se me pegaron y me querían llevar. Me halaron del pelo y todos los compañeros me agarraron y se pusieron en medio, yo era la única mujer. El grupo era grande y no lo permitieron. Después estuvimos como quince días viajando en tren, nos bajábamos y nos subíamos. Pude ver como un jovencito se cayó del tren. Las ruedas le pasaron encima cuando se quería subir. Gritaba mucho”, explica.

Según López, en ninguna de las dos ocasiones logró llegar a Estados Unidos, porque fue detenida por Migración y deportada.

“En 2008 me detuvieron cuando íbamos caminando en el dichoso levantón, nos persiguió Migración. Todos se esparcieron y yo me quedé solita. Estuve encerrada tres meses en un centro de detención que era muy frío. Además, se sufre porque la comida no es como la de aquí. Cuando usted va a la Corte tiene que ir con el pelo suelto, encadenada de los pies y las manos, y tiene que portarse lo más humilde para que la jueza vea su comportamiento. Me castigaron tres meses porque mi delito fue entrar ilegal a ese país”, lamenta.

La viuda describió los lugares donde estuvo detenida y las condiciones en las que se encontraba.

“Era un lugar muy bajito y con poca luz, por eso todavía tengo claustrofobia. Los cuartos son muy fríos, dicen que son así para desinfectarlo a uno. Me alimentaba con comida chatarra, una hamburguesa con bastante grasa y fruta picada. Yo estuve en diferentes centros de detención, uno estaba en Laredo, en Texas, y el otro fue en Falfurrias, McAllen”, describe.

Las experiencias vividas llevaron a Manuela a desistir en su intento por llegar a Estados Unidos. Argumenta que el amor por sus hijos la obligó a tomar esas decisiones que, ahora cree, no fueron las mejores. Dice que aun con todo lo que padeció los familiares de su esposo le quemaron su ropa porque “abandonó a sus hijos” y querían quitarle su casa, pero no lo lograron.

“Yo siempre pensé en mis hijos. El amor por ellos me llevó a emigrar. Nos costó mucho salir adelante porque después de lo que me pasó, mis hijos perdieron años de estudio. Además, la familia de mi esposo quemó mi ropa y querían quitarme la casa. Hasta hace algunos meses logramos instalar la luz”, indica López.

Actualmente Manuela padece de neumonía. Fue operada el 25 de febrero pasado por una úlcera, pues los alimentos que ingería en los centros de detención contenían yodo. Además, hace 22 días sufrió parálisis facial.

A pesar de las enfermedades que la aquejan, la mujer argumenta que quiere seguir trabajando porque aún tiene dos niños menores de edad. Ella dice estar dispuesta a lavar y planchar donde cualquier persona lo requiera. Lo único que desea es trabajar.

“MI GRAN MOTOR SON MIS TRES HIJOS”

Estela tiene tres niños que tienen entre 4 y 12 años. El 8 de julio del año pasado perdió a su esposo, el inspector del Comando Antisecuestros de la PNC, Heber Castro, quien falleció en el rescate de una mujer y una niña en la Democracia, Huehuetenango.

De acuerdo con la viuda de Castro, desde que su cónyuge murió, la situación cambió en su hogar, no solo por la pérdida física que representó su muerte, sino porque ella debe ejercer un doble rol: de madre y padre.

“Es una situación bien difícil en todos los aspectos, ya no está la persona que nos protegía. El nene de 9 años estaba muy apegado a él, todavía llora mucho y lo recuerda siempre. Mi esposo era muy especial, nos hace mucha falta”, explica la entrevistada.

La afectada dice que mientras se realizaban los procedimientos administrativos para obtener una parte de los beneficios económicos a los que tiene derecho como esposa del inspector Castro, tuvo que vender algunos objetos de valor, aunque admite que también recibió apoyo económico de otras personas que no conoce.

“Yo no trabajaba. Me gradué de Perito Contador cuando ya estaba casada, pero me dediqué a cuidar a mis hijos. Cuando él murió tuve que vender algunas cosas y recibí el apoyo -económico- de uno o varios ángeles que me ayudaron por tres meses. A la fecha no sé quién o quiénes fueron los que me apoyaron, pero les estoy muy agradecida”, explica.

La entrevistada dice que extraña a su esposo, sin embargo, sabe que debe permanecer de pie para sacar adelante a sus hijos, por eso se está preparando para convertirse en cultora de belleza; esa capacitación le ha permitido empezar a ejercer en ese oficio.

“Una tía de mi esposo me está ayudando con un curso para ser cultora de belleza y poder tener una entrada de dinero. Ya aprendí a colocar uñas acrílicas y a sacarle provecho a eso. La necesidad es grande, mi niño de 12 años está en primero básico, hay que pagarle el colegio y la academia”, dice Estela.

Según la viuda, también han tenido que hacer algunos sacrificios como familia, por ejemplo, dejar de enviar a sus hijos a las clases de karate que tanto les gustaba.

“Estaban en un curso de karate pero ya no los mandé, porque mi nene entró a primero básico y había que ponerlo en un colegio para tratar de que tenga una educación mejor”, refiere.

La ausencia del inspector Castro, según la entrevistada, es difícil de sobrellevar, ya que él era una persona muy importante en su vida y en la de sus hijos.

“Nadie podrá llenar el vacío que dejó mi esposo. Me hace falta, era muy consentidor con mis hijos y muy cariñoso conmigo. Extraño sus llamadas, aunque estuviera muy ocupado con su trabajo, siempre me preguntaba por los nenes y estaba pendiente de nosotros. Siento que él era las columnas de mi casa y yo las paredes. A veces esas paredes se quieren caer porque no están esas columnas sujetándolas”, dice entre lágrimas.

La joven viuda reitera que sus hijos son su fortaleza. Le entusiasma escucharlos cuando dicen que quieren ser profesionales; por eso argumenta que hará lo posible para que alcancen sus metas.

“La fortaleza viene de Dios porque una sola no puede. Mi gran motor son mis tres hijos, ha habido días que no he tenido ni ganas de levantarme, pero por ellos estoy de pie. Yo les digo que su papi ya no está, pero yo estoy aquí para hacer todo lo necesario para que estén bien. El nene de 12 dice que quiere ser ingeniero en informática y el de 9 quiere ser abogado”, relata.

DÍA INTERNACIONAL DE LAS VIUDAS

El 21 de diciembre del año 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió aprobar la resolución 65/189 que dio vida al Día Internacional de las Viudas, que se conmemora cada 23 de junio.

La intención es exhortar a los Estados miembros del sistema de Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales y regionales a que, en el marco de sus mandatos respectivos, presten especial atención a la situación de las viudas y sus hijos, así como a crear conciencia sobre su situación.

De acuerdo con Ana Grace Cabrera, coordinadora del área de Mujeres, Paz y Seguridad y Acción Humanitaria de ONU Mujeres, en Guatemala no existen estadísticas de la cantidad de mujeres viudas del conflicto armado interno y de la violencia, en tanto, a nivel mundial se estima que hay 259 millones de viudas.

Cabrera explica que en el país están organizadas las viudas: del conflicto armado interno, de los pilotos de buses y de la PNC; todas ellas tienen cualidades comunes, detalla.

“Las viudas tienen en común la exclusión, la búsqueda incansable e invaluable de la justicia. Las viudas de las tres organizaciones buscan justicia, también la lucha por la sobrevivencia propia y particularmente de sus familias”, dice.

La representante de ONU Mujeres dice que han realizado diagnósticos y autodiagnósticos que les han permitido identificar que las viudas no tienen respuesta en su clamor por la justicia y por la seguridad social. En el caso de las esposas de los policías, tienen dificultades para obtener las pensiones posmortem que sus parejas han logrado con su trabajo.

La profesional indica que este sector de la población enfrenta estigmas, pobreza y problemas de salud derivado de atender un doble o triple rol, porque en algunos casos deben acoger a otros familiares.

“Ellas han acogido a los abuelos o los sobrinos, se ven solas frente a una familia numerosa, con problemas emocionales y de salud, derivado no solo de los años, también de la misma situación emocional en la que viven y del desgaste que les deja hacer los dos trabajos, productivo y reproductivo. También sus derechos les son minados por las herencias, por la falta de seguridad social, o porque no pueden rehacer sus vidas libres de violencia, les quieren quitar la herencia, las sacan de sus casas o la familia política les trata mal”, detalla Cabrera.

Según la profesional, en el mercado laboral las viudas encuentran dificultades para incorporarse, aunado a que son acosadas sexualmente.

“Algunas viudas nos decían que, cuando van a buscar trabajo no las contratan porque les dicen que no son bonitas o jóvenes, o porque no se pintan o no tienen ropa bonita. Otras veces cuando han tenido necesidad de buscar apoyos legales para el acceso a la justicia por sus esposos, les piden no solo el pago en dinero, sino también favores sexuales, que es trata y abuso”, dice.

LAS CONSECUENCIAS Y LAS POLÍTICAS

Hilda Morales, procuradora adjunta de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), lamenta que las consecuencias de la viudez sean la deserción escolar de los hijos, la trata de personas y la mendicidad.

“Algunas no tienen ninguna escolaridad y esto preocupa mucho porque la falta de quien ha proveído tradicionalmente el apoyo económico hace que las familias se vuelvan más pobres, que los hijos de estas mujeres no puedan ir a la escuela, se incorporen al trabajo a corta edad y sean susceptibles a la trata de personas a través de la explotación laboral y la mendicidad”, dice Morales.

A criterio de la procuradora, el Estado, el sector empresarial y la sociedad en general deben unirse para crear mecanismos de prevención como pensiones, seguros o apoyos económicos.

Por otro lado, Cabrera explica que se ha discutido la importancia de que existan políticas públicas para atender a las mujeres viudas y sus hijos e hijas.

“Yo parto de los derechos y la igualdad como bases fundamentales para cualquier política. Ellas tienen derecho a acceso igualitario a la salud, a la educación, al trabajo o a actividades remuneradas, incluso de autoempleo, y eso significa el mismo acceso a créditos, a tierras, para que sus hijos permanezcan en las escuelas”, reitera.

La entrevistada agrega: “Si las políticas se concentran únicamente en darle a los hijos, que ya sería bastante, pero no se centran en la viuda como persona humana, van a crear un vacío. Tendría que combinarse la política para asegurar que los hijos e hijas tengan todos los accesos, pero que las madres viudas también los tengan”, argumenta.

En Guatemala, ONU Mujeres conmemorará próximamente y por tercera ocasión el Día Internacional de las Viudas, donde pretende incluir en un foro a las mujeres viudas de los miembros de la PNC. En los últimos dos años ha logrado reunir a las mujeres de la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (Conavigua) y a las de Asociación de Viudas de Pilotos (Avitransp).

¿HAY INTENCIÓN PARA IMPULSAR POLÍTICAS?

La Hora buscó al portavoz presidencial Heinz Heimann para conocer si existe intención de impulsar políticas a favor de las viudas de Guatemala, sin embargo, no fue posible, ya que el funcionario dijo que consultaría con diferentes ministerios y pidió que se le llamara después. Al cierre de este reportaje no fue posible obtener su respuesta, ya que su teléfono celular estaba apagado.

Artículo anteriorLas FARC y Gobierno colombiano acuerdan el alto al fuego definitivo
Artículo siguienteCríticas desde España a proyectos guatemaltecos con participación de Florentino Pérez