POR KIMBERLY LÓPEZ
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El día que tomó posesión el presidente Jimmy Morales hizo una promesa recurrente al igual que su antecesor, Otto Pérez Molina, asegurando que disminuirá la desnutrición crónica en un diez por ciento durante los cuatro años de su gestión. Él mismo reconoció que la meta es difícilmente alcanzable, sin embargo, Morales espera que “se le conceda el milagro”. Además del milagro, se requieren reformas para poder operar interinstitucionalmente de manera eficiente.

_InfografiaLos hermanos Morales aún no han cumplido los ocho años y ya son víctimas del hambre, la pobreza y la falta de salud. Los diez hermanos viven en Escuintla en condiciones de extrema pobreza y tres de ellos han pasado tres meses hospitalizados en el Centro para Niños con Desnutrición en dicho departamento. El padre, sin trabajo, vendió su machete, su pala y su azadón para obtener algunos ingresos para comprar comida; sin embargo, no tiene los recursos para satisfacer el hambre de sus hijos.

El mismo escenario de niños con desnutrición, sin recursos para recuperar su salud, se replica en millones de familias a lo largo y ancho del país, en otros departamentos, municipios y aldeas.

Jimmy Morales aún estaba en campaña electoral cuando empezó a prometer que dentro de sus objetivos de Gobierno era prioritaria la reducción de la desnutrición crónica en un diez por ciento.

Lo dijo en su calidad de candidato y volvió a decirlo, en calidad de Presidente de la Nación, el 14 de enero de este año, día en que tomó posesión.

La tarde en que Morales se vistió por primera vez con la banda presidencial y tomó el micrófono en la Sala Efraín Recinos del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, defendió su meta sobre desnutrición, incluso cuando ésta va contra la lógica de los expertos.

“Hoy, más del 50 por ciento de nuestros niños padecen de desnutrición crónica, es decir que uno de cada dos de nuestros niños está desnutrido, por lo que de carácter urgente se implementará una política de Estado para erradicar la desnutrición crónica que consume y ha consumido a nuestras generaciones”, explicó en su discurso.

“Esta tarea llevará muchos años”, continuó, “pero es imperativo comenzar hoy con el compromiso de todos. Nos hemos propuesto una meta ambiciosa, reducir un 10% la desnutrición crónica en cuatro años; me han dicho que eso es imposible, me digan lo que me digan, que se me conceda el milagro por el bien de Guatemala, no renunciaré a esos objetivos y no descansaré hasta lograrlos porque nuestros niños y nuestro pueblo merecen más”.

Esto último, lo decía con un tono más eufórico, movido más por las emociones que por la lógica de su promesa.

“Algunos hablan y pronostican mi fracaso, no pierdan su tiempo hablando de lo mismo, ¡únete al trabajo, haz lo que te corresponda para que cosechemos juntos el éxito!”, continuó.

Un día después de ese discurso, Germán González, secretario ejecutivo de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesan), aseguró que la meta planteada por el presidente Jimmy Morales de reducir la desnutrición crónica infantil en un 10 por ciento en un lapso de cuatro años le parecía realizable.

González explicó que se debían intensificar las acciones para reforzar el plan de la Ventana de los Mil Días, el agua y saneamiento a nivel rural, la educación alimentaria y nutricional y el desarrollo agrícola económico.

No obstante, el secretario, enfatizó que para lograr la meta los presupuestos deben ser los adecuados y recomendó la realización de un censo o registro para tener certeza y exactitud de los casos de desnutrición crónica infantil.

La Coordinadora Residente de las Naciones Unidas en Guatemala, Valerie Julliand, opinó que la meta que se trazó Morales “es muy ambiciosa” e incluso comentó a medios de comunicación que esta “será una carrera grande” para el presidente.

Julliand argumentó que en Guatemala, distinto a lo que sucede en otros países, la desnutrición no está provocada por la falta de alimentos, sino por la falta de acceso a ellos.

“La gente, de manera figurativa, se muere de hambre al lado de la comida”, lamentó.

LA PROPUESTA PARA LA META
Recientemente la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional presentó la Estrategia Nacional para la Desnutrición Crónica 2016 – 2020. La estrategia busca abordar la disponibilidad, acceso y consumo de alimentos a través de cuatro ejes primordiales: la atención primaria en salud, agua y saneamiento, cambio de comportamiento y disponibilidad de economía familiar.

González, secretario de la Sesan, explica que la propuesta recién presentaba parte de un análisis de impacto que dicha secretaría realizó de los últimos cuatro años. “Se hizo un proceso, un proceso serio de evaluación de impacto para tener argumentos que nos pudieran ayudar en fomentar en la política pública”, asegura.

De esta forma, explica, la idea es concentrar los esfuerzos para hacer realidad la meta de reducir la desnutrición.

Un aspecto importante en dicha estrategia es la participación de todos los sectores vinculados en un mismo espacio, lo que significa coordinar con municipalidades, y que sea la Sesan la que dirija las acciones.

“Es clave el involucramiento de los alcaldes municipales, porque ellos tienen acceso a otro tipo de fondos”, señala el secretario.

Añade que los diálogos con la Asociación Nacional de Municipalidades (ANAM) ya dieron inicio al igual que los acercamientos con los Concejos Municipales de Desarrollo (Comude).

“El Comude tiene una comisión de seguridad alimentaria y nutricional, esa la preside el alcalde municipal, lo ideal es que estén involucrados en las acciones”, asegura.

Según González, la transparencia también será parte fundamental de este esfuerzo. Se contempla la idea de que existan salas de citación con indicadores que permitan ver el avance de las intervenciones realizadas en municipios y el avance de las acciones, explica.

La Sesan mantiene la postura de que la meta trazada es realizable, en tanto la planificación se logre concretar en acciones debidamente coordinadas.

“Matemáticamente (la propuesta) es factible y estadísticamente también, pero supone un esfuerzo grande. Por eso es que se están haciendo priorización en los cuatro departamentos que contienen el 60 por ciento de la desnutrición crónica que hay en el país. Si esos departamentos son intensificados, seguramente hay más probabilidades de cumplir la meta. Estamos de acuerdo en que la meta es difícil de gestionar pero si se cumplen todas las condiciones planificadas, la vamos a poder realizar”, apunta el titular de SESAN.

A este esfuerzo también se suman el Ministerio de Agricultura, de Salud, Educación, Desarrollo Social, Finanzas Públicas, Ambiente, Comunicaciones, el Instituto Nacional de Estadística, el Registro Nacional de las Personas, la Secretaría de Coordinación Ejecutiva de la Presidencia, y otras instituciones.

En la opinión de algunos analistas, el tiempo es el principal factor que podría dificultar el cumplimiento de esta meta.

La Sesan espera ocupar los próximos 90 días para entregar una planificación completa en función de cumplir el gran objetivo para luego dar inicio al fortalecimiento institucional para empezar a implementar las estrategias.

“Todo programa bien planificado se puede ejecutar bastante rápido. Si planificamos muy rápido veremos fallos, creo que hay que tomarse el tiempo necesario para hacer un programa bien planificado”, opina González.

ESFUERZO “CUESTA ARRIBA”
Alejandra Contreras, analista del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), recuerda que antes hubo esfuerzos similares por cumplir una meta de esta magnitud.

De acuerdo a un estudio realizado por ICEFI, denominado Protegiendo la Nueva Cosecha, era posible reducir la desnutrición crónica en diez puntos porcentuales en diez años.

Sin embargo, para que esa reducción fuera posible se debían implementar de manera articulada todos los elementos vinculados al sistema primario de salud, mejora de transferencias monetarias condicionadas, introducción de educación inicial, mejoras en introducción de agua potable, saneamiento, recolección de desechos, entre otros.

El problema en el país es que no todos los niños tienen garantizado el derecho a una alimentación adecuada en cantidad y calidad, con pertinencia cultural y con un adecuado aprovechamiento biológico, es decir, su derecho a la seguridad alimentaria y nutricional.

La pobreza, la falta de educación, la irregularidad en las actividades agropecuarias, la disponibilidad, el acceso y consumo de alimentos, entre otros, son algunos de los factores que se involucran y constituyen un gran problema: el país no garantiza a sus niños el acceso a la alimentación.

Por esta razón, según Contreras, una meta tan ambiciosa debe abordarse de manera escalonada porque requiere instituciones fuertes. “Las mismas instituciones no están listas para esto”, asegura.

“Para nosotros, el reto se podría cumplir en diez años, no en cuatro. Y eso que no estamos hablando solo de salud, sino de educación, agua potable, apoyo económico, saneamiento, de cuidados de educación inicial, porque la desnutrición es un problema multicausal”, explica la experta.

Contreras añade que la propuesta para esta gestión, en cuanto a la lucha contra la desnutrición, acierta en la forma en la que aborda la institucionalidad para que las instituciones puedan mejorar el control de un mayor financiamiento y tener claridad en las políticas y acciones.

“El Pacto Hambre Cero era una propuesta muy ambiciosa y suponía que se podían coordinar muchas acciones, lo cual en la práctica resultó bastante complicado. En este sentido la nueva propuesta está mejor encaminada, el asunto es ver cómo se hará de forma operativa porque se habla de mejoras en agua y saneamiento pero eso involucra a muchas entidades”, señala.

La experta agrega que este objetivo supone una planificación intensa pero larga de plantear. En este sentido explica que el tiempo juega un papel crucial, pues a la vez que se requiere de una buena planificación, esto tampoco puede suponer demasiado tiempo porque el fin es reducir las cifras en cuatro años, que es un período corto ante la magnitud del problema.

“Desde ese punto, la reducción del diez por ciento se hace más cuesta arriba porque la implementación sin buena planificación no va funcionar, además que es una coordinación muy grande la que hay que hacer”, apunta.

RECURSOS Y RIESGO DE RETROCESOS
Hasta que tengamos una idea de cuál será la inversión directa del programa, se podrá ver con mayor claridad qué tan ambiciosa puede ser, dice Roberto Cabrera, de la Organización Save The Children.

Por su lado, Cabrera hace referencia a las limitaciones que el país tiene en el tema presupuestario. “Hay países que han logrado esta meta, pero son países que han generado no sola una buena estrategia sino también un financiamiento que permite la capacidad necesaria para alcanzar la meta”, señala.

El entrevistado hace alusión a que este tema requiere forzosamente de la voluntad financiera y política, para que los esfuerzos se concreten y se dirijan de la mejor forma.

De la misma forma, destaca la importancia de que ahora más que nunca se incorpore activamente la sociedad civil a esfuerzos de este tipo, no solamente como receptores del servicio, sino de una forma más protagónica no sólo en el proceso de ejecución, sino en la auditoría social.

De no orientarse correctamente los esfuerzos de este nuevo intento por reducir la desnutrición, asegura el experto, las consecuencias irán más allá de no cumplir una meta.

“Volveríamos a perder el tiempo, los pasados cuatro años fueron una pérdida de tiempo y si ahora no hacemos nada serían ocho años en los que se perdería la oportunidad, más niños entran al ciclo de la desnutrición con todo su impacto y estamos hablando de unos 200 mil niños anuales que no van a alcanzar su desarrollo pleno”, concluye.

Lily Caravantes, experta en temas de desnutrición, apunta que es un avance positivo el hecho de que ahora este tema figure como prioridad en la agenda de la gestión actual.

No obstante, Caravantes afirma que “un diez por ciento, en un período de Gobierno es imposible”.

Según la entrevistada, esta es una meta que debería trascender a los períodos de gobierno, de tal forma, que con el tiempo se le vaya dando continuidad y lograr establecer una tendencia.

Sin embargo, apunta que es importante establecer un sistema de información adecuado para llevar un control exacto de estas cifras y lograr que se registren datos verdaderos.

También, continúa, es importante destacar que cada municipio afectado presenta características y necesidades distintas que hacen ver la necesidad de personalizar los esfuerzos a la situación de cada lugar y abordar de manera distinta cada uno de los causantes de la desnutrición.

“Todo lo que va focalizado a la población de mujeres es clave: espaciamiento de embarazos, analfabetismo, lograr la educación nutricional, uso del agua”, destaca Caravantes.

La analista concuerda con el hecho de que en esfuerzos anteriores, los intentos para resolver este problema no contaban con estructuras institucionales fuertes que pudieran enfrentar de manera adecuada esta problemática.

“Hay que invertir más en los cimientos institucionales que en la acción institucional misma”, concluye.

En tanto, los esfuerzos se planifican y continúa en suspenso el grado de eficiencia que alcanzarán estas medidas, la mitad de los niños guatemaltecos continúan viviendo en un escenario no tan distinto al de los hermanos Morales. Las medidas se hacen esperar, pero la realidad de la niñez enfrenta desde hace tiempo los efectos de un problema que se ha enraizado en el territorio nacional.

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