POR WALESKA HERNÁNDEZ
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En el 2015, el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) registró el hallazgo de 35 cuerpos desmembrados, de los cuales 21 eran hombres, 13 mujeres y uno que no se logró determinar el género al que pertenecía.
En su mayoría, estos macabros crímenes son realizados por maras y organizaciones criminales que utilizan este método para sembrar temor, reclamar territorio o enviar un mensaje a sus rivales; así lo refiere Luis Carlos De León, psicólogo forense del Inacif.
La psicóloga, Karla Hernández, explica estas actitudes con base en el sentimiento de pertenencia que buscan los seres humanos.
Este sentido implica pertenecer a un grupo y sentirse parte de él. Este grupo puede ser familiar, laboral, étnico, o incluso una pandilla juvenil o estructura criminal.
De León indica que muchos miembros de estas organizaciones delictivas participan de actos como los desmembramientos para demostrar su lealtad y el compromiso que tienen con la agrupación. “No cualquier persona puede usar el nivel de saña con el que las realizan”, señala el experto.
“Se han dado ocasiones en que desmiembran a la persona cuando aún está con vida. Esto implica una escena en extremo violenta y sanguinaria, lo que también le da respeto, dentro de su pandilla, a quien lo hace”, explica.
UNA SOCIEDAD MORBOSA
De estos sucesos se han publicado, principalmente en redes sociales, videos en los que se detalla la forma en que asesinaron. Varios se han hecho virales y en pocas horas circulan por todo el mundo.
Hernández explica que en la búsqueda por sentir emociones, las personas pueden volverse presas de las mismas y es por eso que siempre se gusta de lo prohibido, de lo que no se “debe” hacer.
Por su parte, De León agrega que las películas, programas televisivos y videojuegos, son cada vez más violentas y explícitas, logrando desensibilizar a los espectadores sobre estos temas, al punto que la población ya no se escandaliza por estos hechos.
EDUCAR CON VALORES
Las muertes violentas existen desde hace miles de años, desde la crucifixión, hasta los Cristeros en México en 1926, y en Guatemala, en el conflicto armado interno, cuando hubo torturas y vejámenes.
Eliminar estas manifestaciones de violencia extrema ha sido trabajo de las Naciones Unidas y los Derechos Humanos, pero la población debe participar activamente en la creación de una cultura de paz, señala De León.
“Dentro de los pilares de la educación de los niños, están el formarle la empatía, que es la participación afectiva de una persona en una realidad ajena a sí misma, originada en los sentimientos de otra persona”, explica.
De acuerdo con el entrevistado esto se debe inculcar, junto con otros valores, en los primeros siete años de edad. Los padres y madres de familia deben lograr que sus hijos, quieran respetar a los demás y los consideren como seres humanos y no como objetos o cosas.
“No es a través del miedo, vergüenza, culpa o pecado, los cuatro pilares de la contraeducación, que se logra en los niños la convicción de valores. Es mejor utilizar el ejemplo y el amor”, indica.








