POR MANUEL RODRÍGUEZ
mrodriguez@lahora.com.gt

La Navidad será totalmente diferente este año para los vecinos que vivían en la colonia El Cambray II y sus alrededores en Santa Catarina Pinula, pues todo indica que los albergues habilitados luego del deslizamiento de tierra en el lugar, serán los hogares donde pasarán la época de fin de año ante el poco avance de la construcción del proyecto gubernamental “Querida Familia”, y la situación de pobreza y marginación social que dejó en algunos el embate de la naturaleza.

Rudy Godoy, uno de los sobrevivientes del alud ocurrido el pasado 1 de octubre, es parte de una de las 93 familias que aún viven en un albergue temporal en Santa Catarina Pinula y dice que los casi tres meses que ha permanecido en ese lugar “han sido difíciles” porque es complicado adaptarse a compartir los pocos servicios básicos con el resto de personas y no cuenta con los recursos para pagar un alquiler.

No obstante, asegura estar agradecido con Dios por haber sobrevivido a la tragedia, junto a su familia. “Nos dan desayuno, almuerzo y cena, también nos han dado apoyo y han llegado personas de otros lados para entretener a los niños”, comenta el damnificado.

Godoy relata que antes del desastre, la zona siempre fue tranquila con un ambiente familiar y que nunca esperaba que algo así pasara. Además, indica que a pesar de su condición, con la llegada de la Navidad olvida por un momento la situación que le ha tocado vivir.

Para él y su familia, la Navidad es motivo de alegría, al escuchar los cohetes y ver en la lejanía las bombas pirotécnicas que explotan en el cielo, aunque reconoce que pasarán la fecha como un día normal.

“Este año no habrán regalos ni estreno y ni siquiera sabemos si vamos a comer tamales ese día, como el año pasado. También viajábamos fuera de la capital hacia el interior para visitar a algunos familiares. Mis hijos han comprendido todo a pesar que es bastante duro, pero es la realidad que estamos viviendo ahora”, explica.

Por su parte, Magalí Sazo, otra de las sobrevivientes del alud, menciona que junto a otras familias decidieron hace algunos días rentar una vivienda por su cuenta, al ver que el Gobierno no entregará las casas en San José Pinula en la Nochebuena ni les subsidió ese gasto, como se había ofrecido.

Otra de las razones, detalla, es que antes de que finalice el año los trasladarán a otro albergue porque la escuela en la que viven, de manera temporal, deberá ser acomodada para el nuevo ciclo escolar 2016.

“No creemos que las casas que el gobierno nos prometió se concluyan ni para el 14 de enero porque aún no han terminado de hacer las primeras diez. En todo caso se terminarán a mediados del próximo año. Solo esperamos que algún día nos las entreguen. Si yo pudiera pedir algo esta Navidad, le suplicaría que el gobierno nos dé la casa que se nos ofreció lo antes posible”, sostiene Sazo, quien vive con sus dos nietos, su hijo y su nuera.

Finalmente, César Hernández, del Comité Cambray Unido, y padre de dos niños en edad escolar, reconoce que aunque no perdió sus pertenencias, entiende que no puede regresar a su vivienda, ya que la zona ya fue declarada inhabitable y ahora solo piensa en empezar a ahorrar para comprar los útiles de sus hijos el próximo año.

“Me encontraba fuera de mi vivienda pero observé cómo en cuestión de segundos, toneladas de tierra sepultaron las casas de los vecinos. En un abrir y cerrar de ojos cambió nuestra vida. El ambiente en este momento entre los vecinos es de optimismo, esperanza y unidad y esperamos que así se mantenga en nuestro nuevo hogar. Ojalá las promesas de las autoridades no se queden solo en buenas intenciones”, comenta.

ESPERA SE PROLONGA

La espera de las 181 familias afectadas por la catástrofe ocurrida en la comunidad El Cambray II, Santa Catarina Pinula, el pasado 1 de octubre se ha prolongado más de lo que esperaba. Incluso, algunos damnificados confiesan que no han perdido las esperanzas de que las nuevas viviendas se terminen antes de que entre el próximo gobierno.

El ministro de Comunicaciones, Víctor Corado, informó que el Gobierno entregará el 14 de enero de 2016 la mayoría de las viviendas prometidas en San José Pinula a los afectados por el alud en El Cambray II, y ya no el 24 de diciembre de este año como se tenía previsto, debido a retrasos del Congreso en el traslado de los Q20 millones contemplados para la realización del proyecto habitacional, así como por las acciones legales presentadas por diversos grupos en contra de la iniciativa.

Según el funcionario, la actual administración dejará todo organizado para que no se suspenda el trabajo el 14 de enero, cuando ocurra el cambio de gobierno. “Vamos a dejar todo contratado y reservado para que la obra no pare”.

Incluso, hoy se espera que las familias damnificadas conozcan cuáles serán sus viviendas en la colonia «Querida Familia». Simbólicamente, les serán entregadas diez casas por parte del Ministerio de Comunicaciones y el presidente Alejandro Maldonado, en la finca extinguida a favor del Estado al supuesto narcotraficante Marvin Montiel Marín, alias “el Taquero”, ubicada en el kilómetro 26.5 de la ruta a Mataquescuintla.

SECUELAS

Para el director de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental, Marco Antonio Garavito, las secuelas que deja en los sobrevivientes de una catástrofe como la de El Cambray II, coincide con la época de fin de año porque se enfrentarán a un momento de duelo que no ha sido resuelto ni compensado por el Estado.

“Lo más probable es que sea un fin de año melancólico, triste y en algunos casos, depresivo. Pero eso es casi normal después de este tipo de eventos. Lo que no es normal es que no haya soluciones estatales para las pérdidas de estas familias”, lamenta el profesional.

De acuerdo al experto, la pérdida económica ha sumido a estas personas en una condición complicada en relación a su condición de pobreza, ya que encarna un desastre social que hoy el gobierno considera la peor catástrofe ambiental del año pero que en realidad, se pudo evitar con una buena política social y un combate frontal contra la pobreza y la marginación social.

“El incumplimiento del gobierno en varios aspectos ya es parte de la tragedia histórica que sufrimos todos los guatemaltecos. Incluso en las campañas electorales, los candidatos presidenciales ofrecen el cielo y la tierra y luego los ofrecimientos se quedan en nada, ante la falta de presión de familias como las de El Cambray, que están más concentradas en salir adelante luego del sufrimiento”, agrega Garavito.

El entrevistado recuerda que Guatemala necesita más de un millón de viviendas para los guatemaltecos que viven en pobreza y pobreza extrema, no sólo para las familias de El Cambray II y añade que esta tragedia “nos restriega nuevamente que los desastres naturales son peores combinados con la pobreza”.

“El Cambray II nos da cientos de razones para exigir justicia, porque es consecuencia directa de los años de corrupción, negociación y negligencia del Estado, así como de la insistencia de ciertos grupos en obviar la urgencia de planificación del territorio. Todos sabían que era un sitio vulnerable a una tragedia, uno de los 238 puntos señalado por la Conred como zona de alto riesgo”, advierte.

El mismo presidente Alejandro Maldonado, lo dejó claro unos días después de la catástrofe: “Es la pobreza la que obliga a la población a permanecer en zonas declaradas inhabitables, aún a riesgo de la propia vida”.

Su hijo, que también se llama Alejandro Maldonado, es el secretario de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres. Maldonado (hijo) reconoció en aquel momento que a pesar de los avisos dados, fueron incapaces de trasladar a las familias que ahí residían a un lugar más seguro.

En la tragedia de El Cambray II fallecieron al menos 280 personas, según los datos oficiales de la Conred. Las autoridades de la comuna de Santa Catarina Pinula clausuraron el lugar para prevenir mayores desastres.

Cabe mencionar que tras las primeras horas de la calamidad, la sociedad en conjunto se volcó con las familias de los afectados. Miles de voluntarios se sumaron a las tareas de rescate y en pocas horas las acciones y llamados a la solidaridad invadieron todos los rincones del país.

SITUACIÓN PRECARIA

En los últimos ocho años, ni el crecimiento económico ni las políticas sociales que han implementado los gobiernos, han logrado detener la espiral de la pobreza, que aqueja a casi el 60 por ciento de la población del país, según reveló la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014 (Encovi) del Instituto Nacional de Estadística (INE).

El informe detalla que en 2014 se contabilizaron 9 millones 373 mil guatemaltecos en situación de pobreza, es decir, el 59.3 por ciento de la población, y de estas 3.7 millones afrontan extrema pobreza. Ocho años antes, en 2006, la pobreza alcanzaba al 51 por ciento del país, lo que representaba entonces a 6 millones 625 mil guatemaltecos.

Si bien ese aumento de más de 8 puntos en los indicadores de pobreza, que suponen un incremento de 2 millones 474 mil guatemaltecos en esa condición, tiene repercusiones para todo el país, quienes resultan más afectadas son las poblaciones indígenas y los menores de edad.

La Encovi 2014 muestra que la incidencia de la pobreza entre la población indígena es de 79.2 por ciento, equivalente a un 1.7 veces mayor que entre la población no indígena (46.6 por ciento).

Alta Verapaz es el departamento que registra mayor número de personas en situaciones difíciles. El 83.1% está en la línea de pobreza, y el 53.6% en condiciones extremas. Sololá le sigue, con 80.9% de pobres y 39.9% en extrema pobreza.

Totonicapán ocupa el tercer lugar, con el 75.5% de su población en pobreza y el 41.1% en grado extremo. Quiché es cuarto, con el 74.7% en pobreza y 41.8% en extrema pobreza.

Guatemala y Sacatepéquez son los departamentos que menor índice de pobreza registran. El primero, con 33.3% de pobres y el 5.4% en extrema pobreza; mientras Sacatepéquez, con 41.1% y el 8.4%, respectivamente.

Por otro lado, la Encuesta expone que siete de cada diez menores de 18 años (68.2 por ciento) habitan en hogares pobres. Al desagregar por rangos de edad, se observa que el 70.2 por ciento de los menores de 10 años vive en pobreza, mientras que un 65.9 por ciento de los menores 10 y 17 años son pobres.

¿CÓMO SE DEFINE LA POBREZA?

Según el INE, la pobreza se relaciona no sólo con las oportunidades de acceso a bienes materiales y servicios, sino también se asocia con la vulnerabilidad y las limitaciones a la participación y decisión, y con la probabilidad que tienen muchas personas de salir desfavorecidas por las crisis económicas, los desastres, las enfermedades y la violencia personal.

La metodología utilizada por la Encovi 2014 para determinar las líneas de pobreza absoluta consiste en fijar el costo mínimo necesario para cubrir una canasta que le permita a una persona satisfacer las necesidades alimentarias y no alimentarias. Las necesidades no alimentarias incluyen el valor de uso de la vivienda, servicios recibidos en la vivienda, gastos en educación y salud, gastos en transporte y comunicaciones y gastos personales, incluyendo ropa y calzado, entre otros.

Con los resultados se clasifica como población en pobreza a quienes logran cubrir el consumo mínimo de alimentos, pero no logran cubrir el costo mínimo adicional para otros bienes y servicios básicos. Asimismo, se clasifica como población en pobreza extrema a quienes no alcanzan a cubrir el costo del consumo mínimo de alimentos.

Para el año 2000, el valor de la línea de pobreza (costo de alimentación más bienes y servicios) era de Q4 mil 319 por persona al año; mientras que para 2014 el valor de la línea de pobreza aumentó a Q10 mil 218 por persona al año (un incremento del 137 por ciento).

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