POR REDACCIÓN LA HORA
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Centenares de familias guatemaltecas obtienen el sustento diario a través de la clasificación de desechos en el relleno sanitario de la zona 3. Las condiciones laborales deplorables y los riesgos a los que se exponen no son obstáculos para que trabajen, aunque solo obtienen un salario promedio de Q1 mil 200 al mes.
*Luisa tiene 15 años, es la hermana mayor de cuatro e hija de una mamá soltera. Vive a inmediaciones de uno de los asentamientos del relleno sanitario y decidió incorporarse a las labores de clasificación de desechos de vidrio todo el día, mientras empieza el ciclo escolar, aunque no está segura de continuar con su formación académica.
Ella culminó el segundo básico y dice que anhela convertirse en veterinaria, aunque cuando recuerda la precariedad guarda silencio. Observa el enjambre de moscas a su alrededor, los vidrios rotos y sus manos lastimadas por la labor que desempeña, dice no estar segura si podrá terminar la secundaria.
Según relata, también está consciente que el apoyo económico que proporciona en su hogar es importante para que sus hermanos coman, dice que los Q1 mil 200 en promedio que recibe al mes les permite alimentarse.
Ella proviene de una familia de clasificadores de desechos: su progenitora y sus tíos se han dedicado a esta labor en los últimos años y según ella, este trabajo les ha permitido salir adelante.
También admite que su familia no puede pagar la renta de una casa y es por eso que vive a inmediaciones del relleno sanitario, en casas improvisadas con láminas y con escasos servicios básicos.
Luisa no deja de observar sus manos. Cuando se le consulta si le sucede algo, admite que se lastimó cortando vidrio. Ella dice que suele suceder eso, se limpia y agrega que pronto pasará la molestia.
En el otro extremo se encuentra *Isabel, otra joven de 18 años, madre de una niña de 3 años y que trabaja reciclando plástico desde hace varios años.
Isabel se muestra desconfiada, pero al menos comenta parte de su situación. Trabaja de 5 de la mañana a 7 de la noche, dice que únicamente cursó el tercero básico y después se unió a su pareja, que también labora clasificando desechos.
Dice que a veces es difícil reunir un quintal de plástico, pues puede llevarle dos o tres días. Al lograr reunir esa cantidad de producto para reciclaje obtiene Q30.
“Es difícil porque a veces se junta en dos o tres días. A nosotros nos pagan Q30 el quintal, para eso hay que trabajar duro”, admite la joven.
La vida transcurre de esa forma, el olor que emana en ese lugar y la cantidad de diferentes desechos podría producir infecciones para quienes no viven o trabajan ahí, sin embargo, las familias dicen estar acostumbradas, incluso, muchas de estas personas ingieren sus alimentos mientras trabajan, “es solo de acostumbrarse”, dice una mujer de unos 50 años, que come un pan y bebe una botella de agua.
En tanto, al ingresar a los asentamientos se observa a los habitantes, que están sumergidos en la pobreza y la falta de oportunidades, sin embargo, este es solo uno de tantos lugares afectados por la marginación y la precariedad.
A pesar de lo observado, Guatemala es uno de los departamentos con los niveles más bajos de pobreza en comparación con otros lugares del occidente del país.
REFLEJAN POBREZA
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014, presentada el pasado 10 de diciembre, por el Instituto Nacional de Estadística (INE), reflejó un incremento en el porcentaje de la población que vive en pobreza, ya que pasó de 51.2 por ciento en el 2006 a 59.3 por ciento el año pasado. Mientras que la población en pobreza extrema se elevó en 8 puntos porcentuales en los últimos ocho años.
El INE, en su Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), determinó que los niveles de pobreza en el país en 2014, fue de un 59.3 por ciento de la población guatemalteca –9.37 millones según las proyecciones de 2014– que vive por debajo de la línea de pobreza, comparado con el 51.2 por ciento observado en la Encovi 2006.
La encuesta detalló que un 23.4 por ciento -3.69 millones según las proyecciones de 2014- del total de la población en Guatemala vive en extrema pobreza, un aumento de 8.1 puntos porcentuales con respecto al estudio efectuado hace ocho años.
El INE clasificó en condiciones de pobreza a las personas que lograron cubrir el consumo mínimo de una canasta básica para satisfacer sus necesidades alimentarias, pero alcanzaron cubrir el costo mínimo adicional para otros bienes y servicios básicos, que incluyen el valor de uso de una vivienda, gastos en educación y salud, en transporte y comunicaciones, entre otros, incluyendo ropa y calzado.
Además, se estableció que en 2006 el valor de la línea de pobreza –costo de alimentación más bienes y servicios–, era de Q4 mil 319 por persona al año; mientras que para 2014 el valor de la línea de pobreza aumentó a Q10 mil 218 por persona al año –un incremento de 137 por ciento–.
La Encovi 2014 reflejó que la incidencia de la pobreza entre la población indígena fue de 79.2 por ciento, equivalente a un 1.7 de veces mayor que entre la población no indígena (46.6 por ciento). Asimismo, entre 2006 y 2014 hubo un aumento en el porcentaje de población en pobreza en ambos grupos, aunque el aumento fue mayor en la población no indígena que en la población indígena, con 4.7 y 1.9 puntos porcentuales, respectivamente.
En tanto, los departamentos que registraron los niveles más altos de pobreza fueron Alta Verapaz, Sololá y Totonicapán, pues se detalló en los siguientes porcentajes: 83.1 por ciento, 80.9 por ciento y 77.5 por ciento, mientras que los departamentos de Guatemala, Sacatepéquez y Escuintla registraron los más bajos 33.3 por ciento, 41.1 por ciento y 52.9 por ciento.
La Encovi señaló que casi siete de cada diez personas menores de 18 años –68.2 por ciento–, habitan en hogares pobres y al desagregar por rangos de edad, se observó que el 70.2 por ciento de los menores de 10 años vive en pobreza, mientras que un 65.9 por ciento de los menores entre 10 y 17 años son pobres.
CONSECUENCIAS Y ACCIONES
A criterio de Luis Linares, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asies), la falta de oportunidades y los altos niveles de pobreza influyen en la actitud de algunos de jóvenes para involucrarse con hechos delictivos. Esto es solo un factor, advierte, pero sí incide.
“La falta de oportunidades y el nivel de pobreza empuja a muchos jóvenes a la delincuencia, es un caldo de cultivo. No vemos que existan maras en las colonias de clase media o clase alta, surgen también de la desintegración familiar y otros factores que están acuñados a la pobreza, no es una causa automática porque vemos el caso de Nicaragua, donde la situación de pobreza es similar a la de Guatemala, pero no tiene los niveles de inseguridad que tenemos nosotros, esto contribuye”, explica Linares.
De acuerdo con el profesional, es necesario que el precio de los productos de consumo básico mantenga un costo accesible, mientras que los ingresos de la clase trabajadora incrementen moderadamente.
“Habría que mejorar los precios de los productos de los alimentos de consumo básico, maíz, frijol, principalmente y mejorar el ingreso de los trabajadores. El problema es sí el ingreso se mantiene estático y los precios aumentan el trabajador pierde el poder adquisitivo. Hemos insistido mucho en la necesidad de mantener una política sostenida con aumentos moderados”, indicó.
Por otro lado, Hilda Morales, Procuradora Adjunta de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), destacó que las consecuencias de la pobreza influyen negativamente al provocar mortalidad infantil y materna, analfabetismo, falta de acceso al empleo y a la educación en general.
Morales lamentó que la situación actual cambiará a largo plazo, pues es desalentadora.
“Es un enorme desafío, creo que eso no se va a solucionar en el corto plazo, tiene que ser en el largo plazo porque es demasiado el retraso en el que estamos”, refirió.
Según la Procuradora Adjunta, el Estado debe atender las necesidades básicas de la niñez y fortalecer los Ministerios que atienden a este sector de la población.
“Considero que debe ser prioridad del Estado, la atención a la niñez y a las nuevas generaciones que no tienen acceso a la escuela, a la salud. Debe fortalecerse el Ministerio de Desarrollo, de Salud, de Educación para atender a la población más necesitada. Vemos que las instituciones del Estado cada vez están menos fortalecidas y ahora tenemos un presupuesto que no alcanzará para cubrir esas necesidades”, explicó la entrevistada.
*Nombres ficticios para resguardar la integridad de las personas entrevistadas.
Así sobreviven las familias de la zona 3
Según entrevistas realizadas a familias que trabajan en la clasificación de desechos en el relleno sanitario, mensualmente obtienen un ingreso de aproximadamente Q1 mil 200.
Algunas de estas personas residen en los asentamientos de esa zona, donde viven en condiciones precarias y sin servicios básicos.
Los vecinos de esa localidad dicen que a pesar de las condiciones en las que trabajan y residen, no podrían abandonarlos, ya que no pueden aspirar a otro empleo, ni pueden pagar una renta o comprar una casa.
Incrementa pobreza
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014, presentada el pasado 10 de diciembre por el Instituto Nacional de Estadística (INE), reflejó un incremento en el porcentaje de la población que vive en pobreza, ya que pasó de 51.2 por ciento en el 2006 a 59.3 por ciento el año pasado. Mientras que la población en pobreza extrema se elevó en 8 puntos porcentuales en los últimos ocho años.
El INE, en su Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), determinó que los niveles de pobreza en el país en 2014, fue de un 59.3 por ciento de la población guatemalteca –9.37 millones según las proyecciones de 2014– que vive por debajo de la línea de pobreza, comparado con el 51.2 por ciento observado en la Encovi 2006.