POR MARIELA CASTAÑÓN
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Tres mil 895 guardias del Sistema Penitenciario (SP) custodian a más de 20 mil privados de libertad. Los guardias enfrentan varios desafíos en el desempeño de su labor, pues tienen salarios bajos, ausencia de profesionalización y dignificación, además, constante temor por custodiar a reos de alta peligrosidad. Los trabajadores reconocen los riesgos y argumentan que sí algún día fueron afectados por la violencia, esperan sobrevivir a cualquier atentado.

_Nac12_bJuan (nombre ficticio) es originario de Jutiapa, es padre de tres niños que oscilan entre los 0 meses y 3 años de edad. La falta de oportunidad en su lugar de origen lo llevó a formar parte de las filas del SP, donde se ha desempeñado en varios puestos: en el traslado y custodia de reos y en el grupo élite que realiza requisas y traslados.

El guardia relata que su labor no ha sido fácil, pues ha visto a decenas de reclusos que no encuentran autoridad en su labor o simplemente buscan imponerse. Esto, admite, en algún momento le ha generado preocupación porque la actitud de un convicto es impredecible.

“Estando frente a ellos solo nos toca hacerle ganas. Uno nunca sabe cómo van a actuar, recuerde que en la cárcel hay de todo. El peligro no está solo adentro, también está en los traslados cuando nos piden que los llevemos rápido, ha habido accidentes por eso”, dice el agente entrevistado.

De acuerdo con Juan, la mayoría de guardias sabe que puede ser víctima de la violencia, debido a la labor que realizan, pero dice confiar en que si algún día fueran afectados por un atentado, esperan sobrevivir para cuidar de sus hijos.

“Le pedimos a Dios sobrevivir a cualquier atentado. La verdad es que uno nunca sabe lo que puede pasar, este trabajo es arriesgado”, afirma.

Juan al igual que los 3 mil 985 guardias de Presidios tiene un salario de aproximadamente Q3,363. Ese dinero lo invierte en pasajes y comidas que al final de mes representan alrededor de Q900, además, tiene un préstamo bancario por el que debe pagar una cuota mensual de Q1,103.

El entrevistado explica que el bono de Q2 mil que recibieron hace algunas semanas vino a “aliviar sus penas económicas”, por lo que según él, sería oportuno pensar en un aumento que vaya acompañado de profesionalización y ascensos.

SIN ESCALA

Los trabajadores del SP únicamente poseen el grado de guardia, pues no existe una escala jerárquica que les permita ascender e incrementar sus ingresos económicos. Rara vez reciben capacitaciones y cuando ocurre un motín o disturbios son los primeros en convertirse en rehenes de los reclusos.

El salario que obtienen lo logran con bonos, pues ellos ni siquiera obtienen el sueldo mínimo. Las administraciones de gobierno no han implementado acciones para crear rangos dentro de la institución.

ESTADO DEBE DIGNIFICAR

Ana María de Klein, de la organización Madres Angustiadas, opina que el Estado debe invertir en la guardia penitenciaria y buscar profesionalización para ellos, pues en los últimos años no han existido mejoras laborales para estas personas.

“No tienen una preparación adecuada, no han invertido en ellos y ganan un sueldo de miseria. Están expuestos a todo tipo de peligro con los reos que están en las cárceles. Debe existir un cambio real, profesionalización, inversión, tener especialistas”, explica la entrevistada.

Según la representante de Madres Angustiadas, es lamentable que cuando ocurren disturbios en las cárceles, los guardias son los primeros en ser tomados de rehenes o en situaciones complejas no saben cómo actuar por falta de capacitación, muestra de ellos es lo que ha ocurrido en las carceletas de la Torre de Tribunales donde se han enfrentado reos.

Por otro lado, la profesional refiere que debería crearse una escala jerárquica similar a la de la Policía Nacional Civil (PNC) para que los guardias puedan obtener otros beneficios, principalmente salariales.

“Esa escala podría ser similar a la de la Policía y profesionalizarlos para que la situación mejore”, detalla de Klein.


En cifras

3 mil 895 guardias del Sistema Penitenciario custodian y trasladan a los privados de libertad.

20 mil 16 detenidos albergan las 22 prisiones del país.

6 mil 809 es la capacidad de las cárceles guatemaltecas, según la Política Nacional de Reforma Penitenciaria.

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