POR GRECIA ORTIZ
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Sofía Galindo de 66 años, es coordinadora de madres dentro del proyecto sin fines de lucro “Guatemaltecos Extraordinarios”, el cual trabaja con niños y jóvenes en los alrededores del basurero de la zona 3 de la ciudad capital; y relató a La Hora Departamental que realiza su labor sin ningún interés lo que ha calificado incluso como “parte de su vida”.

De acuerdo a Galindo, previo a iniciar en el proyecto laboraba en una cafetería y fue en ese lugar en donde conoció al fundador de dicha asociación, con quien siempre soñó para trabajar un proyecto en beneficio de los niños desprotegidos y de escasos recursos.

“Nos hacíamos fuera de Guatemala, todavía me decía hace poco y entre risas ¿Quién iba a imaginar que estaríamos juntos en todo esto?, yo me quede sin trabajo y él me llamo para venirme –a trabajar-, Dios es tan especial y hace las cosas tan perfectas que no se cómo pagarle a Dios”, afirmó.

Según la coordinadora de madres, todo lo que ahora hace lo siente como un agradecimiento hacia la vida y la oportunidad de poder aprender del ser humano, “uno nunca deja de aprender algo, yo tengo 66 años”.

Por otro lado comentó, que la experiencia de compartir tiempo con niños es algo que no esperaba, pero que ahora entiende que su vida tiene un sentido especial, pues ha recibido lecciones a la vida al ver el sufrimiento que muchos deben soportar ante la indiferencia incluso de sus propios padres.

“Ver tanto dolor en los niños es verdaderamente muy conmovedor, antes yo decía, con niños no quiero –trabajar- mi fuerte eran los adolescentes, pero el Señor me ha llevado con niños, él sabrá por qué y créame que he visto mucho dolor, he experimentado a través de ellos, lo que es sufrir de hambre, sufrir el calor del hogar y el sufrimiento al ver pasar familias cuando no se posee una. Ahora estoy en búsqueda de una casa en donde quiero instalar una guardería, para que los niños se queden a dormir, tengo un caso que me parte el alma y quisiera tener una varita mágica que pudiera resolverlo todo o al menos darle alivio a su sufrimiento, en general darles lo mejor a los niños”, aseguró.

Salir todas las mañanas hacia la zona 3, también representa un desafió para la entrevistada, pues sale desde la zona 18, e indicó no saber de donde surgió esa pasión por relacionarse con las personas.

“Yo vengo de la calle, en donde había mamá y a veces no, también habían padres ausentes como vemos aquí, pero yo no lo miraba de ese modo…, déjeme decirle que cuando uno es pequeño uno hace lo que sea por un plato de comida, ver que otros tienen y uno no es duro; yo tenía 6 años, a mí me quemaban las manos porque mi mamá me puso a trabajar para ganarme mi comida, y así tenía que seguir trabajando”, añadió.

CONTINUAR SUS ESTUDIOS
Entre lágrimas y con la voz emocionada Galindo indicó, que el ver la situación en que viven muchos menores le afecta porque sufre en carne propia la injusticia que se vive a diario y por eso no ve su labor como un trabajo sino una vocación “de verdad créame que el dinero viene quedando atrás, porque a mí un cheque no me llena, lo que me llena son aquellos abrazos que me dan y el escuchar esa necesidad, tal vez ahora no me entienda, pero si lo sintiera y lo viviera, otra cosa fuera”.

Galindo reiteró, que ahora su meta es poner en funcionamiento una guardería, porque será útil para la niñez que necesita un mejor futuro para vivir.

Otro aspecto es que desea continuar con sus estudios y por ello a finales de octubre culminará su sexto año primaria, sus clases las recibe de 7 a 9 de la noche, y aunque piensa continuar con sus estudios desea cambiar de horario a fin de permanecer más tiempo con los niños a quienes considera parte de su vida y familia.

“Nos hacíamos fuera de Guatemala, todavía me decía hace poco y entre risas ¿Quién iba a imaginar que estaríamos juntos en todo esto?, yo me quede sin trabajo y él me llamó para venirme –a trabajar-, Dios es tan especial y hace las cosas tan perfectas que no sé cómo pagarle a Dios”.

“De verdad créame que el dinero viene quedando atrás, porque a mí un cheque no me llena, lo que me llena son aquellos abrazos que me dan y el escuchar esa necesidad, tal vez ahora no me entienda, pero si lo sintiera y lo viviera, otra cosa fuera”.

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