POR VIRGINIA CONTRERAS
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La crisis política que afronta el país, no solo sirvió para que la ciudadanía despertara de su sueño letárgico, en el que por muchos años se encontraba inmersa, sino para que el pueblo se uniera entre los distintos sectores. De este modo, también diversas organizaciones de la sociedad civil se fusionaron, con el objetivo de buscar el bien común, para que a una sola voz manifestaran sus inconformidades y exigieran cambios radicales a lo interno del Estado; siendo una de ellas, la Plataforma Nacional para la Reforma del Estado (PNRE), instancia civil multisectorial, incluyente y apartidista, conformada por la Universidad de San Carlos, colegios profesionales, centros de investigación, iglesias, pueblos indígenas, organizaciones gremiales y sector privado organizado, entre otros.

El pasado 6 de julio, en una marcha pacífica que salió del Paraninfo Universitario, miembros de la PNRE se dirigieron hacia el Congreso con motivo de hacer entrega de un pliego petitorio, en el que indicaban que la crisis que atraviesa el país ha dejado al descubierto que la clase política históricamente ha cooptado al poder, legalizando mediante leyes y procedimientos ilegítimos, que tienen como propósito mantener el estatus quo en beneficio de minorías.

Ante esta situación, señalaban que han observado que los niveles de ingobernabilidad, conflictividad e inestabilidad social genera en la sociedad guatemalteca un clima de incertidumbre política, que afecta el normal desarrollo y efectividad del sufragio y la pureza del proceso electoral, por lo que solicitaron la aprobación inmediata y entrada en vigencia de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP).

Con esta medida se pretende las condiciones equitativas de competencia política, así como una mejor representación de los actores sociales que no tienen acceso a los partidos tradicionales y con ello, garantizar la intermediación de intereses de las poblaciones excluidas en la toma de decisiones públicas.

En este marco, La Hora realizó una entrevista al rector de la Universidad de San Carlos (Usac), Carlos Alvarado Cerezo, para conocer su opinión acerca del resurgimiento de la Usac y su papel protagónico en los recientes acontecimientos del país, en los que se espera la transformación del sistema político.

LH: En el pasado la Usac se caracterizaba por ser la voz del pueblo, ya que estaba presente ante las injusticias que lo acallaban. A su criterio ¿Qué motivó el cambio en las últimas décadas?

C.A: Por mandato constitucional, la universidad debe cooperar con el estudio y solución de los problemas nacionales y en su esfuerzo por alzar su voz en defensa del pueblo ha sufrido una persecución bárbara, independiente de ideologías y pensamientos.

LH: En las últimas manifestaciones hemos visto el despertar de la Usac, especialmente la participación de estudiantes en protestas y la propuesta institucional de reforma al Estado. ¿Cree que la Usac puede volver a tener un papel protagónico en la sociedad?

C.A: La universidad está estrechamente vinculada a la sociedad y sus dinámicas. El Consejo Superior Universitario (CSU) ha sabido interpretar muy bien el espíritu de reforma en la sociedad y también dentro de la universidad. Por unanimidad aprobó y sigue respaldando la iniciativa de la Plataforma Nacional para la Reforma del Estado, de la cual solo somos facilitadores, pero como universidad no nos vamos a quedar allí. Formamos parte de una ola reformadora que abraza a la propia universidad, y en eso estoy trabajando seriamente.

La universidad tiene un deber hacia la sociedad y para cumplirlo cabalmente debe reformarse a sí misma, elevando su calidad académica y su propuesta cívica.

Nuestro compromiso inquebrantable es acompañar al pueblo en su aspiración de edificar un Estado democrático, donde todos (hombres y mujeres, indígenas y ladinos, empresarios y trabajadores, cooperativistas y los emprendedores) quepamos con dignidad.

LH: ¿Qué es la Plataforma Nacional para la reforma del Estado?

C.A: Es una amplia convergencia ciudadana, apartidista, una expresión en miniatura de la composición de la sociedad, donde caben todos los pensamientos y condiciones sociales. Nos definimos como intérpretes, mediante propuestas prácticas, de las protestas legítimas de la ciudadanía en las calles, tanto de los centros urbanos como de las zonas conurbanas y rurales. La Plataforma puede ser el agente que transporta el germen de la transformación del país.

Presentamos una reforma a la LEPP, que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) incorporó a su iniciativa y que la Comisión del Congreso, en su dictamen, asumió en alguna medida. Pero vamos por más. Vamos por su vigencia inmediata, su aplicación cierta, además seguiremos en otras áreas de reforma del Estado, como la transparencia, la profesionalización del servicio público y el fortalecimiento de las bases financieras del Estado.

LH: ¿Cómo surgió la idea de conformar la Plataforma Nacional para la reforma del Estado y cómo pueden llegar a acuerdos con sectores con los que no siempre hay intereses en común?

C.A: Antes de la crisis que estalló el 16 de abril, en el CSU teníamos la decisión de contribuir con un plan de desarrollo para Guatemala, que queríamos construir en consulta con las fuerzas vivas del país. Lanzamos una convocatoria pública y distintos sectores reaccionaron positivamente.

Invitamos primero a 25 personalidades, referentes de la sociedad; esos 25, en dos semanas ya eran 110. Entonces dimos el siguiente paso que fue instalar la Plataforma, con las personalidades, e incorporando además a organizaciones de todo el país. Con las solicitudes de incorporación que seguimos recibiendo, dentro de poco llegaremos a 200 instancias sociales.

Eso indica que la ciudadanía de todos los rincones del país, de todas las condiciones sociales y de un amplio abanico de pensamiento y creencias quiere participar, dar su aporte a la salvación nacional. Este es un ejemplo maravilloso de las reservas morales de la sociedad.

El interés común es rescatar y construir un Estado democrático donde quepamos todos con dignidad y sin descalificaciones.

LH: ¿Cuál es el panorama actual del país y qué aportes puede hacer la Academia?

C.A: El panorama es desafiante y riesgoso. Con el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad estamos convencidos de que Guatemala saldrá fortalecida de esta crisis, que los jóvenes encontrarán futuro aquí y no afuera.

Nuestro aporte posible, como academia, es procurar la convergencia de intereses históricamente confrontados en la sociedad, pero que, por el carácter terminal de esta crisis, nos obliga a unirnos en torno al objetivo de lograr un Estado decente, que cumpla sus funciones de proteger a los habitantes. Este es un rol de emergencia y por tanto coyuntural, nuestro papel es ofrecer contenidos técnicos y científicos en una hoja de ruta de reforma del Estado.

Como universidad, esperamos que los nuevos sujetos sociales y políticos que han surgido en la crisis tomen el liderazgo. Nuestro rol no es directamente político, es académico, es dar insumos a las reformas y procurar el bien común.

LH: Se dice que la Usac con la propuesta de reformas está retomando el liderazgo en la sociedad, ¿Cuál es su opinión al respecto?

C.A: Ante la crisis, la Universidad respondió de conformidad con su mandato constitucional de cooperar con el estudio y la solución de los problemas nacionales, ese es el papel que hemos desarrollado. Como academia estamos brindando nuestro aporte a la reforma del Estado. Desde la Plataforma nos hemos convertido en facilitadores y desde ya agradecemos a los sectores sociales que nos han brindado su confianza al acudir a la convocatoria realizada.

LH: ¿Considera que las reformas a la Ley Electoral van a avanzar en el Congreso?

C.A: Con dificultades. La reforma será tímida, pero no renunciaremos al cambio sustantivo del sistema político. Las reformas no son pétreas, son procesos evolutivos. No descansaremos, junto con la sociedad, hasta alcanzar un sistema político decente y un Estado que cumpla su deber, dictado por la Constitución.

LH: ¿Cree que los cambios legales son suficientes, cuando la gente en las calles pide cambiar el sistema completo?

C.A: No se puede todo a la vez. Lo importante es que las reformas capaces de modificar el sistema gradualmente ocurran ya. El viejo sistema corrupto y que defraudó a la ciudadanía sigue vivo y coleando. Con ese sistema tenemos que trabajar y dé por descontado que no se va a suicidar, pero tampoco la sociedad guatemalteca está dispuesta a suicidarse. Por eso ha salido a las calles.

LH: ¿La Usac se continuará pronunciando, como hace algunos días, para ejercer presión ante el Congreso?

C.A: No lo dude. No solo la Usac, sino también la Usac como parte de la Plataforma, como expresión ciudadana amplia y democrática.

LH: ¿Considera que el país se encuentra en las condiciones aptas para llevar a cabo la contienda electoral?

C.A: Se debe hacer un esfuerzo por realizar un proceso electoral pacífico y transparente, ese ha sido el sentir de todos los sectores nacionales representados en la Plataforma Nacional para la Reforma del Estado.

A decir de Alvarado, Guatemala atraviesa una profunda crisis de viabilidad como Estado, pero el despertar ciudadano y el apoyo de la comunidad internacional abre la oportunidad única de transformación.

“Podemos ser un ejemplo de reforma en el mundo si estos cambios los llevamos en paz, con diálogo y debate, convergencias y compromisos sinceros. No por nosotros, por nuestros hijos y nietos. Porque este país merece después de tanto sufrimiento un futuro luminoso, digno para todos sus habitantes”, destacó.

La primera sesión pública de la PNRE contó con la participación de Iván Velásquez, titular de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG); Jorge de León Duque, Procurador de los Derechos Humanos; Rosalina Tuyuc, dirigente de la Coordinadora Nacional de Viudas (Conavigua); Oscar Julio Vian, arzobispo metropolitano y varios embajadores.

“Se debe hacer un esfuerzo por realizar un proceso electoral pacífico y transparente, ese ha sido el sentir de todos los sectores nacionales representados en la Plataforma Nacional para la Reforma del Estado”.

“Ante la crisis, la universidad respondió de conformidad con su mandato constitucional de cooperar con el estudio y la solución de los problemas nacionales, ese es el papel que hemos desarrollado”.

“Antes de la crisis que estalló el 16 de abril, en el CSU teníamos la decisión de contribuir con un plan de desarrollo para Guatemala, que queríamos construir en consulta con las fuerzas vivas del país. Lanzamos una convocatoria pública y distintos sectores reaccionaron positivamente”.

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