POR MANUEL RODRÍGUEZ
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Tras cumplirse 90 días desde que una investigación de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala –CICIG– y el Ministerio Público, pusiera al descubierto a la banda de defraudación aduanera y contrabando conocida como “La Línea”, analistas socioeconómicos opinan que los constantes cambios de autoridades en la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), han mermado la recuperación de la credibilidad, la eficacia y el fortalecimiento de la institución.

El pasado 16 de julio, la SAT cumplió tres meses sin contar con la representatividad de un Superintendente permanente, luego que se desarticulara la banda criminal denominada “La Línea”, supuestamente liderada por los dos últimos jefes del ente recaudador, Carlos Muñoz y Omar Franco así como por el exsecretario privado de la Vicepresidencia, Juan Carlos Monzón.

Conocedores del tema consideran que la recaudación de impuestos durante los próximos meses seguirá mostrándose a la baja pues a su criterio, hubo un debilitamiento intencional del ente fiscalizador, tanto por el Organismo Ejecutivo como por el propio Directorio, ya que otro de los retos pendientes es el nombramiento de directores de esta dependencia.

Erick Coyoy, integrante de la Fundación Economía para el Desarrollo, mencionó que uno de los obstáculos para la reestructuración de la SAT es la división que hay en el Directorio para la nueva convocatoria y conformar la terna para la elección de un superintendente.

“Están resignados a terminar con superintendentes interinos cuyo período es de tres meses”, agregó Coyoy. Otro de los puntos que resaltó es que no hay acciones para el rescate del ente recaudador, solo “buenas intenciones”.

Por su parte, el analista del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales –ICEFI-, Ricardo Barrientos, explicó que para mejorar los niveles de recaudación de tributos no debería ser una limitante la falta de un líder en la SAT, pues cuando hay cambio de gobierno, regularmente se registra también un movimiento del Superintendente.

No obstante, el entrevistado señaló que tener un superintendente interino complica la reorganización de la institución, ya que será por poco tiempo y no hay transparencia en el directorio para conocer la forma de calificación de la terna.

“Este es un desestímulo para cualquiera que quiera asumir la responsabilidad de la SAT. Por otro lado, atraviesa un desorden administrativo y una crisis y alguien asumiría el reto solo bajo cuestiones muy especiales como el apoyo incondicional del Ejecutivo, pero hasta el presidente Otto Pérez está tan desprestigiado y debilitado que nadie se sentiría con respaldo de hacer la reformas y las medidas correctivas necesarias para mejorar la recaudación”, señaló Barrientos.

Por último, Carlos Martínez, economista independiente, subrayó que la pérdida de gobernabilidad hace que no haya posibilidad de sanear la debilidad institucional e implementar los controles adecuados en aduanas y puertos del país, lo repercute en el crecimiento de la brecha fiscal, la cual supera actualmente los Q2.2 millardos, con respecto a los Q26.7 mil millones que se fijó el Gobierno para los primeros seis meses del año.

Según fuentes oficiales, para esta tarde se prevé una reunión entre Otto Pérez Molina, representantes del Banco Mundial y la comunidad internacional para analizar el plan de reestructuración de la Superintendencia de Administración Tributaria.

 

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