POR GRECIA ORTIZ
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Juan Luis Siekavizza, padre de Cristina Siekaviezza, quien el próximo 6 de julio cumplirá cuatro años de desaparecida, habló de la experiencia y preocupaciones que implica de ser un padre de familia, así también del reto de enfrentarse a un sistema judicial corrupto, en que prevalece la impunidad.
¿Cuántos hijos tiene?
Tengo cuatro… bueno tres hijos.
¿Cómo celebra el Día del Padre?
Siempre fue algo más en relación a mí papá, íbamos todos. Además, había una celebración secundaria en relación a mí familia, donde yo era el homenajeado, pero casi solo por salir del compromiso de celebrar. No era una cosa con bombos y platillos. Era de lo más normal, podría decirse.
Se sabe que le ha dado seguimiento al caso de Cristina, ¿Cómo padre qué clase de sentimientos o pensamientos se tienen?
No es fácil. Es muy tardado todo, y conforme va pasando el tiempo, uno se va desesperando porque no hay mayor avance. Con cada nuevo investigador se tiene que volver a revisar toda la información, todo de nuevo, es como estar poniendo el dedo en la llaga cada tantas semanas. Ahora que hemos estado preparando la acusación, vuelve uno a lo mismo. Se vuelven a escuchar los audios de llamadas interceptadas, vuelve a oír uno las declaraciones de la testigo y es volver a revivir la agonía de mi hija en esas últimas horas.
Al no saber el paradero de su hija, ¿Qué sensación lo embargó?
Tuve angustia, preocupación, fue algo extraño, uno empieza a hacerse escenarios mentales, empieza uno a tratar de desarrollar estrategias para buscarlos y el problema es que uno está trabajando en algo a lo cual nunca se había enfrentado. Entonces, en algún momento uno tiene que recurrir a pedir consejo a las amistades, a ver qué sugieren ellos y así fuimos dando de paso en paso. Con lo sucedido en esta ocasión, uno sabe que lo primero que se debe hacer es acudir a las autoridades.
¿Se imaginaba la dimensión de todo lo que sucedió?
No, en lo absoluto. Con el paso de los días empecé a percatarme, a abrir los ojos y a entender lo que había sucedido. Fue una sensación así como cuando le dan una patada en la boca del estómago, una sensación fea, un escalofrío sin sentido. Al principio, cuando supimos qué era lo que debíamos hacer, estábamos con la esperanza de obtener ayuda de los papás del esposo de mi hija, por tratarse de abogados, y por haber sido jueces y magistrados por tanto tiempo. Decía yo en mis adentros: «ellos son los que saben de estas cosas». Lejos estaba de imaginarme la realidad.
Ver a un hijo en peligro es difícil, ¿Qué sentimientos pasan por su mente?
Yo, para que la gente se forme una idea aproximada de lo que uno siente, es como que si a uno le dicen “¡Mire uno de sus hijos se está ahogando!”, pero no le dicen en dónde está. Entonces todo este esfuerzo por querer ayudarlos se va enfrentando con la realidad, que no se sabe en dónde están ni cómo podemos ayudarlos, una cierta desesperación por quererlos ayudar.
La lucha por exigir justicia ha sido de casi cuatro años ¿Qué piensa del camino recorrido?
Uno mira otros casos que sucedieron al mismo tiempo, por ejemplo el Caso de Facundo Cabral, en pocas horas se encuentran los motivos y los actores son encarcelados, incluso les dan sus condenas. Es interesante la diferencia que se hace con los asesinos de Facundo Cabral, que no tenían una exmagistrada y primera presidenta de la Corte Suprema de Justicia como madre. Entonces ellos pronto estaban pagando sus culpas, pero en este caso es diferente.
¿Qué le diría a un padre de familia que está pasando por una situación similar?
Yo creo que tienen que perseverar, luchar y se van a enfrentar a mil cosas. Yo tengo la ventaja de que todo se realiza en la Capital, en donde uno tiene transporte. Además, ya se sabe dónde son las audiencias. Si uno viviera en Huehuetenango, por ejemplo, sería algo diferente. Pienso en lo difícil que es para las pobres gentes que tienen que venir a la capital dejando de ganar un salario ese día. Hay que perseverar, tener paciencia, poco a poco se obtendrá la justicia que se merece.
A su criterio, ¿Qué actitudes debe tener un buen padre?
Yo creo que un padre deber ser justo, visto de una manera amorosa, tiene que ser un papá de buen ejemplo, respetuoso de la ley, que no pretenda que los hijos sean respetuosos si se pasan sobre la ley. El problema en Guatemala es que tenemos dobles estándares por todos lados. Usted mira a la gente que cuando va en el carro vecino usando el celular lo critican, pero en el siguiente instante en que reciban una llamada, aunque vayan en el auto, no van a vacilar en responderla.
¿Para usted qué es lo más difícil de ser papá?
Yo creo que no es difícil, lo que pasa es que uno como papá debe entender que son niños que aunque sean personas pequeñas, tienen sus necesidades y uno tiene que aprender a entenderlas y suplirlas.
“Vuelve a oír uno las declaraciones de la testigo y es volver a revivir la agonía de mi hija en esas últimas horas.”
Yo creo que no es difícil, lo que pasa es que uno como papá debe entender como que son niños que aunque sean personas pequeñas ya tienen sus necesidades y uno tiene que aprender a entenderlas y suplirlas.