POR MANUEL RODRÍGUEZ
mrodriguez@lahora.com.gt

Para el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia -UNICEF- el que uno de cada dos niños de 0 a 5 años sufra desnutrición crónica en Guatemala, además de preocupante, tiene un alto costo en términos del desarrollo del país y es un flagelo que podría perdurar hasta tres generaciones más si en este momento no se toman las acciones gubernamentales necesarias para contrarrestarlo.

Ramiro Quezada, especialista en temas de salud y nutrición de UNICEF en Guatemala, en el marco del 25 Aniversario de la Convención de los Derechos del Niño este año, platicó con La Hora y expuso su visión sobre la situación actual de la desnutrición infantil en el país, además, efectuó un análisis de los avances en el tema y los desafíos del Gobierno y el Estado para combatir el flagelo.

Quezada inicia la conversación indicando que la pobreza extrema es una de las causas que genera desnutrición, principalmente en los niños que viven sin oportunidad de educación y desarrollo, dejando secuelas de desnutrición crónica como el retardo en el crecimiento y un déficit intelectual causado por la falta de una alimentación oportuna y adecuada en los primeros 5 años de vida.

A decir del funcionario, un niño desnutrido puede perder hasta un 40 por ciento de sus neuronas potenciales y 11 puntos de su coeficiente intelectual, como consecuencia de no recibir la ingesta de 2 mil 500 calorías por día recomendada por nutricionistas, siendo la población indígena la más castigada considerando que el 65% de este sector, padece desnutrición crónica en el país.

Según la organización cristiana internacional Fundación contra el Hambre, con el 50 por ciento de prevalencia de desnutrición crónica en niños menores de 5 años, Guatemala se ubica como uno de los países con el peor índice de niños desnutridos en el mundo, por encima del promedio de África, Asia, América Latina y Haití y por lo tanto sus habitantes deben conformarse con trabajos poco calificados y condiciones de vida insalubres.

PROBLEMA ESTRUCTURAL

_Repo6_1cLos niveles de desnutrición registrados en Guatemala alcanzan casi el 50 por ciento en niños de 0 a 5 años, lo que hace pensar que se trata de un tema estructural y de exclusión, sobre todo en las comunidades indígenas.

De acuerdo con el documento Protegiendo la Nueva Cosecha, de UNICEF y el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI), las probabilidades de que los niños menores de 5 años padezcan desnutrición en el país aumentan debido al rezago en el desarrollo del área rural, la falta de respuesta al problema de la tierra, la insignificante modernización de la producción agropecuaria, la carencia de oportunidades de empleo y de ingresos suficientes para el bienestar de las familias.

El doctor Quezada está de acuerdo en que la historia del país marca un total abandono hacia las clases más desprotegidas, ante el desconocimiento del área rural y la falta de inversión estatal, recordando que el desarrollo integral en la primera infancia es un derecho universal, básico e inalienable, de las niñas y los niños menores de 6 años y que está garantizado por el Estado de Guatemala en la Carta Magna.

Según el documento ¿Cómo estamos en Educación?, de Empresarios por la Educación, las carencias educativas también atrasan el desarrollo humano generando desigualdad social y condenando a la marginación a una buena parte de la población.

El estudio indica que los guatemaltecos que no tienen ninguna instrucción tienen un ingreso mensual de Q787.57, con educación primaria pueden optar hasta Q1.094.09 y con educación básica a Q1,453.39, mientras que los que logran graduarse en diversificado obtienen Q2,077.23 y los que alcanzan el nivel superior a Q3,996.55.

Además, en Guatemala la escolaridad promedio es de 4.1 años, en tanto la educación básica y diversificada solo alcanzan una tasa de 39.36 por ciento y 21.02 por ciento, respectivamente, muestra que la calidad de la instrucción es el Talón de Aquiles del sistema educativo guatemalteco.

EL CÍRCULO DE LA DESNUTRICIÓN

_Repo6_1aEn opinión de Ramiro Quezada, en Guatemala se han logrado avances significativos en algunos indicadores relacionados con temas de educación, género y salud materno-infantil, que muestran una tendencia positiva en los últimos 25 años. Sin embargo, reprocha que el avance todavía se hace insuficiente en temas de pobreza, desnutrición y saneamiento comunitario en donde, incluso, se han producido retrocesos.

Además, las causas que ocasionan la desnutrición en menores de 5 años de edad se convierten en un “círculo vicioso”, dice el experto, porque los niños al no ser alimentados apropiadamente, sufren después un sinfín de enfermedades como la diarrea que es la segunda causa de mortalidad infantil, al no resolverse temas como el poco acceso a agua segura para el consumo humano, poniendo en riesgo la salud de los niños.

La Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional –Sesan–, a la semana epidemiológica número 41 (hasta el 20 de octubre de 2014), registra 12 mil 577 casos por desnutrición aguda en menores de 5 años de edad a nivel nacional y el deceso de al menos 103 por desnutrición crónica (55 niñas y 48 niños).

La cifra, según el Gobierno, representa un 20 por ciento de reducción de casos de enero a octubre de 2014, respecto al déficit nutricional.

“El problema de la desnutrición es generacional porque con lo que ha acumulado el país -el 50% de desnutrición-, probablemente tendrán que pasar tres o cuatro generaciones más antes de resolverlo definitivamente porque en lo que se recuperan unos niños, salen otros a la luz. La situación empeora porque Guatemala todavía tiene grandes brechas en relación a inequidades, desigualdades y temas educativos que hay que ir reduciendo”, subraya el delegado de Naciones Unidas.

Un reciente estudio de UNICEF revela que entre 10 mil a 15 mil niños menores de 5 años están en riesgo de muerte en el país, debido a la desnutrición aguda.

EL PACTO HAMBRE CERO

Aún con este panorama, el analista explica que en este momento hay luces de esperanza en el drama de la desnutrición, debido a que el tema es parte de la agenda nacional, asignándosele recursos a los esfuerzos que se están haciendo desde el gobierno con el Plan del Pacto Hambre Cero y la Ventana de los Mil Días.

No obstante, Ramiro Quezada declara que aunque esto es positivo, también insuficiente, porque las soluciones deben ser de fondo y sostenibles por lo menos en las próximas tres décadas, señalando que el tema de la desnutrición, como el de la educación, son pilares para contrarrestar el flagelo, sin descartar que los mismos sean sido utilizados por los gobiernos como bandera política-partidista.

“Si los políticos observan que el Plan del Pacto Hambre Cero es un cambio para la población y la mejoría de los niños, nadie dudará en seguir implementándolo independientemente que le cambien el nombre, pero primero tienen que entender que la erradicación de la desnutrición crónica es un tema de salud, de Gobierno, de sociedad civil, de país y de Estado porque todos podemos en algún momento, salir afectados”, agrega.

Asimismo, la escasez de agua y el saneamiento son dos asignaturas pendientes del Plan hacia el combate a la desnutrición, asegura Quezada, y que cada vez son más visibles, en especial en algunas zonas como el Corredor Seco del país, donde el acceso al vital líquido es poco y la mayor parte del que queda comienza a contaminarse, por falta de educación ambiental y un correcto manejo sostenible de parte de las poblaciones.

En el plan del Pacto Hambre Cero, el saneamiento ambiental comprende la limpieza del hogar y de espacios vitales, pero también el buen manejo del agua y las buenas condiciones de conservación del medioambiente.

El estudio Salud en Las Américas, del Ministerio de Ambiente y la Organización Panamericana de la Salud, indica que menos del 40 por ciento del agua distribuida en las áreas urbanas de Guatemala recibe un tratamiento aplicado, mientras que en las áreas rurales sólo se trata el 15 por ciento del vital líquido.

Por tanto, consumirlo directamente puede suponer un grave riesgo para la salud de la población, especialmente fuera de los cascos urbanos.

Finalmente, el representante de UNICEF califica como “ambiciosa”, la meta del gobierno de Otto Pérez Molina, en reducir la desnutrición crónica en 10 puntos porcentuales al final de su gestión.

Y aunque la primera encuesta de monitoreo del Plan Pacto Hambre Cero, realizada por la SESAN en 2013, indique que se ha logrado reducir la desnutrición crónica en 1.7% en niños y niñas menores de 5 años en los 166 municipios priorizados por el Plan del Pacto Hambre Cero, el experto expresa que “es lo que un Gobierno tiene que decir porque lo contrario es políticamente incorrecto”; y habrá que esperar los resultados finales en diciembre de 2015.

“En las decisiones de Gobierno, el Sistema de Naciones Unidas es vigilante de cada situación y sería preocupante que las familias que necesitan ayuda no estén recibiendo la misma para mejorar su condición”, expone el conferencista.

INVERTIR MÁS ES UNA DECISIÓN POLÍTICA

A criterio de Ramiro Quezada, en Guatemala se sufren los efectos negativos de prolongados y diversos problemas políticos, económicos y sociales que generan un clima poco favorable para el desarrollo humano.

Como consecuencia, el gasto público ha sido insuficiente históricamente, lo que ha permitido que exista un daño acumulado por varias generaciones, además de persistir el poco interés en disponer de programas destinados para los niños menores de 6 años.

El funcionario de la ONU señala que los recursos estatales deberían destinarse a las políticas de protección social de la niñez, especialmente en salud y educación, con el fin de que la sociedad mejore su nivel de vida, que dé como consecuencia más productividad y desarrollo a sus lugares de origen.

También enfatiza en la necesidad de una correcta utilización de los recursos públicos y acelerar las reformas fiscales para fortalecer estos presupuestos, resaltando a la vez, la importancia de la voluntad política de las autoridades de Gobierno y el apoyo del sector privado y la comunidad internacional.

Para el diplomático, de igual forma hay entender que el incremento en los ingresos del país se dará cuando la población alcance el desarrollo y que no se debe esperar hasta tener una mejora en los presupuestos de las instituciones, para avanzar en la erradicación de la desnutrición infantil.

“Todo esto tiene que ver con la voluntad política de un Gobierno que en verdad diga que la salud pública es un tema en donde hay que buscar más inversión para que haya mayor desarrollo, porque en una población enferma el desarrollo no se da apropiadamente y la mano de obra se encarece porque no hay capacidad de ser productivos… urge que se tomen decisiones trascendentales”, reflexiona.

De acuerdo a cifras de la Sesan, el gobierno de Otto Pérez Molina asignó en 2013 un presupuesto de Q500 millones destinados a las acciones del programa la Ventana de los Mil Días, implementadas en 166 de los 213 municipios priorizados por el Plan del Pacto Hambre Cero. El mismo presupuesto quedó vigente para este año.

Asimismo, para UNICEF, el Estado de Guatemala debería incrementar la inversión en niñez de Q16 mil millones actuales a Q38 mil millones al 2021. Cabe mencionar que Guatemala, con un Producto Interno Bruto de más de US$2 mil 800 según fuentes oficiales, apenas invierte el 4 por ciento en programas de infancia.

“Hay que hacer una mayor inversión en la parte de salud de las personas, que no solo es física, sino también está la parte emocional y mental, y si no invertimos en la niñez que son el presente, en un mediano y largo plazo les espera un futuro sin una luz al final del túnel”, culmina el entrevistado.


UNICEF RECOMIENDA

Hace 25 años, el 20 de noviembre de 1989, la Asamblea General de Naciones Unida, aprobó la Convención de Derechos del Niño, y Guatemala fue uno de los primeros países en ratificarlo.

La Convención establece derechos para todas las personas menores de 18 años, independientemente de su etnia, religión, género, origen social o cualquier otra condición.

En ella se incluyen estándares mínimos relacionados con la supervivencia, el desarrollo, la protección, la no discriminación, la participación y el principio del interés superior del niño para garantizar su desarrollo integral y una vida digna.

En ese contexto, entre las propuestas que hace UNICEF en dicha Convención en el área de salud, se incluyen acciones básicas para la salud infantil, la salud de la mujer, nutrición, agua y saneamiento, como la promoción e impulso de la lactancia materna en los primeros seis meses de vida de un niño y el lavado de manos antes de cada comida para prevenir enfermedades.

Las propuestas no sólo abarcan las intervenciones clave en cada área, sino que también su costeo y alternativas para los mecanismos de financiación.

Estas propuestas se proyectan con miras a construir un país libre del hambre y la pobreza, y se basan en intervenciones en 125 municipios que muestran los índices más altos de pobreza, desnutrición y exclusión en Guatemala.

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