POR EDUARDO BLANDÓN
Colaboración
Como se sabe, mañana martes, luego de ser condecorado con La Orden del Quetzal, partirá de Guatemala para incorporarse con los hermanos de la Compañía de Jesús, en su provincia, y dedicarse en su patria a otros proyectos vinculados con lo suyo: la filosofía.
La academia ha sido todo en la vida del padre Gallo. Ha sido profesor, Vicerrector Académico, Decano, investigador, escritor… todo desde la Universidad Rafael Landívar en Guatemala, con la que ha estado ligado desde sus orígenes, hace más de 50 años.
Pero a la par de filósofo, o más aún, el padre Gallo ha sido un pastor dedicado al cuidado de sus ovejas. Lo atestiguan su presencia en la parroquia que asiste, el acompañamiento espiritual por medio de grupos con los que ha trabajado y los peregrinajes a diversas partes del mundo en busca de mantener viva la fe de sus fieles.
Lo cual demuestra que la entrevista al filósofo pastor de 90 años no sería nada fácil, según mis intereses testamentarios, a menos, claro está, que el padre así lo decidiera. Y para mi fortuna eso pasó cuando me dijo: “Le agradezco su interés por la entrevista, pero le pido que no me pregunte nada sobre mi vida. Eso ya está gastado”. Lo demás es historia.
Lo que tiene entre sus manos representa el interés del filósofo fecundo, curtido por la investigación y la pasión por la verdad, urgido por mostrar un horizonte a transitar. Advirtiendo a la vez, los peligros de la posmodernidad. Ese pensamiento fundado en una epistemología que no cree en la solidez del conocer.
Para ello, desafía a los jóvenes invitándolos a pensar, retándolos a escribir, a ir más allá de los pequeños ensayos dispersos y fragmentarios. Renueva el interés por un método filosófico fundado en la experiencia. Optimista, subraya las posibilidades guatemaltecas en virtud de una nueva generación de pensadores con sólida formación en las universidades, nacionales y extranjeras.
Este es su legado, su testamento intelectual, compartido para usted, lector del Diario La Hora.
Comencemos por su itinerario intelectual. ¿Cómo lo interpreta a la luz del tiempo, al ver hacia atrás?
Mire, yo no conocía Guatemala, por supuesto, antes de venir, sino por lo que leía y escuchaba dentro de la Compañía de Jesús. Igualmente, sabía que el deseo del Padre General consistía en aumentar la presencia de jesuitas en América. En ese sentido, a mí me tocó hacer mi tercera formación en Colombia, en Medellín, y de ahí vino la orden final de incorporarme con el grupo de Guatemala, que estaba organizando la nueva universidad.
Por lo tanto mi perspectiva era en concreto, después de evitar todas las posibilidades que había, entrar ya a esta actividad utilizando mi propia experiencia académica, luego de haberme preparado.
Yo hice mi teología en Barcelona y después terminé mi doctorado en Zúrich. Así que yo estaba preparado en cierto sentido para ese tipo de actividad. La idea principal consistía en entrar dentro de la actividad que se situaba en un mundo que conocía poco, pero que iría conociendo despacio. Siempre desde mi formación humanística que combinaba la filosofía con el conocimiento de la producción artística y literaria.
Ese fue el comienzo
Efectivamente así fue. Inmediatamente entré en una realidad que me llamó la atención, porque me interesaba por la diferencia de culturas en Guatemala, de la tradición, tanto en el mundo iconográfico, de los santos, de la escultura, del arte como de la parte arqueológica. Y tuve la suerte de encontrarme con algunas personas que ya estaban trabajando la línea arqueológica y todo lo que se había producido anteriormente. Con esto, a partir de la lectura, pude entrar en ese mundo complejo con la preparación que yo tenía que era más bien la organización de una filosofía universal, pero chocando con una situación real en el que habían culturas diferentes.
Y entonces existían diferencias entre el mundo de pensar occidental y el mundo real mezclado de Guatemala, que no se puede llamar todo occidental, porque además del occidental tiene la influencia del oriental, el cual le llegó del otro lado del mar. Todo eso, es difícil de realizar una combinación coherente y como usted pregunta el camino, el camino hay que hacerlo. Porque realmente no existía un modelo a ese nivel universitario. Existía la Usac por su puesto, pero no había un crecimiento en aquella época, era como una especie de situación estática, esa universidad producía sus licenciados pero no había un movimiento que visualizara la complejidad de la realidad guatemalteca. Claro había una tradición anterior que era la tradición de la dictadura y de la revolución, pero únicamente a nivel político, mientras a nivel cultural era bastante estático, con sus excepciones, pues ya existía Miguel Ángel Asturias, y existía la producción literaria anterior.
En el campo del arte por ejemplo había un vacío, después de la revolución empieza y viene a coincidir un poco con nuestra forma de pensar en nuestra universidad. Pero antes de 1940 la producción estética e iconográfica casi era inexistente, tanto que el primer grupo de grandes artistas yo los conocí aquí en Guatemala y esto fue precisamente la fase en que yo arranqué.
¿Cómo deja ahora el ámbito intelectual académico en Guatemala?
Se ha suscitado en Guatemala un movimiento fuerte en ese sentido, debido a que la Universidad Rafael Landívar creció dentro una situación de medio conflicto con la tradicional que era la Usac, pero al mismo tiempo poco a poco en Guatemala fue aumentado el número de universidades privadas, lo cual ayudó un poco a sacudir el contexto, ya que toda universidad tenía que aprovechar los servicios de los que ya estaban graduados, y estaban graduados en otra tónica, en otro ritmo de crecimiento, había influencia de Norteamérica, ya que algunos habían completados sus estudios en Estados Unidos.
Entonces una filosofía que podía dominar en este país, podía haber sido el análisis del lenguaje, pero tampoco había suficiente producción en ese sentido. Por ejemplo, el caso de Nery Castañeda que fue presidente de la sociedad americana de filosofía era un caso aislado. Sus discípulos se dispersaban prácticamente, los demás seguían dentro de una influencia muy suave de historia de la filosofía, de la filosofía tradicional, algunos de ellos sí leían a Kant y a alguno de los filósofos antiguos, pero no había la conciencia de un crecimiento en una metodología, en una línea filosófica.
Así, la presencia de la URL y el crecimiento de las diferentes universidades cambiaron el ritmo de crecimiento. De igual forma, el número de personas que se fueron a graduar y completar su formación en los Estados Unidos, Europa, etc., aumentó y por lo tanto la producción de intelectuales, tanto en la línea de por ejemplo el análisis crítico como en literatura o como en antropología y filosofía, se desarrolló.
Podemos decir que hubo un periodo más o menos contemporáneo en el que hemos trabajado desde 1960 al año 2000, esos momentos de crecimiento y de conciencia de la necesidad de tener títulos oficialmente reconocidos y de producir revistas. Hubo intentos de diferentes clases de revistas, que han llevado el título por ejemplo de análisis etnológico o algún otro ensayo en este caso.
Ahora no podemos decir lo mismo, porque en el siglo XXI, hay una dispersión en el mundo del pensamiento. Ya nadie está discutiendo entre fenomenología o un idealismo histórico o un materialismo social, ya esto perteneció al siglo XX, en el siglo XXI solo tenemos filósofos que escriben de filosofía, de ética, de estética pero sin una corriente definida, todo lo que era el movimiento del siglo XX se terminó, la mayoría de filósofos han desaparecido.
¿Cuál es el futuro de la filosofía? ¿Hacia dónde va?
El problema es que podamos utilizar ese período de fuertes pensadores, aunque muy contrastados entre cada uno de ellos, del siglo pasado, utilizarlo como método, como seguridad de una racionalidad que puede crecer, eso es lo que yo deseo.
Porque fuera de esa preocupación metodológica de tener una estructura racional, están los actuales filósofos que no se definen, que están en diferentes líneas, pero realmente no hay una producción atrevida dentro del mundo de la especulación. Así, se dedican al trabajo de comentario, de análisis técnico de algunas visiones culturales, de algunos aspectos de la literatura y de allí no pasan. Si queremos seguir teniendo filosofía, no hay más que engancharse al siglo XXI.
Usted sabe que en los Estados Unidos todavía domina la línea de la filosofía analítica, pero grandes avances no están ocurriendo. Se sigue analizando en campos muy específicos, descubriendo estructuras en el lenguaje, todo esto es un trabajo de las universidades pero que no produce.
En la línea por ejemplo ética, hay muy buenos profesores, que han publicado grandes obras, pero siempre condicionado por una parte que no es experimental, es decir empirismo lógico y por lo tanto desarrollan una concepción ética de valores que se relacionada con el mundo actual, no tienen capacidad de transformación. Porque no hay una base experimental, el empirismo lógico llega hasta el lenguaje pero no va más allá del lenguaje. Entonces no hay una posibilidad de resolver los problemas actuales, de una manera útil y efectiva para el cambio en la sociedad que exige una mejora.
Pero frente a dichos fenómenos estamos desarmados, no hay una ideología y una racionalidad común, y eso es un poco lo que sucede también no solo a nivel de la URL, donde hay un grupo de jesuitas actuales. También a nivel de la Compañía de Jesús.
¿Sucede igual entre los jesuitas?
La Compañía en general está también despistada por esa pluralidad de enfoques que niegan una verdadera racionalidad universal, entonces estamos en el mundo del discurso, donde cada uno desarrolla su propio discurso pero nada más. Por ello, las últimas reformas, o últimas indicaciones, vienen en ese sentido de recuperar filosofías sólidas, no importando cuáles, pero que tenga una metodología que sea compatible con nuestra manera de pensar, o sea con la fe.
Pero al mismo tiempo se le está dando plena libertad, pero dicha libertad es entregada a los que investigan, entonces exhorta a que haya una corriente dentro de los investigadores, para reconstruir lo que está destruido. La famosa reconstrucción, traducida al pensamiento en general no al lenguaje en particular, tiene que superar esa ausencia de una racionalidad como una plataforma común. Recuerde por ejemplo las Mil mesetas, pero cada meseta va por su cuenta, no hay comunicación la una con la otra, una se puede saltar a la otra pero claro uno traza un horizonte el cual está limitado y no tiene salida. Esa es un poco la idea de la situación actual.
Y eso tiene que ver con lo que usted hizo.
Por supuesto. Yo me aferré a la fenomenología como un medio, una metodología que puede ser desarrollada hoy porque remite a la experiencia. Entonces habrá que aplicar una filosofía a la experiencia actual, debería ser la tarea de los jóvenes que ya tienen su grado universitario, son doctores en filosofía, en un mundo solitario, donde nadie los comprende, pero ellos a través de la experiencia regresan a la comunidad hablante, a la comunidad cultural, a la cual tienen que seguir hablando, pero que tienen que conservar entre ellos la fe, entre una racionalidad tipo Husserl, Heidegger, Merleau Ponty o Gabriel Marcel, que vienen a coincidir en que hay una racionalidad en la cual podemos aferrarnos y luego sobre ella dialogar.
Renovándolo por su puesto con la capacidad que ellos tienen y con la experiencia nueva pero vinculada a la realidad actual que vivimos, pero con una plena fe en esa racionalidad universal humana, que ha sido abandonada, negándole la esencia de las cosas, negándole la verdad.
Parece que lo que hay ahora solo son enfoques, discursos aislados y con pocas pretensiones. Renace una especie de sofística contemporánea.
Sí, con la diferencia que los sofistas dudaban de la capacidad de ponerse de acuerdo, entonces se fiaban de las palabras, iban desarrollando las palabras pensando que con eso convencían y eso era una verdad, se lograba convencer al otro para que le pagara, para que aplicara las leyes que el enseñaba, pero hoy no sucede eso.
Ya no hay sistemas filosóficos como los hubo en el pasado.
Efectivamente. Eso es efecto de lo acontecido a finales del siglo pasado. Recuerde que algunas teorías negaron una realidad esencial de las cosas, niegan la misma experiencia. Si las cosas no tienen realidad ¿Qué clase de experiencia puede haber? La experiencia llega a ser puramente la experiencia que yo interpreto, la cual te conduce a mi discurso pero no a la adhesión a una realidad que se da que como yo la percibo. En filosofía no se puede hacer eso porque entonces habría que creer en esa falta absoluta de racionalidad para hacer una serie de opiniones.
“Existían diferencias entre el mundo de pensar occidental y el mundo real mezclado de Guatemala, que no se puede llamar todo occidental, porque además del occidental tiene la influencia del oriental, el cual le llegó del otro lado del mar”.
“Usted sabe que en los Estados Unidos todavía domina la línea de la filosofía analítica, pero grandes avances no están ocurriendo. Se sigue analizando en campos muy específicos, descubriendo estructuras en el lenguaje, todo esto es un trabajo de las universidades, pero que no produce”.
“Había una tradición anterior que era la tradición de la dictadura y de la revolución, pero únicamente a nivel político, mientras a nivel cultural era bastante estático, con sus excepciones, pues ya existía Miguel Ángel Asturias, y existía la producción literaria anterior”.