POR MANUEL RODRÍGUEZ
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El 14 de junio de 2010, la Municipalidad de Guatemala bautizó el paso a desnivel que conecta la 15 avenida de la zona 13 con la 7ª avenida de la zona 9, con el nombre del expresidente Jorge Ubico, situación que originó gran cantidad de críticas en diferentes sectores de la sociedad civil, principalmente en activistas de derechos humanos.

El descontento de estos grupos aumentó cuando la comuna capitalina nombró al viaducto que une de manera subterránea el flujo vehicular de los bulevares Vista Hermosa y Landívar en la zona 15, como Rafael Carrera, en honor al expresidente de Guatemala, caudillo militar que gobernó en el país desde 1854 hasta su muerte en 1865.

Finalmente, con una inversión de Q38 millones, el gobierno de Guatemala espera facilitar la locomoción en el municipio de Mixco, con la construcción de un paso a desnivel que beneficiaría a unos 800 mil automovilistas que diariamente transitan por este sector. La obra de infraestructura tendrá el nombre del expresidente Justo Rufino Barrios y unirá a la calzada Roosevelt con la calle Mateo Flores, así como la entrada a la colonia Molino de las Flores.

Cabe decir que existen otros monumentos que se erigieron en el pasado para exaltar la figura del “Reformador”, como la Torre de la zona 4 que lleva el mismo nombre o la Plaza Barrios, frente a la antigua Estación del Ferrocarril y donde casualmente funciona uno de los portales de transferencia de pasajeros del sistema de buses Transmetro, operado por la Muni de la ciudad capital.

UN POCO DE HISTORIA

_Repo9_1bSegún el Diccionario Histórico Biográfico (2004), Jorge Ubico, presidente de Guatemala de 1931 a 1944, entre otras cosas se caracterizaba por incluir dentro de sus políticas la llamada Ley Fuga, que consistía en eliminar físicamente a los presos políticos o a quienes consideraba enemigos del régimen. Según la misma fuente, la Ley Fuga consistía en liberar a un preso en un lugar desolado y dispararle por la espalda, para después aducir que había muerto mientras trataba de escapar.

Así también, el texto hace alusión al mandatario como un general que garantizó la seguridad y mantuvo la economía del país en niveles estables, pero que evidenció actitudes fascistas y represivas contra la oposición e instauró trabajos forzados para personas pobres.

Respecto a Rafael Carrera, de acuerdo al libro “Guatemala, linaje y racismo”, se recuerda al expresidente ultra conservador que utilizaba métodos poco democráticos para ejercer el poder. Asimismo, se hace énfasis en que Carrera es conocido por algunos sectores como otro dictador, pues si bien el país creció en términos económicos durante su gestión, era a base de crueldad y brutalidad.

El documento también perpetúa su participación en la “Batalla de la Arada”, la más importante gesta militar de Guatemala, estudiada por estrategas de academias militares del mundo como una muestra de brillantez. La misma fue en defensa de la agresión de los liberales que pretendían extender su dominio sobre la conservadora Guatemala.

En último lugar se menciona a Justo Rufino Barrios, referente político recordado por sus reformas políticas y sociales, acciones por las que los guatemaltecos de antaño lo nombraron “El Reformador”, pero que también fue reprochado por el despojo de tierras a los pueblos indígenas y a la Iglesia Católica así como por establecer privilegios al sector cafetalero.

Todas las figuras históricas, como es natural, tienen luces y sombras que se traducen en admiradores y detractores.

IDEOLOGÍA DE LOS LIBERALES

Haciendo un recorrido desde la Plaza del Papa, al final de la Avenida de las Américas, hasta el Hipódromo del Norte en la zona 2, La Hora pudo constatar que todos los monumentos, plazas y pasos a desnivel corresponden a personajes masculinos, ladinos, mestizos o criollos de la historia política, eclesial y militar de Guatemala. Apenas se puede ubicar a un escritor, Miguel Ángel Asturias.

En medio de todos los homenajeados se encuentran también las estatuas de solo dos mujeres: la de una madre con un niño en brazos y la de Dolores Bedoya de Molina.

En el primer caso, el símbolo corresponde a la mujer, como categoría universal sin nombre propio, dedicada a la maternidad. En el segundo, la efigie de una prócer de la independencia, que no firmó el Acta como sí lo hizo su esposo, Pedro Molina, pero que la noche del 14 de septiembre de 1821, convocó a muchos para que apoyaran la gesta, que hoy en día para algunos sociólogos, fue un suceso ilusionista no para liberar a Guatemala de la corona española sino para liberar a los criollos de ella. Poco se dice, sin embargo, que los Próceres actuaron en defensa de sus intereses económicos y no buscando libertad del pueblo.

Según el historiador, Miguel Ángel Álvarez, todo nombramiento tiene una explicación. El cronista inicia comentando que el bautizar con nombres propios calles, monumentos, plazas, puentes y cualquier otro proyecto de infraestructura, es una tradición que viene desde la época de la Reforma Liberal en 1871, pues los liberales aprovechaban cualquier espacio para exaltar el triunfo sobre los grupos conservadores del país.

En ese sentido, Álvarez supone que cuando la Municipalidad de Guatemala nombró el paso a desnivel Jorge Ubico, también fue para establecer una conexión con el Monumento a la Raza que fue erigido en honor a las 22 etnias indígenas del país y está ubicado justo encima de ese viaducto.

“Es un agradecimiento al general Jorge Ubico por haber suprimido el reglamento de jornaleros, porque liberó al pueblo indígena de la carga que le había impuesto el general Justo Rufino Barrios con dicho reglamento. En este caso entonces hay una conexión histórica entre el agradecimiento de los indígenas a Ubico”, declara.

Otro ejemplo del dominio de los liberales en cuanto al nombre de las obras, dice el historiador, es el viaducto Rafael Carrera, al cual califica como un personaje controversial, pero que en el pasado “dirigió sus ejércitos hacia el oriente del país y por eso el paso a desnivel que lleva su nombre está en una zona que conecta precisamente al oriente”.

De igual modo, hace hincapié en que tanto la Plaza Barrios como la Torre del Reformador son de la época de Jorge Ubico, y por ser ahijado de Justo Rufino Barrios, el general Ubico nombró estas dos obras en conmemoración del centenario del nacimiento de Barrios en 1935.

“Lo que pasa es que en 1970 se trasladó la estatua de Barrios a la Avenida Las Américas y la actual administración municipal tratando de rescatar el Centro Histórico, recupera la Plaza Barrios que estaba totalmente abandonada, pero que el nombre nunca lo perdió y lo que se hizo fue una restauración, llevando de vuelta el monumento de Barrios a donde está ahora”, agrega el entrevistado.

Consultado sobre el descontento y rechazo que generan en algunos grupos estos nombramientos, Álvarez con cautela responde que independientemente del criterio de las autoridades actuales, la sociedad en general debe ser tolerante y no llamar a la anarquía, refiriéndose a que no es posible complacer a cada persona que quiera colocar a una obra, el nombre de su preferencia.

“Lo que si es cierto es que se ha olvidado a artistas, deportistas, al guatemalteco que destaca y no solo en la ciudad de Guatemala, sino a nivel nacional. Hay mucho guatemalteco que no es político, pero que necesita un reconocimiento público para perpetuarse también al futuro, como el grande de la música Joaquín Orellana, literatos, escritores, compositores y eventos destacados en la historia”, subraya el cronista de la Ciudad.

EN TOTAL RECHAZO

_Repo9_3Como se mencionó, una ola de críticas generó la decisión de la Municipalidad de Guatemala, de bautizar con el nombre del general Jorge Ubico un paso a desnivel en un bulevar de la ciudad. De igual forma, llovieron los reclamos cuando nombraron Rafael Carrera al viaducto de la zona 16.

Las expresiones de rechazo en 2010 provenían desde el vicepresidente, Rafael Espada, a historiadores, académicos y religiosos, quienes estimaban que rendir tributo a dos exdictadores, no contribuía con el fortalecimiento de la democracia del país. A su vez, el obispo Álvaro Ramazzini, opinaba que la decisión tomada por la alcaldía era una equivocación política e histórica.

Para Edgar Reyes, abogado del Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos –CALDH– este tipo de decisiones refleja la personalidad, la ideología y el carácter del alcalde de la ciudad de Guatemala, Álvaro Arzú.

“Ambos (Ubico y Carrera) reflejan parte de lo que es Arzú… alguien enérgico que no hace caso. Considero que ponerle esos nombres a pasos a desnivel en estos tiempos no es lo más apropiado, es como resucitar dictaduras y Guatemala merece respeto”, dice Reyes.

El activista recalca que es preciso recordar que aún hay descendientes de aquellas épocas y “que lucharon por las injusticias”. Además, señala que hay personalidades en el país que han aportado mejores cosas y por lo tanto, merecen igual reconocimiento por parte de las autoridades ediles.

El entrevistado considera que ponerle el nombre de un dictador a las obras de infraestructura es una ofensa a la memoria histórica de los pueblos indígenas y no ayuda a la reconciliación; añadiendo que el problema radica en que el guatemalteco no tiene memoria histórica y por eso justifica el nombre de las obras con las supuestas labores y hazañas del pasado, en detrimento de la memoria de víctimas y el respeto a los derechos humanos.

Finalmente, el representante de CALDH hace énfasis en que el viaducto está bajo el Monumento a la Raza, por lo que se debió llamar igual, o “de los pueblos indígenas”, así como el viaducto Tecún Umán, que lleva ese nombre porque ahí se encuentra la estatua de ese personaje.

“Ubico fue una persona que discriminó a la población, no se preocupó de los pobres, y encima pareciera que ahora estamos viviendo una tendencia de que la solución a los problemas del país es con fuerzas represivas, al igual que aquellos días”, puntualiza.

POLÍTICA DE ARZÚ

Consultado sobre el tema, Carlos Sandoval, vocero de la Municipalidad de Guatemala, aclara que parte de la política municipal es reconocer a los líderes nacionales que han sido parte de la historia del país y revalorizar su labor durante su mandato presidencial, para que los guatemaltecos lo tomen como un referente y lo recuerden “con el respeto que se merece”.

No obstante, afirma que aunque las obras son autorizadas por la comuna, es el alcalde capitalino Álvaro Arzú, quien influye en la decisión del Concejo Municipal para nombrar un paso a desnivel o crear un espacio para una plaza, pues es una de sus atribuciones como jefe edil.

El portavoz admite que en algunos casos se hacen las consultas con los Comités Únicos de Barrio, alcaldes auxiliares y juntas de vecinos, pero se trata de utilizar en pocas ocasiones este recurso, con el argumento de no poder consultarles a todos los vecinos “porque tendríamos una infinidad de nombres y nunca van a quedar contentos y conformes todos”.

“No tiene nada que ver con preferencias políticas, partidarias ni ideológicas del alcalde al colocar el nombre de una personalidad a una obra de infraestructura. Además con el nombre de un paso a desnivel no se está cambiando nada, no se está afectando ni dañando el proyecto… al final de cuentas la historia es historia y hay que respetarla como tal”, enunció Sandoval.

El jefe de Comunicación Social de la Muni reconoce que siempre han existido opiniones a favor y en contra sobre esta situación, no obstante aclara a los inconformes que en ningún momento se bautiza a los proyectos para ofenderlos, sino para apoyar la gestión política de un personaje siguiendo un patrón de expresidentes guatemaltecos así como figuras nacionales e internacionales.

“En la administración del alcalde Arzú se han hecho trece pasos a desnivel (incluyendo los más recientes, Erick Barrondo y Papa Francisco) y nunca hemos pretendido marginar a ciertos personajes por la etnia, religión o grupo social. Claro que consideramos importante darle espacio a todos en las obras que se hacen e imagino que más adelante podría incluso haber un paso a desnivel para el actual presidente o para Álvaro Colom, en fin, obras y proyecto hay y ellos forman parte de nuestra historia como país.”, justifica el comunicador.


“NO DEBE SER UN CULTO AL EGO”

Según fuentes oficiales, dentro de la ciudad capital hay 268 obras de infraestructura, entre monumentos, plazas, pasos a desnivel y bustos, de los cuales la comuna capitalina tiene a su cargo 170; los demás están en manos de entes privados o se ubican dentro de instituciones del Estado, como el monumento Dr. Carlos Alfonso González Orellana, en el interior del Ministerio de Educación, zona 10 o la estatua de Efraín Recinos, en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias.

En ese contexto, Javier Zepeda, director ejecutivo de la Cámara de Industria de Guatemala, opina que aunque sea a criterio de las autoridades ediles colocar y nombrar ciertos proyectos, esa metodología no debe convertirse en una batalla ideológica ni en culto al ego personal de Arzú, tomando en cuenta que “hay muchos héroes anónimos que no tienen un monumento y que probablemente han hecho mucho más que cualquier otro que sí cuenta con uno”.

El empresario sugiere crear una comisión específica donde participe el sector público y privado junto con la sociedad civil para que el proceso de nombres a calles, puentes y otras obras sea transparente, participativo y no siga generando más confrontación sin dejar de resaltar la identidad nacional.

“No hay que ideologizar el tema y no debería haber una discusión de otro nivel porque hay temas más importantes que discutir que este tipo de situaciones que los grupos de derechos humanos denuncian pues como país debemos buscar cosas que nos unan y no buscar problemas en donde ya se sabe que nunca se va a quedar bien con todo el mundo”, culmina el representante de la CIG.

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