POR REGINA PÉREZ
rperez@lahora.com.gt
Háblenos de su propuesta política, Convergencia por la Revolución Democrática.
Es un movimiento que está creciendo, empezó a gestarse desde este año, producto de unas conversaciones entre Plataforma Ciudadana, que es el movimiento que yo dirijo, más otras organizaciones del interior de la República, preocupadas por tener una alternativa de izquierda en el próximo evento electoral. De izquierda revolucionaria, democrática y progresista, le llamamos nosotros, porque eso es lo que no está ahora en la oferta. Está la izquierda socialdemócrata, que es la UNE, los de la URNG…
¿Podríamos definir de izquierda a la UNE?
Yo no la defino como de izquierda pero navegan con una bandera social y así lo ve la derecha. La derecha ve a doña Sandra y a la UNE como una propuesta de izquierda aceptada por el sistema. Nosotros en cambio venimos de abajo, desde la marginalidad política y lo que pretendemos es desarrollar un enfoque revolucionario del momento político del sistema político y económico. Entonces nos juntamos varias organizaciones y decidimos impulsar esta plataforma que se llama Convergencia por la Revolución Democrática. Convergencia porque es la reunión de varias fuerzas, Democrática y Revolucionaria porque buscamos hacer una revolución del sistema político y económico. Y por el momento no pensamos en ninguna candidatura presidencial sino solo puestos de elección popular a nivel local y a nivel del Congreso.
¿Quiénes componen actualmente la Convergencia por la Revolución Democrática y Revolucionaria?
De las organizaciones que ya están, Plataforma Ciudadana, el Comité Campesino del Altiplano (CCDA) y la Asociación de Jóvenes para el Desarrollo y Rescate Social (AJODER). que tiene ramificaciones a nivel nacional. Esas son las organizaciones más grandes que la componen. Para presentar candidatos a elección popular haremos una alianza con el partido Alternativa Nueva Nación (ANN). Este partido ya aceptó, van a cambiar su nombre en su asamblea en noviembre, a CRD. Esta agrupación política va a expresar la fusión de todas estas organizaciones.
Usted habla de revolución y uno de los grandes problemas del sistema político es el financiamiento de los partidos. ¿Cómo hará la Convergencia Democrática Revolucionaria para no ser víctima de los financistas como todos los partidos políticos, aunque sea por aportes pequeños?
Lo que estamos resolviendo es que como cada organización tiene su propio esfuerzo de financiamiento, algunos vienen de cooperación internacional, otros de proyectos productivos que se manejan en cooperativas, por ejemplo las cooperativas de Petén y Santa Rosa. En nuestro caso tenemos financiamiento de la Fundación Friedrich Ebert para actividades concretas. A la hora de la campaña, hay un fondo que tiene ANN, y cada quien irá consiguiendo sus propios financistas a nivel individual. Estamos conscientes de que no van a ser las cantidades que los grandes partidos manejan pero sí va a ser un aporte decente.
¿Por qué considera que la izquierda no ha tenido éxito en el plano político en Guatemala?
Por varias razones. La dirigencia que firmó los Acuerdos de Paz traía un esquema muy propio de la guerra de hacer política y por otro lado la generación, que eran los cuadros medios, tenían cuarenta años y se fueron acomodando al sistema y dejaron abandonado el movimiento social, pero ahora hay una nueva generación que retoma la bandera de la lucha histórica de este pueblo y decimos “la izquierda revolucionaria está de vuelta”. Ese el mensaje central. Y queremos decir presente en el actual panorama electoral, donde solo se venden discursos de derecha, pro mercado, de indiferencia social y de seguir alimentando un Estado débil y corrupto y lleno de mafias. Queremos rescatar la economía en función de las mayorías y enfrentar las mafias que ahora son obvias para la opinión pública. Con esto queremos darles una nota de esperanza al electorado, que sí hay ofertas, que hay una opción seria, desde abajo y desde la izquierda.
En ese sentido, de parte de la población existe no solo desconfianza sino que la izquierda dejó cierta decepción, que se nota cuando la gente dice “no hay izquierda” o “que son iguales que la derecha”. ¿Cómo buscarán atrapar a un electorado desconfiado?
Es un discurso anti-izquierda, que ha sido alimentado por el propio sistema, por la propia derecha y fundamentalmente por el propio ejército. Es un discurso de temor alimentado por los años de terror en Guatemala. Y por un discurso de neoliberal que dice que todos los partidos políticos son iguales, que todas las izquierdas y derechas son iguales, que todos los políticos son iguales. Nosotros decimos que eso no es cierto y que la política sigue siendo el mejor instrumento para cambiar las cosas y que del espectro partidario, ideológico político, es la izquierda la que tiene una solución nacional, trascendental, porque es inclusiva, porque rompe con la exclusión social, porque incorpora a los pueblos indígenas, porque quiere rescatar a las clases medias. Porque quiere incorporar a todos los marginados sociales, como el movimiento gay, de lesbianas, los artistas, todo este colectivo que está marginado por el sistema, aquí les damos libertad… Hay una inquietud ahorita de rompimiento con el actual estado de cosas, el actual discurso… por generar algo nuevo, por el hartazgo que genera la política y la corrupción, porque no hay solución en las elecciones que son vistas como una gran incertidumbre, porque no hay certeza de cambio. Esa incertidumbre tiene que ver porque no hay opciones en función de la mayoría. Por eso le decimos al electorado “nosotros, la izquierda revolucionaria, democrática, progresista, renovada, moderna, sí queremos ser una alternativa”.
Por otro lado, en Guatemala, al igual que en otros países, es difícil que los partidos políticos que no tienen financiamiento lleguen al electorado de la manera en que quieren. ¿Cómo sortearán este obstáculo?
Las leyes del mercado en la política, lo que han hecho es que sean supermillonarias en sus costos. Estamos hablando de cantidades que nosotros no podemos costear. Salir de la marginalidad política va a ser difícil pero tenemos la mayor de las ventajas que es una solvencia moral y una ventaja de altivez política frente a este sistema putrefacto. Lo que queremos es apelar a las conciencias, al sentimiento más profundo de indignación. Cada organización tiene su propio financiamiento y aporte. Se trata de hacer una especie de cuchubal colectivo que nos lleve a hacer una campaña decente.
En su agenda política habla sobre la refundación del Estado, ¿cómo llevarían esto a cabo?
Las urnas electorales ya no son el mecanismo de cambio político en Guatemala. Y lo que esto demuestra es que todo el sistema se volvió corrupto y estancado en un mismo mecanismo del síndrome del hámster, que es dar vuelta sobre lo mismo. Lo que proponemos es una refundación del Estado a través de una Asamblea Nacional Constituyente, que más bien sería una Asamblea Destituyente porque es para sacar a toda la clase política corrupta actual y a los factores de poder que dominan, que es la casta burguesa, oligárquica y las mafias del narcotráfico y de la impunidad. Nosotros sí queremos refundar todo esto, porque hay que hacer una nueva República, una nueva democracia que le devuelva el contenido a la democracia y eso implica revisar la Constitución desde sus bases. Implica revisar la Ley Electoral y de Partidos Políticos, la Ley de Servicio Civil, la Ley de Compras y Contrataciones, todo esto que ellos no quieren mover porque les beneficia, nosotros sí estamos dispuestos a reformarlo.
¿Y cómo se realizaría la Asamblea Nacional Constituyente?
Queremos hacer un movimiento ciudadano para recolectar firmas y llevarlas al Congreso de la República y solicitarla (la ANC), pero también tenemos el compromiso de que cuando tengamos una bancada grande, impulsarla en el Congreso. Con 10 diputados, podemos promover la Asamblea. Y desde adentro y desde afuera queremos mover el sistema y cambiarlo. La diferencia con la del 84 es que esa Asamblea se convocó en las entrañas de la dictadura y solo participaron tres partidos, uno de centro, otro de derecha y uno de izquierda, que era la Democracia Cristiana. Pero también participaron comités cívicos. El decreto de convocatoria de la Asamblea tendría que promover que participen comités cívicos, nacionales, departamentales y locales. Nuestro compromiso con la ANC es que participen los partidos serios y los comités cívicos.
Usted plantea como alternativa, la realización de una ANC. ¿Ahora bien, no sería eso solo entregarle más poder a los partidos que ahora han dictado las reglas que los tienen en la “gloria”? ¿Qué puede hacer cambiar (a los partidos y los políticos) un sistema que los tiene muy cómodos?
La demanda de la ANC, que nosotros hemos llamado incluso “Asamblea Destituyente”, porque es un llamado a la opinión pública para que se movilice a reformar a fondo el sistema político. Ya en el Congreso lo que se llamaría, jurídicamente hablando es una ANC, lo haríamos mediante una recolección de firmas para presentarlas al Congreso. Y cuando tengamos una bancada, echar a andar la Constituyente. La convocatoria de la Constituyente tiene que ser bastante amplia que incluya, no solo partidos con representación en el Congreso en la próxima legislatura, sino también comités cívicos, locales y regionales. Estamos construyendo el proceso para que sea inclusivo y no solo de los partidos. Es inevitable que los partidos actuales tengan alguna repercusión pero debería ser no de la proporción actual.
¿Están abiertos a otros grupos políticos y organizaciones afines?
Sí, a todas las organizaciones posibles. El anuncio de la conformación de la Convergencia ha provocado inquietud en varias organizaciones a nivel nacional. También hay personalidades como Mario Roberto Morales y otros que están con inquietud de sumarse y diseñar un plan de gobierno y un plan de nación inclusivo y democrático. Pero lo que no va a pasar es una reunión con otras agrupaciones políticas. Todos los partidos que están en el Congreso ahora, los consideramos transeros y traidores, con ellos no podemos tener ningún tipo de alianza. Y hablo de todos.
¿Alternativa Nueva Nación no tiene representación en el Congreso?
No, no tiene, eso facilitó la negociación con ellos ya que no había candidaturas que fueran a perjudicar nuestra relación.
¿Como alternativa política están tomando en cuenta a las organizaciones de base?
Organizaciones nacionales y de base. Hemos tenido conversaciones con el Consejo de Pueblos de Occidente (CPO) y posiblemente tendremos candidaturas de base del Consejo.
¿Considera que en Guatemala existe lugar para la izquierda?
Debe existir, si en todos los países civilizados la izquierda es un factor determinante en el diálogo y en el equilibrio de poderes. Solo en Guatemala hemos tenido una marginalidad enorme, producto de errores propios pero también de la pesada dictadura neoliberal que hay en el país, más el saldo de la guerra que hizo limpieza social contra los líderes de izquierda. Hoy deberían haber movimientos en función de la alcaldía capitalina, por ejemplo, que siempre fue ganada pero que ahora no hay ninguna posibilidad.
Tras el juicio de Ríos Montt la polarización “derecha-izquierda” alcanzó niveles similares al conflicto armado. ¿Cómo lidiar con esa polarización?
Es una polarización que refleja que hay saldos en materia de reconciliación. Nosotros le apostamos a construir procesos de reconciliación que pasen por la recuperación de la memoria histórica, que no necesariamente signifique más juicios. Estando en el Congreso no podemos impulsar ese tipo de procesos. Son las víctimas las que lo hacen. Lo que sí es que hay que tener una política de búsqueda de niños desaparecidos, de cementerios de detenidos-desaparecidos, la ley de desaparición forzada, ya con independencia de las Cortes. No sería avivar más la polarización. Sin embargo, en este momento aunque la izquierda simbólica y social sea relevante, la izquierda política sigue siendo marginal y minoritaria. Y lo que nosotros queremos es que la izquierda política crezca, que la Convergencia crezca.
¿Se identifica la CDR con algún movimiento de América Latina y por qué?
Nos identificamos con los procesos de emancipación de América del Sur, especialmente en la recuperación de los recursos públicos, la visión de una soberanía del Estado en materia económica, tanto frente a los mercados como frente a las corporaciones. Y una defensa de lo público ante las privatizaciones. Todos estos procesos de América Latina, especialmente del Sur, están marcados por los procesos constituyentes que han pasado por eso… No queremos desaprovechar que la refundación tiene bastante justificación, porque tenemos una Constitución heredada de la dictadura y hay que revisarla a fondo para salvar este sistema que está al borde del precipicio.
Ahora hay una nueva generación que retoma la bandera de la lucha histórica de este pueblo y decimos “la izquierda revolucionaria está de vuelta”.
Álvaro Velásquez, coordinador de Plataforma Ciudadana