POR PAOLINA ALBANI
palbani@lahora.com.gt

El psicólogo a cargo del proyecto Kiplin, Pedro Samayoa Arenales, explica que las experiencias negativas que se desarrollan en el transporte público influyen en el rendimiento laboral de las personas, además de impactar la salud de los usuarios por las situaciones de violencia que se dan dentro y fuera de estos vehículos, como los asaltos, muertes y enfados que generan síntomas de estrés.

Estas actitudes de enojo o frustración en los usuarios suelen generar conductas violentas hacia los pilotos y sus ayudantes, y tienden a reproducirse en una espiral, explica el experto.

Por otro lado, la insatisfacción de los pasajeros deviene del sistema de transporte en su totalidad, pues factores como el caos vial provocado por la alta carga vehicular, la imprudencia de los conductores que buscan llegar a su destino rápidamente, el cobro excesivo del pasaje, el maltrato, el mal cuidado de la estructura del vehículo, entre otros, provocan el rechazo de los guatemaltecos hacia este servicio.

Estas deficiencias demuestran no solo la mala calidad del transporte, sino el continuo abuso a la dignidad de las personas, señala Samayoa.

SIN OTRA ALTERNATIVA
_Repo6_1cA pesar del panorama antes descrito, las unidades siguen circulando. Es del conocimiento público que los buses sobrecargados aceptan llevar a personas en las escaleras de entrada o salida del bus, aun cuando este hecho es sancionado por el Reglamento de Tránsito. Queda entonces preguntarse por qué los guatemaltecos utilizan un transporte que tiene más defectos que beneficios.

Para el experto en psicología, algunas personas no protestan por las condiciones del cobro y de transporte que ofrecen los pilotos, actitud que podría fácilmente tomarse como indiferencia, pero verdaderamente el silencio se debe a dos causas: la primera, el complejo de inferioridad en el que esquemas mentales como: “porque soy pobre me aguanto” dan sustento a estas actitudes, y la segunda es el conformismo.

Una de las usuarias, quien se identificó como Silvia Morales, explica que las personas continúan haciendo uso de este bien por “necesidad” y porque no tienen otra alternativa para movilizarse.

En las mañanas en la Calzada San Juan es “demasiado” difícil tomar un bus –dice- todos pasan llenos y en la parada ya hay una cierta cantidad de personas esperando otro bus, “así que en donde te podés subir, te subís”.

Los autores del libro la Mediación Pedagógica para la Educación Popular, Francisco Gutiérrez y Daniel Prieto, explican que “ante experiencias negativas, la gente organiza sistemas de defensa para no equivocarse de nuevo, para no sufrir otra vez un desengaño”, lo que se relaciona con la tolerancia como el método de subsistencia de este sistema.

Ante esto, las asociaciones de empresarios y la Municipalidad de Guatemala, encargados del transporte público, indican que no cuentan con los recursos para optimizar este servicio y que no podrían sacar de circulación a las unidades que incumplen con las normas pues no hay otros buses, ni pilotos que les reemplacen a los actuales.

Una de las propuestas para mejorar el servicio de buses ha sido el aumento al pasaje, pero Yojana Cabañas, vicepresidente de la Asociación de Usuarios del Transporte Urbano y Extraurbano (AUTUE) refiere, en un artículo de La Hora, que la aplicación de una mayor tarifa no sería una garantía para mejorar la calidad del servicio.

Otra de las propuestas ha sido aumentar el número de unidades que circulan para abastecer la demanda, pero el psicólogo explica que la compra de más buses no es la solución a la problemática que se vive, para ello se necesitan consensos de parte de la sociedad civil, autoridades y empresarios para garantizar un mejor servicio, trato, costo justo, y seguridad dentro y fuera de las unidades.

Actualmente, en la Ciudad de Guatemala circulan 3 mil 221 buses, de los cuales 2 mil 776 son los viejos buses rojos y solo 445 son Transurbanos.

INTERESES
El guatemalteco también resulta afectado a causa de la escasez de unidades. Es común observar ciertas paradas en las que las colas de personas rebasan varias cuadras como en la 10a calle de la zona 1.

En esta situación se evidencia una mala distribución de las unidades de transporte como ocurre con los buses con ruta para El Trébol que pasan frecuentemente en las paradas, mientras que las que se dirigen a El Obelisco pueden tardarse hasta media hora en pasar.

Todo parece que la oferta de transporte público se ha manejado desde la perspectiva equivocada pues entre los empresarios –dueños de los buses– no se ha pensado en la eficiencia del servicio sino en cómo generar más ganancias con menos inversión. Esto explica el deterioro y mal cuidado de la estructura de los vehículos.

Aún no han comprendido que las mejoras al servicio van en función del incremento de las ganancias, dice Samayoa quien como alternativa propone que una mejor distribución de los buses de acuerdo a las rutas y su demanda.

CONSECUENCIAS
Una de las consecuencias del deficiente servicio de transporte es que muchos usuarios han optado por financiar su transporte personal, otros muchos sin la capacidad económica para lograrlo se resisten a la idea de viajar en buses inseguros, lo que prueba una vez más el alto grado de rechazo que la población guatemalteca ha desarrollado hacia el transporte público.

De igual manera, el retraso de los buses en las paradas influye en la impuntualidad de los guatemaltecos a sus trabajos.

VIOLENCIA
En lo que va del año, la violencia que rodea al transporte público se ha traducido en 15 personas heridas al saltar de las unidades durante un asalto. Mientras tanto, 20 personas han fallecido, en el mismo período, a causa de heridas de arma de fuego, según información de los Bomberos Voluntarios.

Un punto a resaltar es que en su mayoría las muertes han tenido por escenario a buses del transporte extraurbano, específicamente en rutas que se dirigen al oriente del país.

ALGUNAS EXPERIENCIAS
Las experiencias recolectadas entre tres usuarios dejaron ver que los aspectos por mejorar al transporte son esenciales y urgentes.

Los buses más riesgosas para viajar por la velocidad en la que son conducidas son las que van al Milagro –dice Morales-, misma ruta en la que no ha recibido buen trato de parte de los ayudantes y pilotos de las camionetas.

“Solo para salir de la colonia -Belén- en las mañanas se tardan más o menos hora y media… luego en las tardes pareciera que buses no hay entre las 3:30 y 4:30 horas, ya a las 4:30 horas empiezan a cobrar dos quetzales y si les dices a los policías de Emetra ni te ponen atención”, refiere la entrevistada.

Asimismo, los buses que pasan por la 15 calle y 4 avenida de la zona 1 casi no paran, “no te podes dejar del trato que ellos dan, al final son servidores públicos, aunque ellos aún no estén ni enterados”, expresa. Otra de las quejas tiene que ver con la manera inadecuada de conducir ya que “frenan todo el tiempo sin aviso”, además “no se esperan que uno suba”.

En cuanto a los asaltos, Morales dice que la han asaltado dos veces en el bus, hechos que han provocado su enojo y frustración. “Si siento que van a asaltar mejor me bajo”, explica.

Por su lado, Jazmín Aguilar, estudiante de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), dice que ha presenciado asalto a buses por celulares. Durante una semana seguida los asaltos fueron recurrentes a la misma ruta que se dirige hacia la Universidad, “se ha vuelto una calamidad… a mi hermano hace una semana le sacaron de su mochila su celular”, cuenta.

La entrevistada también se queja del comportamiento de algunos usuarios, “existen hombres depravados que se sientan a tu lado para tocarte o masturbarse cerca de ti”.
Daniel Escobar, usuario, recuerda que cuando se insertaron las nuevas unidades del Transurbano las parada tenían seguridad y guías ciudadanas, meses después la presencia de seguridad en las paradas desapareció y los buses ahora se notan descuidados, sucios y deteriorados.

Igualmente, los viajes en bus de su casa a la Usac no son tranquilos. Aunque asegura que no lo han asaltado, dice estar alerta todo el tiempo, de quienes suben y quienes bajan de los mismos.

“Lo que yo no sé es quién va en el bus y quién pueda bajarse en el mismo lugar que yo y ya en la calle actuar –asaltarlo-”.

Las condiciones en las que miles de guatemaltecos se oponen al sistema de transporte actual, demuestra que diferentes problemáticas no se han abordado de manera integral, por ejemplo, el problema de la delincuencia no se ha tomado como un problema ligado al transporte sino separado de éste, hecho que se refleja en la inversión de compra de unidades, como alternativa para mejorar el servicio, y no la implementación de sistemas de seguridad.


MANO DE OBRA CALIFICADA

_Repo6_1bÁlvaro Folgar, de la Asociación de Propietarios de Autobuses Urbanos de Guatemala (Asopagua), refiere que debido a la violencia “ya no hay mano de obra calificada”, pues las extorsiones han ahuyentado a los pocos pilotos que quedaban y le han arrebatado la vida a otros tantos.

El terror que se vive en las calles aun a plena luz del día, revela la causa del aumento en las faltas a la Ley de Tránsito, el mal servicio al cliente y los abusos de poder que los pilotos cometen a diario.

En este punto, el vocero de la Municipalidad, Carlos Sandoval, indica que anualmente se realizan capacitaciones a los pilotos y se les entrega un carné de identificación con los datos de la ruta y empresa para la que labora. Los cursos abordan distintas temáticas como la seguridad vial y la atención al cliente.

Según Sandoval, a pesar de que estos cursos han funcionado para mejorar el trabajo de los pilotos, los conductores aun no respetan ciertas normas viales por lo que no han podido evitar las remisiones.

El 65 por ciento de las sanciones contra pilotos se deben a abusos contra el usuario, como el cobro de tarifas altas, y el 35 por ciento por faltas, como deficiencia en la estructura vehicular. Las multas contra los pilotos que conducen sin antes haber aprobado la capacitación es de 250 quetzales.

Este año las capacitaciones iniciaron en junio, con 100 pilotos capacitados a la fecha. Ante el bajo número de pilotos que participan en los cursillos, Sandoval explica que la cantidad se debe a que no son cursos masivos sino personalizados.
Por su lado, Folgar opina que dichos cursos no están funcionando pues no han sido actualizados, es decir, que no aplican a la realidad de la ciudad.

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