POR MARIELA CASTAÑÓN
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Los cuerpos de Chen Uspac y Sic Morente fueron entregados a sus familiares ayer por la tarde, luego que el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) realizó las necropsias de los cuerpos desmembrados.

Las mujeres residían en Santa Catarina Pinula, un lugar asediado por las clicas –células criminales- que extorsionan y asesinan a sus víctimas brutalmente; hay antecedentes de varios hallazgos de personas desmembradas o restos humanos desperdigados a inmediaciones de ese municipio.

De acuerdo con la información recopilada, las víctimas eran originarias de Rabinal, Baja Verapaz, llegaron a la capital y uno de sus objetivos era colocar un negocio de tortillas.

En tanto, según la base de datos de la institución policial, ambas mujeres carecían de antecedentes policíacos y no tenían ninguna investigación en proceso. Las autoridades han indicado que recopilan la información de su contexto de vida, las relaciones familiares y allegados, para determinar el móvil del crimen.

Hoy, las fallecidas serán sepultadas en su departamento de origen.

CLICAS DETRÁS DEL CRIMEN
Los argumentos de las autoridades para atribuir los crímenes a las clicas de pandillas, son la forma cómo ocurrieron los asesinatos, el área donde sucedió y las últimas dos detenciones de un hombre y una mujer, quienes tenían un teléfono celular con fotografías y video de los cadáveres de dos féminas, que se presume son Chen Uspac y Sic Morente.

De acuerdo con los análisis del Ministerio de Gobernación (Mingob), hay un total de 70 clicas de pandillas que asedian las zonas rojas del país.

Los informes oficiales revelan que de esas 70, 40 están vinculadas al Barrio 18 y 30 a la Mara Salvatrucha, que a través de sus acciones al margen de la ley y la constante intimidación, mantienen a la población sumergida en el temor y el silencio.

Sin embargo, son las zonas rojas principalmente donde viven los miembros de las maras, jóvenes, que desertaron de su educación, viven sin servicios básicos y provienen de hogares desintegrados y afectados por la violencia intrafamiliar.

Actualmente no existe una política de prevención del delito real, que evite que los niños, niñas y adolescentes se involucren con las maras.

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