La belleza de los colores, los inmensos barriletes y la calidez de una tierra que recoge la admiración de propios y extraños, muchas veces dejan de lado el esfuerzo, las noches de desvelo y cada una de las entregas que cientos de pobladores de Sumpango. Pero la finalidad, más allá de una exposición de arte único, es dejar un mensaje.
Aunque los trabajos comienzan cuatro o cinco meses antes, según la dificultad del diseño, todos los grupos que participan en la elaboración de los barriletes gigantes, tienen un elemento en común: no develar el tema del barrilete, sino hasta el Día de Todos los Santos.
«Siempre mantenemos el misticismo. Entonces, al momento que exhibamos nuestro barrilete, queremos que las personas analicen, que se sientan identificados a través de algún tema», explicó Marvin Cubur, encargado del grupo Ruk’u’x Ixim».
Si bien es cierto, es una derrama de arte la que cada 1 de noviembre los visitantes pueden observar, en cada obra hay un proceso que incluye materiales y tiempo. Según cuenta Cubur, un barrilete puede llevarse entre 8 mil y 10 mil pliegos de papel de china, según el diseño.

«Tenemos que recopilar información para dar a conocer lo que queremos transmitir a través del barrilete», indicó Cubur.
En esa información, se busca el tema, el diseño, los colores, el tamaño, la cantidad de papel y goma y finalmente hasta las varas de bambú, que las traen de Masagua, Escuintla y que son trasladadas ya llegados los días en horas de la noche.
Mientras tanto, todos unidos, entre primos, sobrinos, hijos y aquellos que con alegría se reúnen noche a noche, siguen el trabajo en cada uno de los salones.
«Nosotros usamos netamente papel de china. Esa es una regla que nos estipula el comité de barriletes, que solo usemos papel de china y goma», agregó.
Aunque Sumpango es una mezcla de arte, festival y fiesta, los barrileteros tienen claro que la elaboración de estos va más allá.
Cubur aseguró: «Nosotros no hacemos barriletes por algún concurso, algún premio o algo así. Los hacemos por la satisfacción de mostrar nuestro arte a la población, al mundo. La mayor satisfacción, y la mayor recompensa que tenemos, es ver levantado nuestro barrilete y que sea del agrado de las personas».
Mientras unos quedan en tierra, otros surcarán los cielos, siendo este un homenaje para aquellos que ya partieron en una mezcla de tradición y espiritualidad.
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