«Aquí hay un pensamiento colectivo, individual y uno de la sociedad, de nuestra comunidad. Este es el sentir del pueblo de Sumpango, Sacatepéquez», explica Carlos Eduardo Xoquic, miembro del grupo Happy Boys, quienes desde hace 41 años elaboran barriletes gigantes.
La historia de los barriletes en tierras sumpanguenses se ve en su gente, en sus calles empedradas, en cada mural elaborado en el lugar y que cuenta la historia de esfuerzo, dedicación y la transmisión de conocimientos de generación en generación.
«Con los años se ha tenido el conocimiento de tratar de reforzar lo más que se pueda, se coloca sellador, pitas, depende de los grupos», da a conocer Xoquic.
Con el tiempo, las técnicas han cambiado y eso permitió que se elaboraran diseños más complejos, laboriosos y con otros contextos. Eso también ha implicado el uso de una mayor cantidad de materiales y tiempo.
«Depende también de las dimensiones. Nosotros, por ejemplo, hacemos de 15 o 18 metros. Hablamos de unas 10 o 15 resmas, fácil», indica Xoquic. Una equivale a 500 pliegos de papel de china.
La elaboración no es solamente cortar y dar forma. Es crear la base y el sustento del barrilete.
«Solo para cuando el trabajo está terminado, se colocan tres capas de papel, dos de blanco y uno de negro solo para soportar», agrega.
Finalmente, tras mucha paciencia y creatividad, los barrileteros encuentran su satisfacción al expresar su arte y transmitir sus conocimientos a las siguientes generaciones. El vuelo es la recompensa de semanas de preparación.
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