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Prevención, improvisación y desigualdad: claves para entender qué tan lista está Guatemala ante un desastre natural. Diseño La Hora: Alejandro Ramírez

Guatemala está situado en una región altamente sísmica, con más de 30 volcanes, lluvias intensas que provocan deslaves, y una ubicación geográfica vulnerable a tormentas tropicales y huracanes. Pero la exposición al riesgo natural no necesariamente equivale a una catástrofe. Lo que realmente determina el impacto de un desastre natural es la preparación de la población y del Estado.

Ante la pregunta de si el país está preparado para enfrentar un desastre natural de gran magnitud, la respuesta de los expertos es contundente: no lo suficiente.

EL DIAGNÓSTICO ESTRUCTURAL: HOSPITALES, VÍAS Y SERVICIOS EN RIESGO

Para el ingeniero Alejandro Maldonado, consultor en gestión de riesgos y exsecretario ejecutivo de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastre (Conred), es crucial analizar más que solo los recursos de respuesta disponibles. “Guatemala es intrínsecamente vulnerable, no solo por su ubicación geográfica, sino por sus condiciones estructurales y sociales”, explicó en entrevista.

Maldonado se refiere a la infraestructura básica como un punto crítico: hospitales que ya operan al límite, redes viales frágiles, sistemas de agua y saneamiento deficientes, y una vivienda informal extendida en zonas de alto riesgo. “Si en condiciones normales hay dificultades para atender a la población, en un desastre masivo la situación podría volverse inmanejable”, advirtió.

También recordó que el World Risk Report, elaborado por la organización alemana Bündnis Entwicklung Hilft, mide con más de 100 indicadores la capacidad de los países para enfrentar desastres. Guatemala figura constantemente entre las naciones con mayor riesgo, no por la fuerza de los eventos naturales, sino por su baja capacidad de adaptación y respuesta.

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LA PREVENCIÓN, EL ESLABÓN MÁS DÉBIL

El ingeniero geólogo Manuel Mota Chavarría, especialista en gestión de riesgos, coincide en que la preparación no puede entenderse solo desde lo institucional. “Prepararse es un proceso integral que va desde la persona individual hasta las instituciones. Y en todos esos niveles, seguimos improvisando”, señaló.

Para Mota, la prevención es el componente más descuidado del sistema. Recordó la reciente emergencia provocada por los sismos en Santa María de Jesús, Sacatepéquez, como ejemplo de un sistema que, si bien tiene protocolos, aún falla en la ejecución. “Las redes están activadas, los planes existen, pero los alimentos no llegan, los albergues son improvisados y no hay presencia constante de autoridades en las comunidades”, lamentó.

Incluso relató que los simulacros exitosos realizados en la Ciudad de Guatemala contrastan profundamente con la realidad rural, donde muchas comunidades aún deben cruzar quebradas a pie para evacuar. “Han pasado décadas sin que se construyan puentes ni se mejore el acceso. Lo que era riesgoso hace 25 años, sigue igual hoy”, enfatizó.

«DOS GUATEMALAS»

La diferencia entre la “Guatemala urbana” y la “Guatemala profunda” es uno de los puntos que más preocupa a los especialistas. Mientras en la capital se realizan simulacros con sirenas, evacuaciones organizadas y movilización de recursos, en áreas como el occidente y sur del país, muchas familias no saben cómo actuar durante una emergencia.

Mota ejemplifica esto con un caso concreto: durante una reciente alerta volcánica, muchas personas fueron evacuadas en plena lluvia, de noche y cruzando ríos crecidos, sin rutas seguras. “Eso no es prevención, eso es improvisación”, dijo. También cuestionó que aún en etapas de evacuación activa, las autoridades sigan dedicando tiempo a convencer a la gente de abandonar sus hogares. “En medio de la emergencia, no se puede estar persuadiendo; las personas deberían estar previamente informadas y capacitadas para actuar sin dudar”, agregó.

Por otra parte, la desconfianza de la población también es un obstáculo. “Muchos no evacúan por miedo a que les roben lo poco que tienen. Otros saben que el gobierno no les ayudará si pierden sus viviendas y prefieren no arriesgarse”, explicó.

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LA GESTIÓN DEL RIESGO COMO POLÍTICA NACIONAL

A pesar de los retos, Alejandro Maldonado resalta que Guatemala cuenta con herramientas importantes como la Política Nacional de Gestión del Riesgo, el Plan Nacional de Respuesta y las Normas para la Reducción de Desastres. El problema, según él, es que muchas veces estas no se implementan adecuadamente o se entienden como simples instrumentos de emergencia.

“Debemos dejar de ver a instituciones como la Conred meramente como entidades de respuesta y emergencia y permitirles desempeñar su verdadero papel como líderes en la reducción de la vulnerabilidad. Solo así podremos avanzar hacia una Guatemala más resiliente y preparada”, afirmó.

Ambos expertos coinciden en que la gestión del riesgo debe ser un eje transversal del desarrollo nacional. Desde el diseño de vivienda hasta los planes municipales, pasando por el sistema educativo, todo debería contemplar la prevención como principio rector.

UNA TAREA PENDIENTE: EVALUAR, APRENDER Y CORREGIR

Tanto Maldonado como Mota advierten que otro gran vacío es la ausencia de evaluaciones postevento. “Nunca he visto que la Conred publique un análisis crítico sobre qué salió bien y qué salió mal después de una emergencia”, dijo Mota. Sin este tipo de revisiones, aseguran, el país seguirá cometiendo los mismos errores y no podrá avanzar hacia una verdadera resiliencia.

También hacen un llamado a fortalecer a las comunidades. “La población debe saber qué esperar y cómo actuar en una emergencia. No basta con decirles que evacúen”, concluyó Mota.

¿GUATEMALA ESTÁ PREPARADA?

Los sismos recientes, las constantes alertas volcánicas y las lluvias intensas no son más que recordatorios de una verdad incómoda: Guatemala sigue enfrentando cada desastre como si fuera el primero. La falta de coordinación, la desigualdad territorial, la débil infraestructura y la escasa cultura de prevención dibujan un panorama desafiante.

Ambos expertos coinciden en que el país no está suficientemente preparado para enfrentar un desastre natural de gran magnitud. Pero también ven en cada crisis una oportunidad para cambiar el rumbo, siempre que exista voluntad política, inversión sostenida y una ciudadanía informada.

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Jaylenne Zeceña
Comunicadora enfocada en periodismo, producción audiovisual y marketing. Apasionada por la música, cine, maquillaje y skincare. Creadora de contenido en mis tiempos libres.
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