Un hombre atado a una silla, con heridas de arma blanca en el cuello, tórax y rostro fue encontrado por los Bomberos Municipales en un hotel de la Colonia La Florida, zona 19 capitalina. La víctima, identificado como Miguel Ángel Morales Chalí, de 23 años, según los socorristas, murió debido a un ataque con arma blanca.
Posteriormente, el Observatorio Nacional de Derechos Humanos LGBTIQ+, a cargo de la Asociación Lambda, reportó que se convirtió en la víctima número 32 de la diversidad sexual en el 2021.
Aunque la asociación registra 32 asesinatos de la comunidad en este año, no descartan la cifra sea mayor debido a un subregistro, puesto que no existe un dato oficial a nivel nacional sobre las víctimas con estos perfiles.
Sin embargo, la violencia hacia la comunidad se refleja en las evaluaciones clínicas del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), en donde los procesos mayormente efectuados son evaluaciones por lesiones externas y reconocimientos médicos para determinar una agresión sexual.
VIOLENCIA FÍSICA Y SEXUAL CONTRA LA COMUNIDAD
Entre el 1 de enero y 14 de diciembre de 2021 el Inacif atendió a nivel nacional a 83 personas autoidentificadas de pertenecer a la comunidad LGBTIQ+. Entre los casos más atendidos resaltan las evaluaciones de lesiones externas con 37 casos, seguido por 14 reconocimientos médicos por delitos sexuales.
Además, el Inacif reportó:
– 7 evaluaciones para determinar efecto tóxico de sustancias
– 5 por estado de embriaguez
– 4 lesiones compatibles con maltrato
– 3 lesiones por hechos de tránsito
– 1 toma de muestras Alba-Kenneth
– 1 valuaciones de heridas producidas por arma blanca.
– 1 reconocimiento médico para determinar una enfermedad común
Cabe resaltar que entre las víctimas de lesiones externas y heridas producidas por arma blanca se reportaron:
– 12 transexuales
– 4 transgénero
– 4 lesbianas
– 2 bisexuales
– 1 intersexual
Asimismo, en las evaluaciones por delito sexual, la mayoría de procesos correspondieron a hombres homosexuales:
– 3 lesbianas
– 3 bisexuales
– 1 transexual
– 1 travesti
Según la respuesta del Inacif, cinco menores de edad se sometieron la prueba de reconocimiento de delito sexual, incluyendo: un adolescente gay de 17 años; dos jóvenes bisexuales de 15 y 16 años; dos gais de 14 años; y una adolescente lesbiana de 17 años.
VIOLENCIA ES INTERIORIZADA O REPRODUCIDA POR EL ENTORNO
El psicólogo Alejandro Villafuerte explicó que la violencia contra la comunidad LGBTIQ+ puede manifestarse por dos razones principales: La primera sugiere que una persona puede manifestar su odio contra un miembro de la comunidad al encontrar características comunes reprimidas con esa persona.
“Una de las razones que a veces comentan es la idea de la homosexualidad reprimida. Muchas veces atacamos lo que odiamos en nosotros mismos; es un mecanismo de defensa y cuando no me gusta algo de mí trato de atacar a alguien más porque es más fácil que esa persona sea la víctima a que sea yo”, ilustró Villafuerte.
La segunda radica en que puede replicarse como un efecto del propio entorno del victimario. El psicólogo explicó que muchas veces el odio hacia la comunidad sexualmente diversa es “aprendido” por quienes manifiestan estas conductas violentas en la cotidianeidad, tanto en instituciones públicas como espacios religiosos o familiares.
Aunado a las dos explicaciones anteriores, la violencia puede estar relacionada con un intento de ejercer una relación de poder sobre alguien más, o bien, erradicar lo socialmente concebido como inadecuado.
La sociedad “ha creado la idea que es una enfermedad mental o propia de un demonio. Como ya se tiene la etiqueta de que es algo malo, la comunidad en general trata de atacar algo que amenaza la estabilidad social, según sus conceptos. Hay una idea de superioridad y como las personas de la comunidad LGBTIQ se cree que son inferiores, entonces el ataque es más justificado por estas personas”, subrayó.
EL EFECTO EN LAS VÍCTIMAS
El psicólogo ha dedicado parte de su trayectoria a atender a la población de la diversidad sexual. Con base en su experiencia ha logrado identificar que, en general, esta población sufre ansiedad y depresión como los efectos más recurrentes de la violencia institucional, familiar y comunitaria en sus manifestaciones física, psicológica y sexual.
Estos escenarios, según el profesional, afectan las áreas cognitiva y conductual de las personas, ya que altera sus creencias, esquemas mentales y ritmos de vida; asimismo, son propensas a manifestar alguna conducta emocional perturbadora, como ansiedad, depresión, ira y otras emociones que se consideran no saludables.
Cualquier persona, sin importar su edad, es susceptible a estos efectos, distinguió el psicólogo; sin embargo, en mayores de edad puede haber un cambio sobre su expectativa de vida. “Se supone una persona adulta que tienen más herramientas para enfrentar los traumas, pero si es un evento que sobrepasa las capacidades de respuesta, puede tener en todas las edades las mismas implicaciones”, puntualizó.
Para el profesional, la diferencia entre víctimas adultas y jóvenes puede radicar que en la niñez y adolescencia pueden aumentar los casos de suicidio como efecto del panorama de violencia.