Por Eder Juárez
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El presidente Jimmy Morales pasará a la historia como uno de los peores gobernantes, que a su paso expulsó a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), por intereses personales y familiares, que significó un retroceso a la justicia. A criterio del excanciller Gabriel Orellana, para este cometido Morales usó el poder como un emirato.
Morales al principio de su gestión manifestó simpatía con la Comisión al grado de prorrogar su mandato, sin embargo, al ver que su hijo y su hermano serían procesados por el Ministerio Público y la CICIG, inició el ataque al ente de investigación, posteriormente su involucramiento en un proceso de financiamiento ilícito, hicieron que el mandatario viera como un enemigo a la CICIG, hasta que logró su expulsión del país, acusándola de ser una estructura paralela.
De acuerdo con el excanciller Gabriel Orellana este tema tiene distintos ángulos que han sido tratados por otras personas con mayor profundidad, en temas de la justicia.
“Por ejemplo algo que es preocupante y que se ha señalado es el retroceso que ha significado para términos de justicia el hecho de que el Presidente de la República de una manera tan descarada y poco ajustada a los cánones que se esperan de un gobernante, haya hecho prevalecer sus intereses personales y familiares frente a una obligación internacional contraída voluntariamente por el Estado de Guatemala”, señaló Orellana.
El excanciller dijo estar de acuerdo con que hubo discrepancias, malos entendidos, falta de comunicación con CICIG, habían otras formas de hacerlo, pero el ejemplo que él impuso para las futuras generaciones “es de que el poder del Presidente es casi como el de un emirato, que es realmente penoso porque ya no solo trasciende las fronteras patrias sino nos hace ver ante la comunidad internacional como un país prácticamente primitivo, en donde el Estado de Derecho es nada más una simple quimera”.
Por su lado, Geydi de Mata del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos (Ipnusac), indicó que el legado de Morales es que la ciudadanía pueda incidir a través de auditorías y fiscalizar a todo funcionario público, “el gran reto es cómo impera la justicia, impera la razón y que nadie es superior de la Ley, que ese es el espíritu, son grandes retos y desafíos para todos los guatemaltecos”.
De Mata dijo que Morales perdió la dimensión y no midió el impacto que generó al Estado guatemalteco la expulsión de CICIG, “no pudo comprender las demandas de las organizaciones sociales producto de la crisis política, y la realidad es que los problemas son estructurales, creemos que la ruta a seguir es fortalecer la institucionalidad y promover niveles de participación para consolidar el sistema democrático”.