La transición de la era democrática condujo a la licenciada Raquel Zelaya (1945) a cultivar una carrera desde la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES), uno de los tanques de pensamiento de referencia en Guatemala, en donde ha ejercido a lo largo de 20 años, hasta llegar a ser actualmente la Presidenta de la Junta Directiva.
Esta es la segunda de tres entrevistas que publica La Hora, 25 años después de finalizado el Conflicto Armado Interno que dejó más de 200 mil muertos o desaparecidos con actores firmantes de aquellos compromisos que significaron un espacio de esperanza para construir un mejor país, con menos desigualdades.
ZELAYA, SECRETARIA DE LA PAZ
Durante su labor en ASIES, Zelaya tuvo tres interrupciones para ocupar cargos en el Gobierno: Primero fue ministra de Finanzas; luego integró la Comisión Presidencial Negociadora de los Acuerdos de Paz y signataria de dichos compromisos en diciembre de 1996. Posteriormente fue coordinadora de la Comisión de Acompañamiento de los Acuerdos de Paz y Secretaria de Paz de la Presidencia, de 1997 al 2000.
Su labor profesional le ha permitido desarrollar una trayectoria y liderazgo que la convierte en un referente para entender este proceso y del cual también es crítica. En la siguiente conversación de una serie de tres personajes testigos de estos acuerdos, Zelaya hace un repaso crítico de los avances, pendientes y analiza la situación actual del país, en donde demanda mayor activismo de los jóvenes en la política.
¿Cuál es su evaluación de la firma de los Acuerdos de Paz 25 años después?
Suelo decir que el proceso de paz en Guatemala fue ejemplar en todas partes, menos en Guatemala. Puede observarse que casi todos los proyectos de este tipo normalmente fracasan. Se reincide en la guerra, se vuelve a cobrar impuestos. Ciertamente, el principal objetivo fue terminar el enfrentamiento armado, la reinserción de la insurgencia a la legalidad, pero la agenda de país buscaba llegar a las causas profundas. De alguna manera, esto no puede restringirse a cronogramas, a veces acortados en 3 o 4 años, cuando hay tantos dilemas.
En ese proceso se le exige el cumplimiento a instituciones que estaban muy debilitadas y que deberían ser fuertes; se proponen grandes atribuciones, al mismo tiempo que se fortalecen. Por ejemplo, la conversión de la Policía Nacional Civil (PNC), pero los acuerdos le daban una serie de mandatos, al mismo tiempo que se buscaba su transformación. Fueron dos procesos paralelos.
Por otro lado, el gobierno del presidente Álvaro Arzú se apropió de los Acuerdos, por considerarlos parte de su agenda; hubo debilidad al no incorporar lo suficiente a los partidos de oposición. ¿Qué sucedió? La oposición jamás hará una concesión a un partido de gobierno. Me refiero al ámbito nacional.
Luego, estaba como referente el proceso de paz en El Salvador, en donde el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) convertido en partido estaba fortalecido. Cuando la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG-DÍA) participa por primera vez en elecciones (1999) se constituyó en la tercera fuerza electoral y obtuvo el 12% de los votos, pero ellos tuvieron un proceso de ruptura acelerado que impidió que ese símil con el país vecino se concretara.
Otro elemento es que el proceso de paz siempre tuvo adversarios fuertes, drásticos, concretos y amigos muy tibios. Esos amigos tibios que en lo privado reconocieron la necesidad de cambios, pero en lo público no podían admitirlo, pues su base diría que lo cooptaron, mientras que quien adversaba lo decía con nombre y apellido. Los prejuicios todavía son fuertes y la cultura política es precaria. No entendemos las luchas comunes por la democracia, siempre desde nuestras trincheras.
A la charla, Gustavo Porras añade esta cita en El Príncipe de Maquiavelo: “El reformador siempre encontrará enemigos acérrimos y amigos tibios”.
¿Considera que hubo avances, estamos mejor que antes?
La agenda de paz sigue vigente. Deberían consultarse más los informes de Minugua (Misión de Verificación de Naciones Unidas en Guatemala). En la primera administración cumplimos con 16 leyes, que implicaron la creación del Registro Catastral, la SAT, el pacto fiscal, pero al llevarlo al Congreso no se concretó; recuerdo que al Legislativo llevaron la propuesta el presidente del CACIF y el comandante Pablo Monsanto.
Fueron ejercicios ciudadanos plurales que dieron como resultado una propuesta, pero como suele suceder, hubo un incidente que lo afectó. El país logró un pacto fiscal integral, fue un referente para otros países. Hay pendientes que deberíamos retomar, valorar y actualizar.
La agenda de mujeres y pueblos indígenas fue importante, dudo que caminaran sin una agenda de paz que a la fecha no se han detenido, no ha sido la solución total, aunque inimaginable que sin este acuerdo hoy se pudiera interactuar y pronunciarse y organizarse.
¿En qué áreas ha costado más avanzar?
El deterioro político electoral. Se creó una comisión para coordinar el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para las reformas electorales. ¿Desde cuándo están esas peticiones? No avanzan por la falta de peso en el Legislativo y falta de seriedad en la agenda. Me refiero a informes desde 1998, más o menos.
Por otro lado, la modernización del Sistema de Justicia, de la comisión de modernización está vigente. Hubo una conjunción de propuestas, jueces, magistrados y sociedad civil para trazar este esfuerzo de los acuerdos. Fueron 32 comisiones que dijeron como que involucraron a más de 200 personas. Son procesos que no debieron interrumpirse, no importa si fue del gobierno anterior, pero todo es personalismo.
No se logró conciliar un involucramiento ciudadano y político de oposición, incluso dentro de un mismo gobierno, de manera que resulta difícil pensar en una continuidad en temas de desarrollo rural, pacto fiscal o relaciones cívico-militares.
No me importa que no se llamen Acuerdos de Paz, a pesar de ello, los estudios de país tienen el mérito de reflejar que estos acuerdos supieron interpretar las aspiraciones legítimas de la ciudadanía.
Otro tropiezo fue el voto en contra en la Consulta Popular
Fue determinante el No en la consulta popular de 1999 para que los Acuerdos de Paz adquirieran rango constitucional; el gobierno en un lapso de 90 días envió las 12 reformas al Congreso; este organismo en forma “inclusiva” hizo sesiones durante un año para convertirlas en 54 reformas. Con escaso margen ganaría el sí, pero hubo una campaña de desinformación perversamente efectiva.
Al hacer un repaso parte social y económica del país. ¿Mejoraron las condiciones plasmadas en los acuerdos?
No quisiera regresar 25 años y decir que fue un error. Los indicadores de ese tiempo no tienen la exactitud que ahora permite la tecnología. Cuando se implementaron los acuerdos, nuestro logro fue terminar la condición de los refugiados.
El proceso de paz es hijo de su tiempo, negociamos con una guerrilla ideológica, no con una que tuviera vínculos con el crimen organizado. Eso hizo muy distinto el proceso, por eso es un referente.
Sin embargo, observo que prevalece la desigualdad; el país crece a pesar de todo, nos va mejor que a otros países (no manejo datos con exactitud).
¿Cuáles fueron los acuerdos fundamentales y cuáles están más rezagados?
La dinámica social que se destapó en ese período ha permitido que hoy exista la posibilidad de promover el cumplimiento de este pacto a través de la presión ciudadana.
Pero ahora nadie los revisa, durante 10 años Minugua estuvo en Guatemala revisando los Acuerdos de Paz y produjo informes regulares. La legislación está ahí, no se imagina lo que costó la creación de la SAT, en donde la oposición principal fueron los sindicatos.
En lo aspiracional, aun cumpliendo llevaría generaciones pues significa un cambio de mentalidad. Con la firma de la paz la gente piensa que la solución estaba en marcha, entonces el escenario era diferente, teníamos un Estado paria, no había turismo, inversión, no se daban becas, había desconfianza.
Los Acuerdos permitieron un escenario más amable para modificar esta dinámica, aunque hubo interrupciones. A lo largo de 4 o 5 gobiernos, para cada uno le era más lejano, lo asumían como un proyecto de gobierno y más bien debía entenderse como un proyecto de Estado. Esto redujo las posibilidades.
La URNG cumplió con la parte operativa puntualmente, se cerraron los campamentos en la fecha prevista, a pesar que al día siguiente estuvo de visita la Secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, y ya estaban clausurados, el proceso no se detuvo, ni siquiera por protocolo. En este proceso también se contó con los “boinas celestes” desarmados. No hubo un solo incidente. De manera que, a pesar de las expectativas negativas, hubo un hálito de confianza.
La división de la guerrilla se marcó desde el principio, luego de la firma de la paz, continuó esa dinámica en los grupos de izquierda ¿a qué lo atribuye?
El posicionamiento ideológico de la mayoría de la población en Guatemala es de centro derecha, lo dicen las encuestas de cultura democrática hace 20 años; el Ejército se muestra como una institución más cercana a la gente, en las zonas rurales se encuentra la foto de un soldado en un lugar especial del hogar, es un referente. Por otro lado, hubo fuertes acciones por parte de la guerrilla que les restaron simpatía.
Hace 5 años concluimos una serie de cuatro videos sobre la firma de la paz: “La patria que podría ser”. Describen desde el contexto internacional de la Guerra Fría, cómo los presidentes de Centroamérica en Esquipulas le dicen al presidente Ronald Reagan que se deciden por la negociación. Fue un conflicto de 36 años, las negociaciones tomaron una década, a lo largo de cuatro gobiernos.
¿Cómo ve a los jóvenes hoy y su relación con la política?
Con desapego. La globalización ha hecho que tengan mayor interés en otros ámbitos, laborales y aspiracionales. Considero importante que la juventud logre encontrar los canales, las metodologías, los medios para que se convenzan de que, aunque a ellos no les atraiga la función política, son decisiones que de tarde o temprano les afectarán en su vida cotidiana, posibilidades y futuro. Tal vez así se logren interesar.
Es como la corrupción, era algo era ajeno, pero cuando se percatan de que esta puede significar el enriquecimiento de unos pocos en desmedro de la mayoría, cuando se les niegan servicios públicos se dan cuenta de que hay una conexión directa entre la corrupción y su situación de vida.
La agenda de paz está vigente. Interesa desde la visión de una sociedad que permita construir el país que todos queremos, con nuevos desafíos; hacen falta liderazgos que incorporen esta agenda, la atiendan y valoren conforme el espíritu y letra de los mismos.
PERFIL
Licenciada en Economía por la Universidad Rafael Landívar.
Estudios de postgrado en Administración Pública y Ciencias Políticas.
Presidenta de la Junta Directiva de la Asociación de Investigación y Estudio Sociales.
Consultora en temas económicos para la Secretaría de Integración Económica Centroamericana, del Ministerio de Finanzas y Cámara de Comercio.