«Mis sueños están intactos y pienso cumplirlos en memoria de mi madre”, estas fueron las palabras de Jorge André Pirir Martínez, conocido como “el Chinito”, quien por medio de un video publicado en la página de Facebook de la Escuela de Fútbol Scratchs, agradeció a cientos de guatemaltecos que han estado pendientes de él, luego de la tragedia ocurrida el pasado sábado 13 de noviembre; cuando vio frente a sus ojos el asesinato de su madre, Elénica Martínez, y su padrastro, Juan Alberto Justo.
Ambos lo habían llegado a acompañar para verlo entrenar fútbol en las canchas de la colonia Las Margaritas, en la zona 10 de San Miguel Petapa, cuando fueron atacados con arma de fuego.
“Mis sueños están intactos y pienso cumplirlos en memoria de mi madre”, expresó el niño de 13 años, quien forma parte de esta academia de fútbol de alto rendimiento. Una de sus metas es convertirse en jugador profesional y formar parte del equipo de Comunicaciones FC.
Sin embargo, Pirir se encuentra destrozado estos días. No ha querido regresar a la cancha a entrenar, asegura el profesor de la escuela Scratchs, quien pidió el anonimato, “hemos tratado de apoyarlo moralmente y difundiendo la situación, pero en lo económico ha sido escaso”.
También, comentó que el apoyo del mediocampista Oscar Santis de Comunicaciones no está confirmado aún.
Pirir vive con un familiar. “Tiene una beca con nosotros, he visto su talento, es un muchacho educado que le encantaba venir a entrenar”, comentó el profesor, quien compartió en sus redes sociales una serie de dibujos que sus compañeros de equipo le hicieron para ayudarlo a levantar el ánimo.
En ese contexto y teniendo como ejemplo este caso, tres psicólogos, abordados por La Hora analizan qué sucede con este tipo de traumas y cuáles podrían ser las consecuencias y soluciones, considerando que los niños y adolescentes están sujetos a un ambiente de violencia que puede dejar huellas imborrables en su vida.
Este es el mensaje de Jorge Pirir:
UNA SOCIEDAD VIOLENTA
El psicólogo Raúl de la Horra parte de una situación violenta en donde el actuar de estos sicarios responde a la inexistencia de valores morales en sectores muy marginales de la sociedad, que viven disociados de lo que un ciudadano considera como valores.
En cuanto al impacto del hecho en este niño, considera que quedará traumatizado toda su vida por este hecho brutal, por lo que las únicas curas que podrían aliviar su dolor dependen mucho del apoyo emocional y el afecto que tenga en el seno de su familia más cercana.
“Sin embargo, es necesaria una terapia psicológica, sugiero una presencia maternal”, indica el experto.
No será una tarea fácil, advierte, pues el joven necesita mucho afecto y la seguridad para no desarrollar miedos y fobias.
Más allá de este círculo familiar primario, De la Horra evalúa entornos sociales con un tejido social que se deteriora cada vez más por la violencia que reproduce, un Estado ausente que no puede responder ante estas situaciones.
“Estamos en una sociedad anómica, poco solidaria y empática, por lo que este fenómeno ilustra también el drama de una sociedad que carece de un Estado funcional”, comenta.
EL TRAUMA ES GRAVE
Celeste Estrada, psicóloga, Máster en Neuropsicología Clínica, considera que presenciar el crimen de sus padres es una situación traumática para cualquier persona.
Mientras él estaba jugando un partido, sabe que sus padres están presentes apoyando, y de pronto se viene un hecho violento e inesperado y que el niño vea el suceso, primero viene un estado de confusión, luego de impotencia. ¿qué hacer, especialmente a esa edad?
Explica que a esa edad no se tiene una comprensión de la vida, por lo que enfrentarse a esta situación es un evento traumático que puede traer secuelas severas a largo plazo si no es tratado con propiedad, aparte del duelo mismo y que “esto es un impacto más fuerte que un duelo, implica un trauma”.
Estrada expone que en teoría del trauma hay dos tipos. El trauma simple, depende de que suceda algo impactante en la vida en un momento específico: un secuestro, presenciar un crimen, abuso sexual.
Esto genera secuelas emocionales que pueden ser graves y destaca que esto depende de qué tipo de situación y de los mecanismos de afrontamiento de cada persona.
El segundo es el trauma complejo, el cual sucede por medio de una serie de eventos traumáticos a lo largo del tiempo. En ambos casos, se requiere la ayuda de un profesional.
Otra situación que puede darse es que el niño tienda a somatizar la tristeza y el dolor a través de cambios conductuales, como enojo y agresividad.
De ese modo, pueden darse además conductas disociadas de la realidad, también sueños o pesadillas con la persona. Incluso, consecuencias fisiológicas como flash backs e involuciones como comerse las uñas u orinarse como parte del estrés postraumático que experimentó.
INTEGRAR LA MUERTE COMO PARTE DE LA VIDA
Silvia Durán es terapista familiar y tanatóloga de Boston Clinical Consulting. Desde su experiencia, visualiza que vivimos en una cultura de mucha violencia, pero culturalmente no integramos la muerte como parte de la vida.
Cuando se da la muerte violenta de un ser amado de forma inesperada, el trauma es severo, coincide. Desde su punto de vista, se debe trabajar mucho a través de dibujos, hablar y escribir sobre el suceso; especialmente que la persona adulta le dé a entender que él también está afectado, que hay empatía y no está solo.
Recomienda un trabajo integral de mente, cuerpo y espíritu, en donde a través de un diálogo de amor la persona podrá entender que “el lazo de amor nunca muere y siempre podrá abrazar los buenos recuerdos”.
Para Durán, quien ha experimentado situaciones de dolor familiar, observa que algunos colegas no pueden ser empáticos con el problema del paciente. “En mi caso, sucede lo contrario. Convertí mi dolor en amor. Encontré que ayudar me ayudada. Encontraba respuestas a lo que me había pasado; en una segunda pérdida fue una reafirmación y fue así como encontré mi misión de vida”, confiesa.
“el lazo de amor nunca muere y siempre podrá abrazar los buenos recuerdos”.
Silvia Durán es terapista familiar y tanatóloga de Boston Clinical Consulting
Ciertamente, para Durán los libros son de gran apoyo, pero la experiencia personal enriquece, sensibiliza y da empatía.
“Al final el ser humano siempre está perdiendo algo. La muerte es irreversible, pero de ese dolor puedo aprender a ser una mejor persona”, concluyó.
DOS MENORES MUEREN CADA DÍA
• Aunque en los últimos años, las cifras interanuales de homicidios se han reducido, Guatemala sigue siendo un país violento. Hasta septiembre de este año, se han registrado un total de 2,052 homicidios para ambos sexos (289 mujeres y 1,763 hombres) con una tasa interanual nacional de 15.9 homicidios por cada 100 mil habitantes, de acuerdo con el informe de la organización Diálogos.
• Los menores de edad también experimentan múltiples tipos de violencia. De enero a septiembre de este año se han registrado 380 muertes violentas de niños y adolescentes, de las cuales 290 son masculinos y 91 son niñas y adolescentes. “Cada dos días se asesina a un niño en Guatemala”, afirma Otto Rivera, secretario ejecutivo de la Coordinadora Institucional de Promoción por los Derechos de la Niñez (CIPRODENI) con base a datos del INACIF.