Fernando Urquizú
Licenciado en Historia, Universidad de San Carlos de Guatemala. Doctor en Historia del Arte, Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador IIHAA, Escuela de Historia, Universidad de San Carlos de Guatemala. Contacto: fernando.urquizu@gmail.com
En el presente artículo se tratará de realizar un análisis de la relación entre los principales espacios públicos y las ventas de mercancías de temporada navideña, tratando de entender su papel como ente importante en la formación del imaginario guatemalteco, tomando algunos estudios de caso para utilizarse como referencias en investigaciones más profundas y especializadas por interesados en la materia.
El origen de estos espacios de la cultura en Guatemala
El origen de las actuales ventas de temporada puede rastrearse desde el aparecimiento mismo del comercio y en el caso particular de Mesoamérica se cuenta con descripciones como la de Bernal Díaz del Castillo, acerca del comercio en Tenochtitlan a la llegada de los españoles. Las crónicas españolas e indígenas permiten la reconstrucción del tipo de productos que se vendían desde tiempos ancestrales en estos espacios, que debieron contar con bienes especiales de temporada para sus fiestas cíclicas de acuerdo con su calendario ritual, recreado por medio de un diorama en la exposición del Museo de Arqueología y Etnología de la ciudad de Guatemala.
La crónica de Díaz del Castillo nos permite inferir la existencia de intercambio de mercancías desde tiempos ancestrales y su continuidad con el desarrollo de la cultura hispánica en las plazas principales de las ciudades, que adquirió un nuevo giro desde 1542 cuando se reconoció por medio de las ordenanzas de Barcelona, la capacidad de los pueblos indígenas a comprender e incorporarse al imaginario cristiano.
En aquel tiempo se llevaba a cabo un proceso de reorientación de la Iglesia católica producto de diferencias económicas y culturales existentes en Europa. que determinaron el desarrollo del Concilio de Trento, para reorientar el papel de la Iglesia católica como difusora del sistema de vida imperante de lo que se consideraba civilizado en el imperio español, que contaba con reinos muy diversos y dispersos, que debía unificar ideológicamente en un imaginario estandarizado, que determinó el desarrollo de concilios locales en el Nuevo Mundo en los reinos de Nueva España y Perú para que se adoptaran sus conclusiones adaptadas a la demanda cultura de los pueblos locales.
En este marco intelectual, se desarrolló el Tercer Concilio Mexicano en 1585. que contó con la representación directa de cinco obispos de sus siete diócesis, que conocieron y aprobaron la aplicación de las conclusiones del Concilio de Trento, eventualidad que permitió que se desarrollaran distintas versiones del mismo tema común: La venida de Jesús al Mundo y las revelaciones sobrenaturales acerca de su divinidad, que se enseña bajo diferentes formas didácticas que implican ritos para las que se necesitan determinados productos cuyo uso se conoce de generación a generación, que se adquieren en estos espacios de compraventa.
La evidencia principal del desarrollo de esta actividad, está constituida por una pintura de reporte de la construcción del edificio de la tercera Catedral de Santiago de Guatemala, realizada hacia 1678, que nos acerca directamente al corazón del comercio en aquellos años, que se realizaba en la Plaza de Armas como espacio disponible y cómodo más grande al público de la ciudad de Santiago, actualmente la Antigua Guatemala, donde también debieron haberse comercializado productos de temporada de Adviento identificados actualmente como de temporada navideña.
Esta costumbre de comercio pasó de la ciudad de Santiago como capital del reino a la Nueva Guatemala desde el año 1776; su pervivencia en la memoria colectiva podemos inferirla del análisis de daguerrotipos realizados por viajeros como: Jacobo Haefkens, publicados en los Países Bajos entre 1827-1828, donde es evidente la presencia de cajones en la Plaza de Armas de la Nueva Guatemala donde las mercancías eran almacenadas en ellos, evidencia que presenta el avance de los vendedores de espacios temporales a lugares más estables.
En este contexto el crecimiento de la capital y su planificación dentro de un imaginario liberal guatemalteco se planteó la idea de hacer de la misma, un pequeño París, razón que llevó a mover las ventas de la plaza Mayor de la ciudad a la de un mercado que situó en el campo santo de la Catedral Metropolitana donde se construyó el primer edificio que albergó al mercado central para dejar libre la Plaza de Armas para que fuera el escenario propicio de la fiestas del L Aniversario de la independencia de España.
En este orden del desarrollo citadino debemos comprender la utilidad política y comercial de la Plaza de Armas de la ciudad, que ha sido siempre escenario de grandes acontecimientos y conmemoraciones, que reproducen el sistema de vida imperante; razón por la cual, también ha sido un lugar propicio para las ventas populares de temporada; que ofrecen desde ya hace más de cien años los productos de temporada: desde los naturales para la confección de los adornos, según la costumbre de cada cultura diversa que habita nuestro país, hasta las novedades de moda como el árbol de navidad, desde antes del terremoto de 1917, según podemos deducir de su presencia en una fotografía de la colección del Museo Nacional de Historia, que nos da un indicio del avance del imaginario de los países capitalistas más avanzados sobre el local.
Este sistema de reproducción de las ideas se irradió a todos los pueblos de Guatemala, especialmente a los espacios públicos en las plazas y alamedas de centros urbanos. En la capital y el interior del país debido a su crecimiento en el siglo XX. En la capital se fueron desarrollando los mercados cantonales cuya administración pasó a las municipalidades desde el período revolucionario y en función de ellos las ventas de temporada navideña quedaron bajo su administración. Este sistema de ventas se fue extendiendo conforme avanzó el urbanismo en la ciudad que despegó en esta etapa de nuestra historia entre 1944 a 1954 debido al aumento de capital circulante y acceso a más gente al dinero como reflejo de las reformas al código de trabajo.
En este contexto se desarrolló la demolición del cerro e iglesia del Calvario en la 18° calle y 6° Avenida, desde el 2 de abril de 1947, agilizando la comunicación entre los actuales; Centro Cívico e Histórico, iniciando una nueva era de ampliación del sistema de comunicación y comercio citadino. En 1948 se inauguró el mercado Colón, en 1954 el de la Parroquia, en 1958 la Terminal. Estos datos nos dan una idea del crecimiento del sistema de ventas en particular las de temporada que comenzaron a proliferar en torno de estos sitios de comercio.
En la década de 1960 se desarrolló un conflicto armado interno en Guatemala por causas sociales y políticas de todos conocidos que coincidió don el despegue económico de China, que comenzó a invadir el mercado del país con productos de bajo costo. La combinación estos factores provocó un aumento progresivo en el desempleo local y aumento del comercio informal en el sistema de mercados cantonales situados en barrios populares que comenzaron a crecer en proporciones que superan la capacidad de sus locales, iniciando un proceso de expansión hacia las propiedades colindantes y sitios disponibles sin control municipal.
En este proceso las ventas de temporada navideña influyeron para convertirse en ambulantes de donde evolucionaron hasta posicionarse en nuevos puntos de comercio, que buscaron sitios propicios para sobrevivir a gran escala, especialmente en parques y calles.
Los espacios de ventas navideñas a gran escala fueron desplazadas conforme avanzó el siglo XX a otras zonas como: las ventas navideñas del Trébol, denominadas de esta manera por su proximidad al puente que comunica la Avenida Bolívar con la Calzada Aguilar Batres por encima de la carretera que proviene del Bulevar Liberación, Pamplona y las comunica con las Calzadas Roosevelt y San Juan.
Este sistema de ventas de artículos de temporada también fue avanzando en todos los puntos de la ciudad como alternativa de vida para gran cantidad de guatemaltecos que buscan una vía de sobrevivencia ante una situación, cada año, más difícil que los llevó incluso en las temporadas navideñas de las últimas décadas del siglo pasado y primeras del presente a la cerrar totalmente la 6° Avenida. En este sentido las ventas navideñas constituyen una forma de acceso del pueblo a la participación económica de una fiesta tradicional marcada por el aumento de circulación de mercaderías especiales de temporada donde se alternan productos tradicionales con los fabricados especialmente en China.