Mario Alfredo Ubico Calderón

Universidad de San Carlos de Guatemala

Hoy día, el llamado “ciclo navideño”  guatemalteco inicia con la festividad de N.S. de Concepción el 8 de diciembre pero su víspera la popularmente llamada ”quema del diablo”, es el preludio de un día apoteósico,  prosigue con  la celebración de N.S. de Guadalupe el 12 de ese mes, continúa con el día de N. S. de la Esperanza, llamada también de la “O” el 18 de diciembre, llegando a la Nochebuena nombre que recibe la víspera de la gran celebración que es el Nacimiento del Salvador del Mundo el 25 de diciembre, sin embargo tan magno acontecimiento  es motivo para celebrar otras fechas posteriores, como es la fiesta de la “Sagrada Familia” el primer domingo después de Navidad, así mismo el día de los Santos Inocentes el 28 de diciembre, la fiesta de la Madre de Dios el 1 de enero, prosigue con la Epifanía el 6 de enero, prolongándose hasta la festividad de Candelaria el 2 de febrero.

A principios del siglo XIX don Domingo Juarros en su Compendio de la historia de la ciudad de Guatemala escribió acerca de las festividades celebradas en Catedral, siendo ellas: N.S. de Concepción, N.S. de Guadalupe, Navidad y un día después la fiesta de S. Esteban, Epifanía y la Purificación llamada también Candelaria; pero ello no significó que en otros templos fueran celebradas otras fechas de este tiempo, por ejemplo la llamada “Huida a Egipto”, “Circuncisión”, “Niño Perdido” o el ”Dulce Nombre de Jesús”;   siendo notorio que el final del año y principios del siguiente, todas estas fechas eran muy importantes  para los vecinos de la Capital del Reino.

Ahora bien, en Santiago Capital del Reino de Guatemala,  para la segunda mitad del siglo XVIII habían cuando menos 41 lugares públicos de culto, ya en forma de templos parroquiales, conventuales, monásticos, ermitas y priostazgos; y en todos ellos la Navidad era motivo para engalanar dichos recintos, siendo usualmente las cofradías fundadas en esos lugares las encargadas de tales arreglos, disponiendo el  “Nacimiento” en lugar privilegiado,  pero no todos los templos tenían expuesta en forma permanente imaginería correspondiente a las festividades del ciclo navideño, ya en altares y más formalmente aún en sus propias capillas; sin duda medios importantes para la enseñanza cristiana y motivación para la conversión de los piadosos vecinos. En el cuadro  adjunto, basado en el trabajo de este servidor titulado: Capillas y altares en templos de Santiago Capital del Reino de Guatemala del año 2014, es posible observar parte de los templos que si poseían imaginería permanente de: N.S. de Concepción, N.S. de Guadalupe, N.S. de la Esperanza (conviene indicar que el templo de N.S. de Los Remedios de la Capital de Guatemala tiene en el altar mayor una imagen de Virgen de la Esperanza, es decir que no es la advocación de Los Remedios española que presenta a N.S. con el Niño Jesús en su brazo izquierdo), Dulce Nombre de Jesús, Virgen María y el Niño, así como  N.S. de Candelaria.

Por simple inspección es perceptible que imágenes de N. S. Concepción y  N. S. Guadalupe estaban en muchos lugares sacros, mientras que otras representaciones como N. S. de Candelaria era toda una sede parroquial que la  tenía como patrona, del mismo modo en el templo del Hospital de Convalecientes de Belén, estaba en el altar mayor la imagen de la Virgen María con el Niño Jesús, llamada N. S. de Belén, posteriormente se le añadiría S. José.

Existe una celebración poco conocida pero que fue una realidad a principios del siglo XVIII en la ermita de N.S. de Dolores del Cerro y era la del “Niño Perdido”, esta recuerda el pasaje bíblico cuando el Niño Jesús se pierde por 3 días y es hallado por sus preocupados padres en el templo, en medio de los doctores de la ley; aunque no se conoce que tuviera altar propio en dicha ermita su festividad debió ser muy importante en los primeros días del año. Es de recordar que esta ermita estaba en la jurisdicción de la parroquial de Candelaria y por ende en el ámbito dominico, y es precisamente en el templo de Santo Domingo donde la advocación del “Dulce Nombre de Jesús” es importante, al grado que tenía un altar propio en la capilla de San Jacinto. Tanto el Niño Perdido y como el Dulce Nombre de Jesús  tienen en común que son esculturas de Jesucristo  niño, para el primer caso de unos 12 años y para el segundo de menor edad, y sus festividades son los primeros días de enero de cada año; en muchos casos se alude a la misma festividad.

Conviene indicar que en muchos templos, aunque no hubiera un altar permanente ni capilla formal, era posible colocar una imagen en un altar provisional y engalanar así una determinada festividad, esto ocurrió con festividades como la de N.S. de Concepción, dado que para el siglo XVIII la mayoría de templos si poseían una imagen con esa advocación, y por ello la colocaban en lugar preeminente dentro del templo, para después guardar de nuevo la obra escultórica.

Debe señalarse el caso especial de la fachada del beaterio de Belén, específicamente en la hornacina central del segundo cuerpo, en esencia hay un “Nacimiento” obrado en estuco,  es decir allí figuran: el Niño Jesús, Virgen María, San José, buey, mula y ovejas; así mismo está la figura del Santo Hermano Pedro de Betancur, en el marco de un cielo muy decorado.

Aunque existe la celebración de festividades mediante la dotación aportada por devotos vecinos,  por ejemplo para celebrar la navidad en el templo de La Escuela de Cristo,  habían  otras descritas por fray Francisco Vázquez en su obra: “Vida y virtudes del Hermano Pedro de San José Betancur” como la de Epifanía con procesión en el mencionado Hospital de Convalecientes, también en los alrededores de la Capital del Reino  habían pequeños pueblos destacando  San Gaspar Vivar, el cual se llenaba de colorido y entusiasmo cada 6 de enero día de la Epifanía o comúnmente conocido como de “Reyes”; más al norponiente estaba la población de Santos Inocentes Parramos, donde el 28 de diciembre era igualmente un lugar concurrido y festivo.

A mayor distancia estaba el pueblo de Pampichí en las cercanías de San Juan Amatitlán, sede primigenia de una venerada imagen de Niño Jesús que sin duda para la Navidad era todo acontecimiento. Algo más es posible conocer en  nuestro aporte titulado: Acerca del Niño Jesús de Belén de Amatitlán,  publicado en el Suplemento Navideño del diario La Hora del año 2012 y se encuentra en internet

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Más allá de la Capital del Reino existen pueblos alejados que tenían al Niño Jesús en un lugar preeminente, entre ellos están Cuilapa en el corregimiento de Guazacapán y Olintepeque en la jurisdicción del corregimiento de  Quetzaltenango, según las ordenanzas de cofradía del Niño Jesús en este último lugar era celebrada, entre otras festividades,  la “Circuncisión” del Señor el 1 de enero de cada año.

Finalmente, no sólo cofradías de las advocaciones indicadas en el cuadro adjunto estaban activas en estas solemnidades sino también aquellas penitenciales, para lo cual se sugiere ver nuestros artículos: Cofradías penitenciales y ciclo navideño en la Guatemala colonial ,  y como era posible obtener recursos para estas importantes celebraciones en:  Lademanda” para celebrar las fiestas de fin de año en la Capital del Reino de Guatemala”, publicados  por diario La Hora en el Suplemento navideño del año 2020

 

 

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