Karla Janett Cal Dieguez
Mi nombre es Karla, no sé si llamarme escritora porque no escribo con el fin darme a conocer como alguien distinguido e ilustre, mi propósito único en la escritura siempre fue y ha sido el poder de liberar todo aquello que oprime mi ser, como humana y como mujer, debo guardarlo en el cajón de la habitación oscura dentro de lo profundo de mi alma. Provengo de una familia humilde que, apenas pudo abrir un solo ejemplar durante su largo legado. Escribí mi primer cuento a los 10 años, a los doce declamé mi primer poema, pero siempre me negué a reconocer que la literatura me llamaba a su morada. Hasta que un día abrí un libro y terminé atrapada en el universo de las letras.
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Bajo el árbol
Poema 1
Ya no escribo en papel
las letras ya no alcanzan
no logran montarse en el carrusel.
El peso del mundo oprime esta corazonada
y la inseguridad invade mi mente
cubierta con los retazos de las historias de un amor
antes escritas en la piel.
Es esta la historia
que la mente no puede
hilar con palabras.
Y el cuerpo escribe
los sonoros sentimientos
de un corazón magullado.
Parece que anhelo algo
con toda el alma,
pero entre más me esfuerzo
mi propio aliento la luz apaga.
¿En dónde me he perdido a mí misma?
¿Quién carajo soy?
Me he transformado
y como espuma
entre las olas del tiempo he viajado.
¿Qué es lo que más me duele?
Saber que esos besos
han sido diáfanos
en los sueños.
No sé si podré volver a verte,
constantemente
arrullo el miedo a perderte.
Y eso que ni siquiera
eres consciente
de esa lucha,
de ese afán
de ese tormento,
y de la excitación en ciego frenesí,
sometida a la vibración del silencio
cuando las largas horas de la noche cuento
y pienso en ti.
Poema 2
No quiero llamarte amor,
mas no encuentro otra palabra
que defina este arrebato de pasión.
¿Y si te llamara así, importa?
Confieso que no,
porque la incertidumbre nos separa
y tú no sientes nada.
El estallido de mi interior
es sofocado
por la helada de tu aura.
Te soy sincera
he buscado por mucho tiempo,
hasta el corazón se me ha vuelto viejo;
aroma a rosas de olvido
has optado por callarte,
como en la banca de una iglesia
me has dejado a la espera.
Poema 3
A pesar de mi cobarde muerte
este dócil cadáver
resucita cuando tus secretos
se hacen míos
y mis sonrisas tus pasatiempos.
Poema 4
No sé si podré continuar ocultándolo,
constantemente…
la cercanía entre ambos
ahoga el aliento,
estremece al cuerpo,
el tiempo no duda y se detiene.
Poema 5
He sentido haber conversado contigo
desde hace siglos,
aunque lo cierto es que solo han pasado
unos cuantos soles,
un par de madrugadas,
y un sinfín de miradas.
Te percibo como un soplo de oxígeno,
pero sembrado en la cumbre de un cerro,
inalcanzable es así como te siento.
Poema 6
Los insignificantes segundos
en que nuestras almas coinciden,
No siempre estamos dispuestos
Tú a la entrega
Y yo a la iniciativa.
No sé si es imaginación mía,
pero tu indiferencia hacia mi parece fingida.
Poema 7
A pesar de esos
fugases besos,
besos que invitan a otros más,
sigue siendo demasiado pronto
para expresarte
esto que me consume tanto.
¿Y si te dijera que casi siempre me traiciono
y volteo a ver en dirección al árbol?
Busco bajo esa sombra con afanada ilusión
encontrar un rastro de ti.
Saber que no estás tan lejos de mí.
Poema 8
Entre locuras,
promesas,
ilusiones,
penas
y dolores,
hoy te confieso que de ti
inesperadamente
me he enamorado.
Por favor,
¿Cuándo me llevarás bajo el árbol?
¿Cuándo probaré la sombra
de ese manzano rosa?
¿CUÁNDO, CUÁNDO?
Sueño de medio día
Sueño de medio día,
medio dormido,
en medio de una guerra.
Casi hecho en vida,
en el vientre de lo prohibido;
casi, mas solo ilusiones vacías.
Me dijiste: “todo se puede”,
pero todo es nada
para lo que quisiéramos.
Y la pasión que un día entrelazó a ambos
solo se ha quedado alrededor de nuestro cuello,
apretando,
robándonos el aire,
dejando el aliento comprimido
en un vaivén de secretos.
Selección de textos. Luis Alfredo Aguilar