Raúl Hernández Chacón

Introducción

Joao Batista Libanio, brasileño, doctor en Teología, Jesuita, lo conocí en Puerto Rico, en un curso sobre formación de la conciencia crítica. Fui invitado por el Instituto Experimental de la Asunción. En aquella oportunidad presentó sus tres documentos: 1. Aportes filosófico-culturales, 2. Aportes socio-analíticos y 3. Aportes psicopedagógicos. Fue una experiencia inolvidable y muy enriquecedora.

En esta oportunidad se tratará de reflexionar brevemente sobre un documento escrito por Libanio con el mismo título de la presente reflexión y publicado en la revista Vida Pastoral 37, en 1996. Los aportes, en lo pedagógico y filosófico constituyen una fuente de inspiración permanente y son asombrosamente actuales. Al final cito algunas otras obras de mucha profundidad y publicados a lo largo de su fecunda labor investigativa y acción maravillosamente reflexiva.

La finalidad es aportar dentro de las diversas opiniones, un punto de vista respecto a la coyuntura que inicia nuevamente el pueblo de Guatemala, como lo hace cada cuatro años, en un proceso de elecciones generales para “elegir” nuevas autoridades. Estamos conscientes que son formales pero no reales, toda vez que son continuidad del sistema político imperante en el que las estructuras económicas no cambian y sólo reafirman el poder que se reproduce en favor de unos cuantos y excluye a las mayorías que continúan desde 1492, el inicio del despojo en América, 1821, fecha en que asumen los criollos el poder total guatemalteco al mando del primer traidor Don Gabino Gainza, 1871 cuando se registra la ampliación de los nuevos ricos con la “reforma liberal” y se agudiza la explotación de los grupos indígenas y campesinos, hasta  la fecha en Guatemala, con un breve paréntesis de 1944-1954 la Década de la Dignidad, en el que se vivió un intento de democracia, pero que fue furiosamente aplastada por las fuerzas obscurantistas, con el apoyo de los Estados Unidos de Norteamérica, mediante una intervención extrajera descarada y voraz, que aún dominan en nuestro atormentado país de una belleza natural extraordinaria, que contrasta con la injusticia social que sufre la mayoría de la población. Es admirable su resistencia apunta nuestro gran escritor Luis Cardoza y Aragón.

El MUNDO Y LAS UTOPIAS.

El autor inicia su interesante análisis a partir de 1960, para situarnos en el tiempo. Y en el espacio, a dos escenarios muy concretos: Europa y América latina. Refiere un breve paso de los cambios registrados que parecen terminar con las utopías. El mundo cambia en todos los aspectos, la juventud se revela, los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial marcan el paso y se ven con posibilidades el capitalismo y el socialismo dos sistemas, dos ideologías.

En Francia hay acontecimientos que intentan cambios, desde la perspectiva de los jóvenes que están inconformes. En el norte de América se cuestiona seriamente la guerra de Vietnam, “se anunciaba por tanto, el inicio de una nueva era de grandes transformaciones.” Esta manera de ilustrar esos hechos históricos es elocuente: “La bandera de la revolución francesa, casi doscientos años después, se enarboló por manos de jóvenes alegres por estar gestando un mundo en que sólo estaría prohibido prohibir”. Pero todo fue efímero y se volvió al estado “normal”.

En nuestra América con experiencias de regímenes militares, “la juventud todavía soñaba”. Fueron diez años de expresiones que pensaban y actuaban contra esa represiva acción contra la juventud inconforme. Surgen movimientos sociales que tratan de dar aliento a la llama de la utopía, pero es cruelmente pisoteada por la represión. Ya en los años 90 se va languideciendo esa llama utópica. En Brasil, dice nuestro autor, que es válido para toda la América latina: “Se esperaba después de los regímenes militares una política limpia, transparente y he aquí que explotan escándalos en todos los niveles del ejecutivo, legislativo y judicial con una política sin ética”.

Parece que fuera escrita esta página para la historia reciente en Guatemala, en donde a partir de 1986, con el inicio de una nueva etapa de gobiernos civiles, con los presidentes Vinicio Cerezo Arévalo, Jorge Serrano Elías, Ramiro de León Carpio, Alvaro Arzú, Portillo, Oscar Berger, Alvaro Colom, hasta Otto Pérez Molina y luego los seis meses de Alejandro Maldonado Aguirre, el payaso Jimmy Morales y Alejandro Giammattei, la violencia, la corrupción y la impunidad transforman, con el narcotráfico a un país en gran medida “copado.”

Se esperaba que las expresiones populares, las iglesias, la Teología de la Liberación se impusiese, pero desafortunadamente no fue lo que se esperaba.  En el campo de la Iglesia Católica se desarrolla el Concilio Vaticano II, de hondas repercusiones en América Latina. En el caso guatemalteco, la firma de los acuerdos de paz, firmados en 1996 dieron una esperanza, sin embargo hoy no llegan ni siquiera recuerdos. Las utopías, horizontes que alentaban sueños esperanzadores se truncaron en este lapso de más de 30 años.

Se impone un nuevo orden, al que algunos autores le llaman “postmodernidad”, que lleva a una pasividad e indiferencia como características más significativas. Libanio describe así el escenario de los 90. “Se prefiere la espontaneidad libre a la jerárquica, el juego a los proyectos y estructuras, la fragmentación a la construcción, la libertad individual a los valores colectivos, el show a las reuniones de las grandes instituciones religiosas o políticas, la diversión a la militancia, la novedad sin compromiso al empeño constructivo, lo lúdico a la eficacia, el predominio de los efímero, de lo instintivo a lo racional planeado”.

Esta descripción pareciera reflejar como un espejo los detalles de la sociedad guatemalteca en la que toda la población está manifestada. A ello debe agregarse que todo lo que es difícil no interesa, el hacer menos siempre. Ver los programas improvisados de los partidos políticos, si los tienen, que ofrecen lo que nunca ejecutarán. Es decir, una pérdida de la credibilidad al hacer político que sólo busca los intereses individuales, no el bien común.

Pero más adelante Libanio apunta: “ Lo que interesa es la búsqueda de lo exótico y de los excepcional a lo uniforme y rutinario, los encuentros y los pequeños relatos, a los metarelatos, la estética y la experiencia religiosa personal a los dogmas, el presente disfrutado al futuro prometido, el pensamiento débil a la razón totalizante, las historias a la Historia, la duda y la pregunta a las certezas definidas, los pequeños placeres vulgares a las grandes pasiones, el cinismo calculador al entusiasmo idealista, los consensos frágiles a los compromisos definitivos, el fragmento a la totalidad, el pequeño grupo acogedor a las organizaciones disciplinadas y rígidas, lo comunicativo a lo productivo, la diferencia a la uniformidad, el realismo de un presente sin encantos a las utopías”.

Como apuntamos, “este clima acaba con cualquier posibilidad de utopía. Convencionalmente se le llama postmodernidad”. En los años 90, hace ya 30 años, los ideales de la juventud se planteaban como una posibilidad de cambio, como unas utopías, como esperanzas de un futuro que facilitara las mejores condiciones de vida, y de vida digna a las mayorías, mediante procesos democráticos representativos inicialmente. Para dar lugar al siguiente paso, procesos participativos, en la medida de su avance y consolidación.

Sin embargo cada vez se sentía esa actitud que Libanio señala: “Ellos, -los jóvenes no se sienten responsables de la miseria social, no se angustian por no responder a las expectativas de sus padres. Viven la propia vida y listo. No siguen a ningún líder ni ninguna consigna”. Aún más, cita que en la escuela: “es la primera generación lista para vivir sin culpa. La escuela ideal es la que de libertad de opinión, los escuche y los respete, sin que sean vigilados, de modo que cada uno sea lo que quiera”.

Hoy en 2022 encontramos ciertos dilemas para quienes trabajamos en el campo educativo. Por una parte, un grueso número de familias están constituidas solo por madre, algunas sólo por el padre, que psicológicamente coloca a los hijos con ciertas desventajas. Esto quiere decir que la familia, primera escuela está en crisis, que en gran medida también tiene dificultades económicas, muchas veces resueltas con la migración forzada de los padres. Si agregamos el factor negativo de la drogadicción como salida, para evadir esa cruda realidad, de la juventud, en términos generales, hablamos del caso guatemalteco, migra y o se evade con una adición a la tecnología, ventana abierta a todo y en todo, que lleva a una degradación de su condición de dignidad humana inherente por su propia naturaleza.

¿Cuáles podrían ser los ideales, las utopías de esta juventud 30 años atrás? Libanio dice de manera contundente: “Las utopías se desbordaron de sus límites históricos y se proyectaron hacia fines absolutos. Con esto se suicidaron”. Pero aún más categórico Libanio lleva su análisis a considerar que “Las dos utopías que actualmente pretenden imponerse como fines absolutos, son el socialismo y el capitalismo”.

Cuando señala sus reflexiones sobre la utopía del socialismo asevera que:  “la utopía del socialismo real desea la igualdad en la tierra, una justicia social tal que solamente con la supresión total de la libertad humana es posible. Imagina un ser humano sin pecado. Y la naturaleza no es así. Es libre y pecadora. Por ser libre no acepta que se quite el derecho último de construir para sí un camino a la felicidad”. En cuanto al capitalismo aún es más contundente en su apreciación muy profunda al escribir: “En términos todavía más radicales, no considera ya al capitalismo como una utopía, sino como su realización. Y su forma actual se llama neoliberalismo”.

Hasta aquí del documento que sirve de referencia para este análisis, José B. Libanio, se refiere a los años 90. Sin embargo con el término neoliberalismo y su referencia citada se adentra en un futuro que ayer fue y hoy es presente, dramáticamente, en el que queda muy cerca de la realidad existencial del hoy con sus grandes desafíos, porque el sistema capitalista en su versión neoliberal es aún más inhumano, más terrible, más excluyente y más agresivo en todo sentido, hasta llegar a desbordarse en la anulación del Estado para convertir al mundo en la llamada “aldea global” que significa la explotación sin límite de recursos, personas, naturaleza.

El nuevo orden económico que vuelve la dependencia del siglo pasado en una verdadera “colonia de esclavos al servicio de unos cuantos, a nivel mundial, regional y local. Ya no diríamos nacional, porque ni siquiera desde el punto de vista territorial hay límites en ese torbellino inmisericorde de apropiación de la naturaleza, sus riquezas y su gente. Por ello dice Libanio hace más de 30 años, “el proceso creciente del neoliberalismo está por liquidar a las utopías. Por medio de la exacerbación del individualismo, que se centra en el individuo y le aleja de cualquier discurso sobre la utopía”.

Hoy podemos afirmar que ya las eliminó. Pero va más lejos aun cuando afirma que “la entrada victoriosa de los medios de comunicación y de la informática creciente aumenta todavía más la sensación de la realización plena de la utopía consumista”. Se vive el hoy de manera tal que no interesa el pasado, ni interesa el futuro. Contrariamente al pensador del siglo XX que apunta que “el hombre recuerda el pasado, espera el porvenir, rara vez se preocupa del presente”.

Cuando los ambientes educativos, reflexivos, de pensamientos más serenos, filosofaban los seres  humanos, tomando un café. Ahora la prisa, el tiempo, el trabajo, la acumulación de riqueza, viajar, “vivir” aceleradamente es lo común, lo corriente. Ilustra dramáticamente este panorama sordo y sombrío cuando dice Libanio: “No queremos las flores para el funeral, sino ahora”. Y concluye: “El futuro es el funeral, no sirve para nada conservar las flores del gozo, de la alegría, del disfrute de la existencia para un futuro mejor de la humanidad”.

Lo delicado de este pensar la realidad existencial de la que pocos tienen conciencia, porque sólo tienen pensamientos, si los tienen, para el momento y para la alegría pasajera, es, quiérase o no, el hilo conductor de los sistemas educativos imperantes, reproductores del mismo, que con “competencias” académicas, técnicas, repetitivas, uniformes, contrarias a la búsqueda de la creatividad y la realización plena de la persona humana, no consideran lo fundamental en el ejercicio de la promoción de la conciencia crítica, porque no se promueve, no se fomenta, no se practica. Es conveniente no formar políticamente al estudiante. No hay espacios suficientes para el análisis de esa realidad que nos circunda y de la que no estamos conscientes y por lo tanto no vamos a actuar.

Es fundamental, necesario, indispensable cambiar los esquemas de docentes y de estudiantes respecto a este importante tema excluido deliberadamente de los sistemas educativos. Dice al respecto Libanio: “En nuestros términos, no sirve para nada forjar utopías y sacrificarnos por ellas, pues, cuando ellas se realicen estaremos muertos”.

¿QUÉ HACER?

El panorama presente y su reflexión se perfila, al parecer como un pensamiento muy lúcido por parte de Libanio, que lleva a sentir que todo está acabado, que todo está perdido, que nada se puede hacer. Pero no es así. El mismo documento no tendría sentido, si quedara como un diagnóstico del médico ante la enfermedad y no ofrece soluciones, alternativas, es decir, qué hacer. Por ello se pregunta ¿Por qué hablar entonces  de utopía? Y responde: “La utopía apuesta en una triple dirección: Una antropológica, otra social y otra espiritual. Por más que la situación presente parezca impermeable a toda posibilidad de utopía debido a la presencia única y victoriosa del neoliberalismo capitalista, la mayor oportunidad surge precisamente de esa realidad”.

Dice acertadamente Libanio que “percibimos las fisuras de la ideología neoliberal en las señales de una nueva utopía, que despunta en el horizonte en los tres niveles: antropológico, social y religioso. Por más que el neoliberalismo se presente como realización de la utopía de la humanidad, su carácter terriblemente materialista y consumista corrompe radicalmente al ser humano en sus aspiraciones de trascendencia. El socialismo real apostó al pan de las necesidades para todos con el fin de realizar al ser humano, y fracasó. Las personas querían la belleza, la libertad, el gozo más allá del pan”.

Esta reflexión contundente no lleva a recordar la entrevista que le hizo un periodista a un político de “izquierda” en Guatemala, al expresar que nunca la derecha deja el poder y observemos cómo estamos en general con los grandes déficits, con los altos índices de pobreza, trabajo, salud, educación, sin políticas públicas que resuelvan los grandes problemas para dar paso al acceso a los bienes y servicios necesarios para una vida digna de todos los guatemaltecos. Es decir, gobiernos de turno sólo al servicio de la oligarquía terrateniente, industrial, financiera y ahora en contubernio con el narcotráfico, la trata de personas, la migración forzada escandalosa y la violencia como parte de la estructura imperante que ilustra a cuerpo entero nuestra triste realidad y con los tres “poderes” del estado, con minúscula: ejecutivo, legislativo y judicial copados por la corrupción e impunidad.

El caso guatemalteco refleja en mayor o menor medida el panorama latinoamericano. En ese sentido Libanio comenta: “la violencia contra la ética del neoliberalismo no puede resistir al tiempo. Los privilegiados, en cuanto seres humanos que son, más pronto o más tarde, se harán la pregunta de sus privilegios. Si es verdad que la juventud dorada de Sao Paulo consigue ‘ser feliz’ sin mala conciencia delante de la injusticia presente, culpando a las generaciones pasadas, un día ella estará presente a esta injusticia y no tendrá más a quien culpar, sino a sí misma. En ese momento la felicidad se acaba”.

Esta cita más que elocuente y felizmente muy bien elaborada, describe un futuro que, puede ser la luz al final del túnel que por espacio y tiempo tiene a la humanidad en una permanente sobrevivencia, en un mundo, aún lleno de riqueza material y espiritual. Por eso “Con relación al actual modelo de desarrollo consumista, por un lado, y generador de miseria, por otro, surge la utopía de una nueva relación con la naturaleza, con el planeta tierra”.

Es interesante destacar cómo José Libanio en 1996 se adelante con sus excelentes apreciaciones filosóficas. No es posible este análisis sin comentar de paso uno de los documentos del ciclo 2021 que marca una postura radical al respecto, la gran Encíclica del actual Papa Francisco: “Laudato Si”. Apunta el Papa: “entre los pobres más abandonados y maltratados, esta nuestra oprimida y devastada tierra, que gime y sufre dolores de parto”.

Los progresos científicos más extraordinarios, proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelven en definitiva contra el hombre. Y a su vez cita a Juan Pablo II:  Se pone poco empeño para salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología humana.  Luego se encuentra esta otra cita muy comprensible: “una ecología integral requiere apertura hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas o la biología y nos conectan con la esencia de lo humano”.

La sintonía del análisis que Libanio presenta en este documento con la Encíclica referida se profundiza con esta cita: “No puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos”. Lo dicho no sólo humaniza, sino a la vez relaciona la actitud de una verdadera utopía ecológica de la que reflexionamos de una manera integradora.

Al seguir el hilo conductor de nuestro autor, apunta: “la utopía que anuncia la nueva generación ecológica promete al ser humano la tan deseada armonía. El hombre moderno se ve desecho por dentro, lleno de ruido interior, precisamente por no saber relacionarse con el cosmos, con los otros, consigo y con lo Trascendente. Por ello, y aquí observamos la verdadera esencia del aporte que Libanio, hace 30 nos obsequia: “En el silencio interior y en la armonía con el mundo se percibe que la relación de la contemplación de la naturaleza intacta sacia más el corazón, llena más de felicidad que la posesión desordenada de las cosas. Dios nos dio las ventanas de los sentidos, para disfrutar, sentir el gozo de las cosas que Él creó y no sólo las manos para transformar los objetos”.

No todo está perdido, a pesar de las grandes exclusiones que provoca el neoliberalismo despiadado, la injusticia social eternizada en la mayoría de la población, analfabeta, sin comida, sin techo, sin esperanza, sin la mínima posibilidad de mejorar sus condiciones de extrema pobreza, fruto de esta ideología que sólo favorece a un pequeño grupo, en tanto la inmensa mayoría, “los condenados de la tierra”, sin falta de las oportunidades mínimas sobreviven en total abandono.

Pero el documento en su desarrollo responde a la posibilidad de una nueva utopía que en términos precisos desarrolla así: “ El proceso de humanización implica la emancipación ante el imperio de la razón instrumental, que transforma los fines autónomos de la vida en medios para sus propios fines. Establece la prioridad absoluta el ser humano sobre la lógica de la ciencia y de la técnica, integra la racionalidad en una totalidad orgánica en torno a la vida y a sus exigencias. La propia comprensión de conocer adquiere nueva forma, ya no para poseer, adquirir conocimientos, sino para compartir con otros.

EL PROCESO COYUNTURAL DE LO POLITICO ACTUAL EN GUATEMALA

Un número cada vez mayor de jóvenes serán los protagonistas, como partícipes del proceso de las elecciones generales anunciadas para enero de 2023 en Guatemala. Esta juventud no tiene claro, ni muchos adultos, de las consecuencias que trae consigo el relevo de las autoridades que gobiernan. No hay propuestas verdaderamente importantes a considerar, estamos, desafortunadamente, sin posibilidades de cambios radicales que requiere la sociedad y el pueblo guatemalteco. Los discursos son atractivos, ofrecen de todo y para todos, pero, como siempre, al llegar al poder esos ofrecimientos no se concretizan.

Esta reflexión, desde la perspectiva del brasileño José Libanio, invita a la reflexión serena, objetiva, a considerar los elementos de una toma de conciencia para ejercer el derecho de elegir y ser electo de todas y todos los guatemaltecos, de acuerdo con la constitución vigente.  Debe considerarse el papel que juega la educación, la formación integral de la persona humana. ¿Quiénes tienen acceso a la educación? y ¿Qué tipo de educación se desarrolla en el ámbito educativo formal y no formal? Aquí se juega una gran responsabilidad de orientación y formación por parte de la familia, la escuela y la sociedad en general.

En tanto algunas instituciones educativas le apuestan a una formación valorativa, que privilegia las actitudes y la conciencia crítica frente a la realidad, los medios de comunicación informan que la Magistrada Blanca Aída Stalling Dávila, cuestionada y perseguida con orden captura, la que evade a la justicia, es restituida en la Corte Suprema de Justicia y con el reconocimiento de sus salarios no cobrados de más de cinco millones de quetzales.

En el campo del ejercicio democrático del voto, no tenemos la oportunidad de elegir, ya están los candidatos seleccionados, dentro de los partidos políticos, cuyos procesos internos son muy cuestionados. Estamos muy lejos de una democracia representativa, mucho menos de una democracia participativa. Es por ello muy útil considerar las corrientes de pensamiento, los esquemas, las alternativas, desde un planteamiento que propone nuestro autor. La concepción de Educación juega un papel de primer orden.

Vale la pena tomar en cuenta la concepción que propone otro brasileño, Pablo Freire: “Creo fundamental que, comprendiendo la historia como posibilidad, el educador descubra la educación como posibilidad en la medida en que la educación es profundamente histórica. Cuando la gente entiende la educación como una posibilidad, la gente descubre que la educación tiene límites. Es exactamente porque es limitable o limitada ideológica, económica, social, política y culturalmente, por lo que ella tiene eficacia”.

Esta es la finalidad a considerar. El fin de las utopías, la posibilidad de una nueva utopía, la enorme responsabilidad que tiene la educación y quienes se ocupan de ella. Al revisar documentos escritos con anterioridad, la Asociación de Investigación y Estudios Sociales, ASIES, apunta en uno de ellos, del año 2000, que refiere estos datos: “en las elecciones de 1985 la abstención se situó en un 35%, en 1990 fue del 55%, y en las de 1996 hubo un abstencionismo del 63%, según informes del Tribunal Supremo Electoral. (TSE)”.

El documento recomienda hacer un estudio profundo de los resultados de participación, ausentismo y abstencionismo. La respuesta está más que expresada en los análisis que anteceden estos datos, en la presente reflexión. Si en las cuatro décadas finales del siglo XX no le interesó la política a la juventud. Ahora ya dos décadas después del siglo XXI, la situación de presenta igual o peor, en cuanto a participación se refiere, que no es sólo ejercer el voto. Tiene una mayor responsabilidad y profundidad.

CONCLUSIONES

El poco interés, la indiferencia y muy poca participación de la población en general, particularmente de los jóvenes obedece a tres razones: 1. La ideología neoliberal imperante, que promueve el individualismo, la economía del mercado y el consumismo como fin en sí mismo. 2. La mínima formación política, que cada vez importa menos al sistema educativo, aunque lo sugiera el currículo nacional base, CNB. 3. El desencanto que proyectan los “políticos” corruptos que con el manto de la impunidad sólo actúan según sus intereses, obedecen y sirven a sus amos los que controlan en poder, manoseando a su antojo la constitución política. Todo ello para fortalecer el neoliberalismo salvaje y inhumano. Anula a la persona y la convierte en objeto que se compra y se vende, con una explotación terrible de la persona, que ofrece la exclusión de mujeres, niños, adolescentes y adultos mayores, que ya no cuentan, son “descarte”, y promueve la drogadicción, el alcoholismo, la prostitución, la migración forzada y la miseria más degradante hoy. Todo en el marco referencial del acertado análisis de J.B. Libanio s.j. que ilumina maravillosamente las causas y consecuencias de la situación política en general.

Para concluir comparto las consideraciones que la Confederación interamericana de educación católica, CIEC, publicó en enero 2002 y que resultan ser sorprendentemente actual para hoy, pues le confieren a la educación la posibilidad de acercarse a los jóvenes para ser protagonistas de los cambios que se requieren. Ello significa el compromiso por una educación de calidad desde la perspectiva de las utopías con la participación de la Comunidad Educativa. El artículo se titula: Cuatro utopías no neo-liberales para una educación de calidad.

Apunta inicialmente que “Las utopías sirven para caminar, aún en las dificultades de la medianoche”. La primera utopía: La profecía de la interculturalidad y la multiculturalidad. Al constatar que las reformas educativas se orientan a crear al hombre ‘económico’, al ‘hombre útil’, al ‘hombre consumidor’.  Se propone: Propiciar una pedagogía para la mundialización de la solidaridad.

La segunda utopía: La profecía de la fraternidad. Al constatar que la vigencia de un modelo de sociedad basada en el apetito voraz de ganancias y en predominio de los más fuertes, se propone como respuesta a este desafío, una pedagogía de inclusión que apueste por la solidaridad y la justicia, participativa y no discriminatoria.

La Tercera utopía: La profecía de la ética del bien común y la solidaridad. Al constatar que el sistema vigente trastoca por completo los valores al hacer que desde el mercado se defina el sentido de la vida y de la realización humana, se propone desde la escuela como respuesta a este desafío, una pedagogía para el desarrollo humano y la convivencia social, en el reconocimiento del otro como sujeto de esperanza.

La cuarta utopía: la profecía de vida y el desarrollo sostenible, al constatar que se ha roto la fraternidad cósmica, es decir, la alianza entre el ser humano y la creación, se propone la recuperación de la comunión con toda la creación, un cambio en la forma relacionarnos con los seres humanos y la creación”. En esta amplia cita, resumida se quiere presentar las conclusiones de la lectura del documento inspirador. Toca la lectura, el debate y la puesta en práctica de iniciar o fortalecer procesos que contribuyan al cambio que necesita la sociedad en general, particularmente la de los guatemaltecos en la coyuntura del proceso electoral que se inicia formalmente en enero de 2023.

BIBLIOGRAFIA.

José Bautista Libanio, s.j. UTOPIA EN LA PRACTICA POLITICA. Publicado en Vida pastoral 37. 1996.

José Bautista Libanio, s.j. FORMACION DE LA CONCIENCIA CRITICA. Colección Perspectivas-CLAR. Bogota 1980.

José Bautista Libanio, s.j. DISCERNIMIENTO Y MEDIACIONES SOCIO-POLITICAS.  Colección ignaciana 8. México 2000.

J.B. Libanio, s,j. SABER PENSAR. Sau Pablo, Brasil. 2001.

J.B. Libanio, s,j. EN BUSCA DE LUCIDEZ. Sau Pablo, Brasil. 2010.

Papa Francisco. ENCICLICA LAUDATO SI. Ediciones San Pablo, Guatemala, 2015.

Asociación de investigación y estudios sociales. GUATEMALA: INFORME ANALITICO DEL PROCESO ELECTORAL 1999. Revista ASIES, 1. 2000.

Paulo Freire. LA EDUCACION EN LA CIUDAD. Siglo XIX. México.

Conferaderación Interamericana de Educación Católica, CIEC. EDUCACION EN TIEMPOS DE NEOLIBERALISMO. Bogota, Colombia 2002.

Artículo anteriorCrónica de un asesinato anunciado: una década después
Artículo siguientePresidencia no responde si vetará o sancionará pago a exmilitares