Miguel Ángel Chinchilla Amaya, nació en San Salvador, el martes 7 de agosto de 1956. Escribe poesía, cuento, fábula, novela y periodismo literario. Es el único escritor de su generación que hasta el momento ha sido galardonado y publicado en todos los géneros literarios. Chinchilla ha obtenido premios por su obra, tanto a nivel nacional como internacional. Estudió Jurisprudencia y CCSS en la Universidad de El Salvador.

En producción radiofónica, desde el año 2003 hasta el 2018 trabajó la mayor antología de la cuentística salvadoreña y de otros países en lenguaje radiofónico, desde Francisco Gavidia hasta Horacio Castellanos Moya, más de un centenar de obras de autores salvadoreños y extranjeros, dramatizados en lenguaje radiofónico; en ese orden ha producido radionovelas con obras de autores salvadoreños; además de haber adaptado clásicos universales como Don Quijote de la Mancha, cuentos de Bocaccio, William Shakespeare, José Martí, Alejo Carpentier, Julio Cortázar, Khalil Gibran, Harold Pinter, Gabriel García Márquez y Antoine de Saint Exupery, entre otros. Estas producciones fueron difundidas a través de la radio universitaria YSUCA, en el extinto programa “Clásicos de Chinchilla”. Produjo la radionovela PROBRECITO POETA, basada en la novela, “probrecito poeta que era yo”, de Roque Dalton.

 

 

Hay poetas

Hay quienes rasgan su espíritu
Circunspectos ante el vulgarismo
Del poema que sin metáforas
No es ni puro ni es purismo
Ni hermético ni peripatético
Mucho menos armónico tampoco bello
Más bien un papel mugroso al garete
O el escupitajo de un tísico tosigoso.
Hay quienes que solo creen
En la palabra límpida es decir sin mácula
Sin pecado original casi sublime
Sin lo pegajoso de las secreciones entre dedos
Ni lo agrio de un beso de lengua al despertarse.
Hay quienes que no son quienes
Para mandar al carajo eso del verso puro
Mucho menos de tragárselo.

Black Friday

Allá afuera mientras yo aquí encerrado
El consumismo haciendo estragos
En la gente del gentío enferma de la cabeza
Es casi una esquizofrenia
Con la dopamina disparada a la enésima
Una enfermedad contagiosa
El virus del sistema en plena efervescencia
Con un título sajón para variar
Racista porque black is black
Como aquella canción de Los Bravos
Igual como quedan los consumistas
Luego de gastar tanto y hacer cuentas.
Ah pobre pueblo bien maje y baboso
Pero qué manera de saquearlo
Aprovecha las ofertas este viernes de esclavos
Gasta, gasta, es el fervor de la fiesta
Es la navidad señoras y señores
Y es que Santa Claus is coming to town
Con un látigo en la diestra y su carcajada siniestra
Luego de leer las cartas de los niños víctimas de Herodes.

Ah las navidades

Y de retorno en la melancolía
Queriendo resucitar las neuronas muertas
Se me viene el olor a musgo y barro
En tiempos de la inocencia
Cuando la Navidad era de veras un misterio
Y uno creía que el Niño Dios vendría
A dejar un juguete en Noche Buena.
Tiempos de villancicos en castellano
Cuando el viejo gordo vestido de rojo
Era apenas un anexo, porque lo principal
En el barrio eran las posadas y los nacimientos
Con aquel olor a musgo y barro
Tal como lo recuerdo;
Y más allacito cuando madre compró televisor
Asombrados mirando en blanco y negro
La historia del Cascanueces y Rodolfo el reno
De la nariz roja que en realidad era gris
Pero la imaginación era tan grande
Que uno de veras lo creía.
Ahora ya viejo, medio enfermo y desilusionado
Cuando el misterio ha sido develado
Cuando hoy como nunca antes
El comercio la Navidad ha cooptado
Y el viejo gordo vestido de rojo
Es el personaje principal en el Adviento;
Ahora que los degenerados y degeneradas
Quieren convertir al niño Jesús en una niña
O en un homosexual sin el menor recato;
Ahora que la justicia se niega
A castigar a los Herodes que asesinaron
A los santos niños inocentes del Mozote;
Ahora que la mentira supina se colude
Con una parvada de celestes golondrinas,
Lo mejor es seguir creyendo, pero sin creer
En esta realidad virtual que los endiosados
Pretenden manejar desde un teléfono áyfon.

Un pathos nacional

¿Y cómo explicarle al pobre rebaño
No creer más en falsos pastorcillos
Con cayados y promesas de puros espejismos;
Que el diablo imperial es una hiena
Disfrazada de oveja de ovejero
Un cachalote que se harta con pequeños
Indefensos cardúmenes desprotegidos
Y que utiliza a las mitológicas sirenas
Para engañar a las focas que felices aplauden
desde la cubierta en la nave del olvido?

¿Cómo lograr para la patria grande
Un verdadero pathos que rompa y conmocione
Ese maldito confort del canalla consumismo
De idílicos edificios de cristal como allende
En el primer mundo y espacios deportivos
Para reunir multitudes donde desgañitar
sin sentido del vulgo las frustraciones?
¿Y dónde está el poeta que escriba el poema
El poema que mate el poema de amor
Que antes era incómodo y hasta prohibido
Y ahora es nacionalista casi un himno
Aplaudido por todos hasta por los fascistas
Quienes develan con cinismo bustos a los patriotas
que brindaron sus vidas por la justicia?
¿Cómo despertar de esta pesadilla
Que hoy día con mayor furia arrasa al continente
Sin lugar a dudas por grandes errores cometidos
errores de táctica y estrategia?
¿Cómo, me pregunto, desde mi convalecencia,
Encontrar el pathos nacional
Que haga reaccionar a esta pobre muchedumbre
que ahora peor que nunca cree en pájaros preñados?

La muerte

Pasa la muerte cabalgando
En su cartón de lotería
(Iba a escribir en su corcel del tiempo)
Saludando como avisando
Que el momento no es eterno.
Yo amistoso la saludo desde lejos
Y le digo hasta luego oh my baby
Aunque decir hasta luego dure
Lo que tarda un pispileo.
Cuando uno nace ya viene vacunado
Con el virus del adiós y del olvido
Y aunque no estés de acuerdo
A cada quien le llega su momento.
Hay poetas que prometen no llegar a viejos
Y hay mártires que aseguran
Resucitar en el seno de su pueblo.
Yo por mi parte digo que muriendo
Cual uno muere a cada instante
La muerte se siente menos
Y es tan propio el misterio
Del polvo hacia donde caminas

En el origen del fin o al final del origen
El Mictlán y el Xibalba de los ancestros.
No le temas a la muerte no
Porque ya la llevas dentro
Es tan natural como la biología
Como un arcoíris como la antropología
Vive con ella y disfrútala
Como se disfruta la fe, el amor
Y la esperanza por la vida eterna
Pero sin obcecarte, querido hermano
Sin morir antes del tiempo
Sobremuere cada instante en plena calma
Cual si fuera de la vida el último momento.

Payaquí

Era Payaquí de los chortis el gran reino
Reino donde Topilzin blandía su cetro
Nuestro Señor Uno Caña jefe de jefes
Hombre de poder, sabiduría y esfuerzo.

Huey Tlato en el cruce del trifinio
Donde se erguía el bosque encantado
A orillas del Güija siempre tan calmado
Y las pelotas surgiendo de los artesanos.

Tachti o Poktapok el hule sagrado
Recuerdo del padre de los brujitos mayas
Así disfrutaba el Señor Uno Caña.

Al oriente Copan donde el día soleado nacía
Al occidente Mictlán donde la sombra surgía
Y en Izabal, Quirigua, donde la piedra crecía.

El ocio del bardo
No obstante, la palabra como el agua
Busca siempre el resquicio para colarse
Húmeda terquedad lubricándose en el cauce
Haciendo con el verbo la acción que se comparte.
Penetra serena la palabra con su música silente
A cincelar la idea en la roca de la ausencia
Con su melodiosa semántica de voces rumorosas
Cantándole al amor, a la muerte, al sacrificio
Acaso a un corazón aterido y remendado, o tal vez
A la hoja mustia que cae indiferente en el abismo.
Escribe el poeta por una angustia necesaria
Como las nubes que orinan su lluvia en el invierno
Es por incontinencia, aunque se quiera evitarla
Emerge con necedad a pesar que nadie ha de leerla.
Es la soledad el momento puntual y propicio
Cuando aprovecha el bardo para pergeñar sus endechas
Y no es cosa nueva de veras lo que digo
Ya que para enredarse con el verso
Se necesita ocio y un poco o mucho de tiempo.

Selección de textos. Roberto Cifuentes

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