Francisco Rodríguez Rouanet
Profesor y académico universitario

 Al escribir únicamente sobre el Callejón de la Cruz es imposible desligar este lugar del ámbito que lo rodea, es decir, del área del barrio de La Recolección. Es por eso que se ha tomado el Callejón de la Cruz como base, pero agregando lo que ha tenido relación con él, como profesionales, artistas, instituciones, etc.

El Callejón de la Cruz forma parte del barrio de la Recolección, siendo éste uno de los más antiguos y conocidos de la ciudad, pues junto con el de la ermita, La Parroquia Vieja, Jocotenango, San Pedrito y otros, fueron los primeros que se formaron después del tras­lado de la capital desde la Antigua Guatemala a la actual ciudad. De cada uno de ellos pueden mencionarse sucesos que han impactado en la historia de Guatemala, donde el Callejón de la Cruz, no fue precisamente protagonista, pero fue testigo de muchos de ellos.

Este barrio y este callejón, que son parte del Centro Histórico de la ciudad, han crecido bajo la protección de la vieja iglesia de La Recolección, la cual funciona bajo la administración de los Padres Franciscanos. Esta iglesia que conserva varias do las más bellas imágenes de Guatemala, antiguamente se consideraba entre las más po­bres, ha logrado ser más reconocida gracias a la actividad que han desplegado los miembros de la Asociación de Cruzados del Santo Sepul­cro, quienes actualmente se esmeran por la conservación del templo, así como en la celebración de la Semana Santa, sacando en procesión esas imágenes en un recorrido bastante grande por las calles de la ciudad.   Esta iglesia se encuentra totalmente reconstruida después de sufrir los embates de los terremotos de 1917-18 y de 1976.

Actualmente las calles del barrio conservan el mismo trazo y la mayoría de las casas también conservan la arquitectura tradicional, con sus corredores amplios, sus patios con flores y sus pilas. Natu­ralmente el modernismo lo ha ido invadiendo, y ahora se ven casas mo­dernas con terrazas y minúsculos patios que apenas permiten una pe­queña iluminación.  Sin embargo, el ambiente en general sigue sien­do el mismo.  Toda la gente dice que es el barrio ideal para vivir, a pesar de la llegada de la violencia, aunque sea en mínima parte.

Antiguamente todas las calles de la ciudad tenían un nombre especial, por ejemplo: Callejón del Colegio (2a. Avenida «A»), Callejón de Maravillas (4ª calle «A»), Calle del Sol (7a. Calle Oriente), Callejón del Conejo (6a. calle oriente), Callejón del Carrocero (14calle A”), Callejón de, Escuintlilla (3a. calle «A»), y así sucesivamente. En esta forma apareció el Callejón de La Cruz, llamado así por una cruz que había al final del mismo y que ahora se conoce como 3a. avenida «A», el cual principia, de norte a sur, en la 1a. calle de la zona 2 y termina en la 4a. calle de la zona 1.

Antiguamente, este callejón, como sucedía en toda la ciudad,  las calles oran empedradas, pero con el tiempo se fue destruyendo el em­pedrado quedando solamente la tierra,  lo que era ideal para los niños y jóvenes, pues podían jugar cincos, trompo, barra o cualquier otro de los juegos populares de la época, aunque siempre estaban pendien­tes de los policías que eran llamados por los vecinos aduciendo que hacían perjuicio en las casas, especialmente en los techos donde caían las pelotas, tapando las canales o rompiendo tejas y láminas cuando alguno de ellos subía a bajarlas, así como la ruptura de los  vidrios de las ventanas que los padres tenían que pagar.  En la actualidad todas las calles de este barrio están asfaltadas, lo que permite el fácil tránsito de los vehículos.

Como sucede en todos los barrios de Guatemala, en el de la Reco­lección también han sucedido hechos históricos muy importantes, así como leyendas y personajes que le dieron prestigio a Guatemala en diferentes campos del arte y de la ciencia, así como instituciones que han preparado a estas personas.

Como parte de la historia de este barrio debe mencionarse que la primera Escuela Politécnica estuvo instalada detrás del templo de   La Recolección, abarcando lo que ahora es el Instituto Nacional de Señoritas «Centro América» (INCA) en la 1a. calle y 2a avenida de la zona 1, y lo que era el Llano del Cuadro, donde están los bombe­ros municipales y que, en aquel tiempo, la servía a los cadetes como campo de práctica.  En el atrio de la iglesia hay un monumento con­memorativo que dice: ESCUELA POLITÉCNICA. Iglesia de La Recolección. Guatemala, C.A. No tiene fecha, solo el logotipo de la Escuela (Como anexo presentamos una Breve Reseña de la Escuela Politécnica y los datos biográficos del Coronel e Ingeniero Felipe Rodríguez Santiago, primer Director de la actual Escuela Politécnica.

En la esquina de la 3a. avenida y 5a. calle se encuentra el Con­servatorio Nacional de Música, que primero se estableció en el Con­vento de Santo Domingo en 1875 durante el Gobierno del General Jus­to Rufino Barrios.  Posteriormente funcionó en el Convento de La Mer­ced y después se trasladó a donde se encuentra actualmente, solo que en un edificio antiguo construido después de los terremotos de 1917-18.   En este lugar, posiblemente por los estragos del terremoto, du­rante los años 1918-1921 funcionó la Escuela de Medicina y Cirugía, según se ve en una placa conmemorativa que se encuentra sobre la 5a. calle.   Este edificio fue demolido y en su lugar se construyó el ac­tual. La remodelación y mantenimiento está a cargo del Club Rotarlo de Guatemala.

Respecto a sus habitantes, en este Callejón y en las calles ale­dañas se asentaron familias, todas propietarias de sus terrenos, por lo que todos los vecinos se conocían entre sí y aunque muchos ya emi­graron a otros barrios o han fallecido, todavía quedan algunos descen­dientes y otros que han llegado a vivir a este barrio. De este ba­rrio surgieron personas que descollaron en diferentes actividades, especialmente en el arte y la ciencia.

En el campo de la música hubo personas que durante mucho tiempo le dieron prestigio a Guatemala, entre ellos, con perdón de los que se me escapara a la memoria, puedo mencionar los siguientes: Pianistas: Humberto Paniagua, maestro de solfeo y piano en el Conser­vatorio Nacional; Augusto Cuéllar, pianista, solista y maestro de varias generaciones en este instrumento; Indalecio Madariaga y José Arce, maestros de solfeo y piano; Eduardo Rodríguez Rouanet, médico, pintor y primer pianista graduado en el Conservatorio Nacional; Raúl Paniagua, maestro de piano en el Conservatorio.

Violinistas: Ramón Molina, Enrique Negreros, Car­los Vides.

Violoncellista: Luis Gaitán, Miguel Zaltrón y Antonio Granados, todos miembros de la Sinfónica Nacional; Felipe Rodríguez Padilla, violoncellista, guitarrista clásico, pintor y compositor.  (podemos incluir a Francisco Rodriguez Rouanet (anotación de Luis Antonio Rodríguez Torselli). Contrabajistas: Luis Rodríguez Rouanet, médico, guitarrista clásico y contrabajista de la sinfónica; José de Jesús Mendoza,y Vitalino Coronado, contrabajistas de la Sinfónica.

Flautistas: Germán Arturo Paniagua, maestro del Conservatorio y miem­bro de la Sinfónica Nacional como flautista principal, quien en su juventud recibió un reconocimiento por la famosa cantante de ópera Amelitta Gallicurcci; Héctor Dávila, flautista sobresaliente de la sinfónica, muerto a muy temprana edad.

Maestros de Capilla: Julio Rouanet, Elías Blas, Cornelio Mejicanos, Celso Lara, Juan Aragón, Roberto y Rafael Valle García, quienes ame­nizaban las ceremonias religiosas (misas, rezos, novenas, etc.)  Artes Plásticas:   Huberto Solís Soberanis, violoncellista, pintor y escultor que esculpió la Virgen del Rosario y el Cristo de Velásquez de la iglesia del Zapote, la María Magdalena y las imágenes pequeñas de la Recolección, así como El Salvador del Mundo que se venera en la catedral de Santa Ana, El Salvador, y muchas obras más.    Manuel Solís Soberanis, violinista, fabricante y restaurador de instrumentos musicales.  Rafael Rodríguez Padilla, pintor y escultor. A él se deben varias esculturas como la estatua de don Lorenzo Montúfar que está en la Avenida de La Reforma y el Mausoleo de Castillo Hermanos en el cementerio general, muy conocido por su estilo egipcio; en el área de la pintura dejó muchos cuadros, de los cuales algunos son ex­hibidos en el Museo de Arte Moderno de la zona 13. La Escuela de Ar­tes Plásticas lleva su nombre.

Médicos: Raúl Rodríguez Padilla, Rafael Montiel San Germán, Arturo Madriz, Mariano Rodríguez Rossignon, Alfredo Gil Gálvez, Federico Azpuru España y su hijo Eduardo Azpuru Pellecer, Rafael Montiel Hedges.

Dentistas: Alfonso Palomo, Fernando Palomo, Federico Azpuru Pellecer, Manuel Azmitia Barreda.

Abogados: Quirino Flores, Hugo E, Torselli, Luis Beltranena, Ramiro Castellanos.

Ingenieros Topógrafos: Domingo Conde, y Felipe Rodríguez Santiago. Al final y como anexos se incluyen una breve reseña de la Escuela Poli­técnica así como una pequeña biografía del Coronel e Ingeniero Feli­pe Rodríguez Santiago, quien fue el primer Director de dicha Escuela.

Poetas v Escritores: Humberto Hernández Cobos, Manuel Galich, Rigoberto Bran Azmitia.

A continuación se mencionan algunos antiguos aspectos folklóri­cos que con el tiempo han desaparecido de este barrio.

En primer lugar, el agua que surtía las casas no era apta para beber, pues a veces acarreaba tierra y otros desechos, por lo que era corriente el uso de filtros artesanales conocidos como destilade­ras hechas de piedra, además, la finca El Sauce distribuía agua en carretas haladas por mulas.   También en carretas se distribuía pan y hielo, el cual era depositado en hieleras, pues no existían refri­geradoras. En la misma forma, como no existían estufas de kerosene o eléctricas, para cocinar se utilizaba carbón y leña que eran traí­dos da pueblos vecinos como Chinautla, Palencia, San José del Golfo en patachos de mulas.

También existían los mozos de cordel, que eran indígenas que se mantenían en las esquinas con lazos y mecapal, esperando se les uti­lizara para transportar muebles y otros objetos pesados.

Ahora todo ha desaparecido, el agua corre entubada, los aparatos electro-domésticos, los vehículos automotores, etc., han cambiado en parte el ambiente no solo del Callejón de la Cruz, sino de toda la capital. Pero todos estos recuerdos hacen que nosotros nos sintamos orgullosos de haber nacido en este barrio, porque, en lo personal, yo nací en la 3a. Avenida «A» 3-47, Zona 1, antes Callejón de La Cruz No. 10.

Hasta aquí hemos narrado lo que era el Callejón de la Cruz y el barrio de La Recolección, mencionando personas que sobresalieron en los campos del arte y de la ciencia y que en su mayoría han muerto. Pero todavía vive una persona que ha dedicado su vida al servicio de la comunidad en la iglesia de La Recolección. Se trata de una persona sencilla que para la mayoría de vecinos pasa desapercibido porque se le ve a diario, sin conocer nada de su vida en general, solo en algunos aspectos.   Es una persona que por su misma senci­llez y don de gentes es apreciado y respetado por todos los que lo han tratado.   Me refiero a don Adrián Arriola, de quien haremos una breve biografía.

JOSÉ ADRIÁN ARRIOLA MOLINA

Don José Adrián Arriola Molina, conocido usualmente solo como Adrián Arriola, nació en esta capital el 26 de agosto de 1917 en una casa situada en la 3a. calle y 6a. avenida de la zona 1, cerca de la iglesia de San Sebastián,  De aquí la familia se fue a vivir al barrio de Jocotenango en la Zona 2, pero hace como 50 años se trasladó a su residencia actual en la 1a. Calle «A» 1-76, Zona 1, Sus padres fueron: don Francisco Arriola Estrada, de oficio escul­tor, y doña María Molina de Arriola

Sus estudios primarios los hizo en el Colegio San Sebastián, cuando este funcionaba en la. Casa de una señorita Batres en la 7a, avenida y 2a, calle de la zona 2, cuya Directora era la señorita Jo­sefina Alonzo.  Posteriormente, el colegio se trasladó al edificio donde se encuentra actualmente, pero como estaba sin terminar la construcción, los seis grados de primaria estaban en un solo salón grande, únicamente divididos los grados por cortinas.

Como desde pequeño tuvo inclinación hacia la música, por su cuenta y aún contra la voluntad de su padre, quien aducía que todos los músicos eran alcohólicos, a los 18 años ingresó al Conservatorio donde recibió clases de violín, primero con el profesor don Julio Pérez y después con el Maestro Andrés Archila.   A la vez, durante 5 o 6 años asistió a la Escuela de Bellas Artes donde estudió dibujo y pintura, siendo su maestro el Prof. Agustín Iriarte.

Durante 4 años tocó con la Estudiantina «Morse» que patrocina­ba la Dirección General de Telégrafos bajo la dirección del señor Carlos Morales de la Cruz. Al mismo tiempo, durante 32 años traba­jó como oficinista en dicha Dirección.

En el año 1940 contrajo nupcias con doña María Luisa Paredes, con quien procrearon seis hijos: Adrián, fallecido en 1972, era es­cultor y tenía una venta de imágenes religiosas en la Avenida San José y 3a calle de la zona 1; Vicente Ferrer, organista y profesor de piano; Francisco, residente en los Estados Unidos de Norte Améri­ca; Miguel Ángel, organista intérprete de música popular; Rafael, que toca contrabajo y batería; y Luis Gabriel que es maestro propietario de un colegio.

En el año 1940, don Adrián empezó a trabajar con la iglesia de La Recolección, dedicándose a todas las actividades no solo de la iglesia, sino de todo el barrio. Es miembro fundador de la Asocia­ción de Cruzados del Santo Sepulcro, la cual se dedica al mantenimien­to del templo y a la celebración de los actos litúrgicos de la misma, especialmente en la celebración de la Semana Santa con las procesio­nes que con gran pompa recorren varias calles de la ciudad.  Actual­mente ya no es miembro activo de dicha Asociación, habiéndose retira­do en 1956.   Colaboró con varios directores sacerdotes, entre ellos Fray Miguel Ángel Murcia, Fray Salvador Andrés y Fray Celestino M. Fernández.

En 1955, cuando fungía como Presidente de la Guardia del Santísi­mo, Fray Celestino Fernández le encomendó la celebración y procesión de la imagen de la Virgen del Inmaculado Corazón de María, la cual se lleva a cabo anualmente el 22 de agosto. Desde entonces y durante 45 años consecutivos ha mantenido esta devoción sacando en procesión dicha imagen con la asistencia de las bandas escolares de varios colegios católicos, recorriendo muchas calles de la ciudad.   Apar­te de que fuera encomendada por el Padre Fray Celestino Fernández, don Adrián lo hace por devoción, especialmente a la Virgen de Fátima.   En 1967 cuando se celebraron los 50 años de la aparición de la Virgen de Fátima, en el turno de honor de la procesión carga­ron el Nuncio Apostólico y otros jerarcas de la iglesia. En un prin­cipio, esta procesión desfilaba de 2 a 6 de la tarde, pero por lo re­gular llovía demasiado, entonces, por sugerencia del Padre Fray Mi­guel Murcia, dispusieron sacarla por la mañana, para evitar que los alumnos de los colegios se mojaran.

Actualmente mantiene, en un local de la propia iglesia, una ven­ta de cromos, postales y otros objetos religiosos.   El se encarga de mandar a imprimir los cromos y venderlos.   De las ganancias ob­tenidas se hacen miles de programas, turnos para cargar, adornos, flores, pago de banda y orquesta para la Novena del Corazón de María que se celebra en agosto, mes del Corazón de María. Con estas mismas ganancias de compra 15 docenas de bombas voladoras y cohetes, y los turnos para cargar se distribuyen en forma gratuita.

Este es un pequeño homenaje a don Adrián Arriola, quien a los 83 años de edad se mantiene activo, pues todavía con su violín se integra a la orquesta que ameniza la Fiesta de Los Músicos y man­tiene el entusiasmo de colaborar con la iglesia en lo que sea nece­sario (al momento de transcribir este artículo, Don Adrián lleva varios años de fallecido).

 

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