El siguiente texto es extraído de la novela de Jane Austen titulado Lady Susan.  Esta es una novela corta, de forma epistolar, que puede considerarse el puente entre los escritos «juveniles» de Jane Austen y sus magistrales novelas «maduras», y que ya presenta toda la sutileza e ironía de la autora… Su protagonista, lady Susan Vernon, es un personaje memorable: una viuda todavía joven (treinta y tantos), de gran belleza e inteligencia, pero cuya apariencia encantadora, amable y seductora oculta una personalidad egoísta, manipuladora, mentirosa, fría, falsa y despiadada… Lady Susan llega a Churchill, a la mansión de campo del señor Vernon, el hermano de su difunto esposo, para refugiarse del escándalo provocado por sus recientes coqueteos con un hombre casado en Langford. Aunque es recibida con prevención, sobre todo por su cuñada, la señora Vernon, la cautivadora lady Susan logra engañar a (casi) todos, logrando conquistar al joven Reginald

mientras trama la boda de su hija Frederica con un hombre al que ella detesta…

La señora Johnson a lady Susan

Queridísima amiga:

Calle Edward

Me alegro por la llegada del señor De Courcy y te aconsejo encarecidamente que te cases con él. Sabemos que las propiedades de su padre son considerables y creo que su herencia ya está fijada. Sir Reginald tiene la salud débil y no es probable que te resulte un obstáculo durante mucho tiempo. Me han hablado muy bien de él y, aunque nadie te merece, mi queridísima Susan, el señor De Courcy puede valer la pena. Manwaring se enfurecerá, naturalmente, pero podrás apaciguarle con facilidad. Además, ni el honor más escrupuloso requeriría que esperaras su emancipación. He visto a Sir James. Vino a la ciudad unos días, la semana pasada, y nos visitó varias veces en la calle Edward. Le hablé de ti y de tu hija y está tan lejos de haberte olvidado que estoy segura de que se casaría con cualquiera de las dos con placer. Alenté sus esperanzas diciéndole que Frederica cederá y le hablé de cómo ella progresaba. Le reprendí por cortejar a María Manwaring. Él protestó diciendo que había sido tan sólo en tono de broma y los dos nos reímos a carcajadas por la desilusión de la chica. En resumidas cuentas, nos entendimos en todo. Sigue tan tonto como siempre.

De todo corazón,

Alicia

Lady Susan a la señora Johnson

Churchill

Te agradezco, querida amiga, tu consejo con respecto al señor De Courcy, el cual sé que nació del convencimiento sincero de su provecho, aunque no tengo la intención de seguirlo. No puedo tomar una decisión en terrenos tan serios como el del matrimonio. En la actualidad, no estoy necesitada de dinero y, seguramente, hasta la muerte de su padre, obtendría poco beneficio de la unión. Es cierto que mi vanidad me hace creer que le tengo a mi alcance. He conseguido que sea sensible a mi poder y ahora puedo disfrutar del placer de triunfar sobre una mente predispuesta a no gustarle y llena de prejuicios contra mis acciones pasadas. Su hermana, igualmente, se ha convencido, o eso espero, de lo fútiles que son los comentarios poco generosos sobre una persona para predisponerla contra otra cuando se pueden contrarrestar con la influencia inmediata del intelecto y los modales. Veo claramente que se siente incómoda, porque la opinión que su hermano tiene de mí está progresando para bien y deduzco que no escatimará esfuerzos para contrarrestarme. Pero en cuanto consiga hacerla dudar de la justicia de su opinión respecto a mí, creo que podré desafiarla con éxito. Ha sido un placer ver sus avances hacia una mayor intimidad, especialmente observar sus reacciones alteradas cuando yo me mostraba reservada adoptando una dignidad muy calmada ante sus intentos de acercarse con una familiaridad directa. Mi conducta ha sido, desde el principio, igualmente comedida y nunca me había

comportado de modo menos coqueto en toda mi vida, aunque tal vez nunca mi deseo de dominación había sido tampoco tan rotundo. A él le he sometido por completo con la sensibilidad y la conversación seria y he conseguido, me aventuro a decir, que esté medio enamorado de mí, sin el menor atisbo de lo que comúnmente se llama coqueteo. La certidumbre por parte de la señora Vernon en cuanto a que cree merecer alguna clase de venganza, la que esté en mi mano infligirle por sus maniobras perversas, bastará para que pueda percibir que actúo con un comportamiento de lo más bondadoso y honesto. Sin embargo, dejemos que piense y actúe como quiera. Nunca he visto que el consejo de una hermana impidiera a un joven enamorarse, si así lo decidiera él. Ahora estamos progresando hacia una especie de confianza y pronto nos sentiremos unidos en una amistad platónica. Por mi parte, puedes estar segura de que la cosa no irá a más, porque si yo no estuviera ya unida a otra persona, impediría de todos modos que mis afectos los recibiera un hombre que se hubiera atrevido a pensar tan mal de mí en su momento.

Reginald es un joven de muy buena planta y se merece los elogios que has oído de él. Con todo, es inferior a nuestro amigo de Langford. Es menos refinado, menos insinuante que Manwaring y, en comparación, muestra menos eficacia para decir esas cosas tan encantadoras que la ponen a una de buen humor consigo misma y con el mundo. Es bastante agradable, sin embargo, y me proporciona la diversión suficiente para pasar las horas de modo placentero; de otro modo, me dedicaría a vencer la resistencia de mi cuñada y a escuchar la insípida conversación de su marido.

Tus informaciones sobre Sir James son de lo más satisfactorias y voy a dejar entrever mis intenciones a la señorita Frederica muy pronto.

De todo corazón,

  1. Vernon
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