Hugo Gordillo
Escritor

Rusia gana la II Guerra Mundial ofrendando 17 millones de vidas en las trincheras donde resiste a la invasión alemana. Estados Unidos la gana reduciendo a Japón con dos bombas atómicas genocidas contra Hiroshima y Nagasaki. Se agiganta económicamente frente a una Europa devastada. Hollywood se convierte en la meca del cine y Nueva York sustituye a París como capital mundial del arte y la cultura, a donde migran grandes artistas.

De la individualidad y el sentimiento artístico expresionista, lo no referencial de la abstracción y la acción automática del surrealismo, nace el Expresionismo Abstracto, arte norteamericano hecho por extranjeros y nacionales. En el ala explosiva están los que hacen Arte de Acción, usando pintura y esmalte industrial y mezclando materiales como arena y cristales atomizados. El rebelde Jackson Pollock desarrolla el “Dripping”, con el que prescinde del caballete. Danza por las orillas o sobre el gran lienzo tendido en el suelo, escuchando música de jazz como la de Baker y Davis, hace gotear pinceles, salpicar brochas y espátulas o chorrear botes de pintura.

El autor es un chamán cuyas obras gestuales, enérgicas y emotivas son resultado de estados de trance, en comunión espiritual o desdoblando sus habilidades visionarias. En el ala pasiva están los que hacen Campos de Color, queriendo inducir al espectador a la contemplación y a una actitud mística. Para ello crean atmósferas espaciales con colores lisos y homogéneos sobre formatos grandes.

El ruso sosegado Mark Rothko pinta para la reflexión del espectador, ennobleciendo la tragedia, el éxtasis, la fatalidad del destino, la inmensidad del universo y lo ínfimo del ser humano. Escucha a Mozart, Hayden, Schubert y Beethoven convencido de que puede levantar la pintura al nivel de la emoción intensa de la música y la poesía. Su intención: lograr lo sublime más que lo bello.

Las élites conservadoras de Estados Unidos deben luchar contra este abanico de artistas entre irreverentes, de izquierda, anárquicos o comunistas y un arte al que tildan de antiestadounidense o que no entienden, como el presidente Truman, que los llama desertores de la brocha gorda, cuando la sociedad quiere algo más comprensible. En Estados Unidos, el arte se convierte en una mercancía más y, consecuencia de la Gran Depresión, el gobierno paga a los artistas por sus obras a través del “Federal Art Project”. Pero si les paga, también les pega a los que considera enemigos de la libertad a través del Macartismo, que ve comunistas hasta en el Departamento de Estado.

La cacería de brujas en manos del senador republicano McCarty y su Comité de Actividades Antiamericanas incluye a Los Diez de Hollywood entre directores, guionistas y productores de cine, acusados de obstruir las actividades del Congreso. En las listas negras está Charles Chaplin, quien abandona el país de las libertades tras un interrogatorio por haber usado la palabra “Camarada”.

Si el Estado se queda con el arte de los pagados, las Galerías son las que promueven a los artistas. Peggy Guggenheim, hija de un magnate muerto en El Titanic, le encarga a Pollock El Mural para su Galería Arte de Este Siglo. En el marco de la Guerra Fría, intelectuales salidos de las mejores universidades copan la recién nacida CIA. A contracorriente, proponen utilizar el Expresionismo Abstracto como instrumento de guerra cultural contra la Unión Soviética y el rígido Realismo Socialista.

Su base es el Museo de Arte Moderno de Nueva York -MoMA- dirigido y financiado por Rockefeller, los nuevos Medici imperialistas manejadores de las políticas gringas de la guerra fría; y los Whitney, dueños de medios sostenes del proyecto Correa Larga. Mientras la CIA organiza recitales de ópera y conciertos de jazz, manipula el cine y editoriales, las actividades se promocionan en más de 800 periódicos, revistas, radios y televisoras para reafirmar el odio a los comunistas.

Las exposiciones “The New Américan Painting” recorren el mundo. En Guatemala, la “United Fruit Company”, vinculada a la CIA, “restaura” con cemento el Centro ceremonial maya Zaculeu. La Revista Life llama a Pollock el Prometeo del arte estadounidense. Las exposiciones artísticas organizadas por la CIA en Europa van empujadas por campañas de libertad de expresión en el país auto abanderado de la libertad en el mundo. No por gusto el pintor de Kooning recibe la Medalla presidencial de la Libertad.

De los pocos que rechazan el mecenazgo CIA-Magnates es Ad Reindhart, y por eso lo discriminan. Se aleja de los enganchados y del Expresionismo Abstracto; se convierte en pionero del Arte Conceptual y el Minimalismo. El arte estadounidense que se triangula con artistas y vida termina en un círculo trágico donde el alcohol, la locura, los accidentes y el corte de venas son parte de los engranajes. Cuando el depresivo Rothko muere, muere el Expresionismo Abstracto y cuando el bipolar Pollock muere, nace el mito de su creador más conspicuo, como sobresaliente es el imperialismo gringo creador de la artimaña de prostituir el arte para obtener beneficios políticos.

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