José Manuel Fajardo Salinas
Académico e investigador UNAH

 Es llamativo que, con todo y el fenómeno pandémico, con su evidente afectación en las tasas de decesos de los adultos mayores a nivel mundial, haya aparecido recientemente una proyección demográfica favorable para este segmento de población humana. Así lo destacada la revista Selecciones de Reader’s Digest para América Latina en su edición de diciembre del año 2021, al afirmar que la población de mayores de 100 años multiplicará por ocho su presencia en el planeta para el año 2050. Habrá que esperar entonces la evolución o involución de la pandemia actual, y las futuras variantes del virus, para ver si este pronóstico se sostiene en las tres décadas siguientes, sin embargo, el dato, referido a la llamada “tercera” edad, es de sumo interés en varios sentidos, y resulta  lógico en cuanto que, con la mejora general en los servicios de salud enmarcados desde los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM, años 2000-15) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS, años 2015-30, que sustituyen a los anteriores), como propuestas escalonadas desde la ONU a partir del presente siglo, más los programas de mantenimiento físico y de cuidado en los hábitos alimenticios, especialmente en la población jubilada, el promedio de edad de pervivencia humana global aumentará.

En consecuencia, las ofertas de bienes y servicios para públicos de edad madura irán en crecimiento, y según avancen las décadas del presente siglo, los anuncios publicitarios y el marketing se direccionarán a esta franja de edad. Esta tendencia se puede observar ya en servicios de entretenimiento televisivo, donde en una de las franquicias más vistas a nivel mundial, ha aparecido una especie de documental, que, inspirado en historias de vida, y con el protagonismo del Papa Francisco, alude a la urgente necesidad de fomentar un diálogo entre dos generaciones específicas, que de hecho son las destacadas en esta docuserie: por un lado, jóvenes menores de 30 años que entrevistan y filman a su contraparte generacional dentro de la producción televisiva, y por otro lado, distintos personajes mayores de 70 años, que les narran y comentan sus vidas, ocurriendo en ocasiones que hay una relación de consanguinidad o familiar entre entrevistador(a) y entrevistado(a).

De todo el conjunto de escenas, relatos y mensajes brindados en el documental, quizá la idea más fuerte aparece en el capítulo inicial, y es que, de acuerdo con Francisco, para el futuro de la humanidad es importante el coloquio que se cultive entre ambas generaciones, ya que la primera aporta el empuje y el optimismo de los años mozos, y la segunda, la veta de la experiencia orientadora que ilumina la búsqueda de realización de la juventud. El arco de situaciones y narrativas que testifica esta afirmación es riquísimo y parte de valores como el amor, los sueños, la lucha, el trabajo… que, escenificados en países de todo el orbe, y con personalidades tan disímiles como un zapatero de Vietnam, un campesino de Costa Rica, o un director de cine de ascendencia italiana, demuestran cómo el espíritu humano es inquebrantable y no sabe ceder, aunque las circunstancias sean de lo más adverso.

Ahondando en esta idea, se ofrece un argumento sumamente convincente para impulsar foros y espacios de conversación para este intercambio generacional: los ancianos tienen necesidad de soñar. Y el mejor interlocutor ideal para activar sus emociones hacia adelante son los jóvenes. Así, una persona de mayor edad está ante una doble alternativa: o mantiene e incrementa su capacidad de entusiasmo o cae en la melancolía. Vale aclarar que esta melancolía no es en sí misma negativa, pues es capaz de recuperar afectivamente memorias preciosas de la existencia, pero si toma el mando, puede deprimir y clausurar el sentido de vida. Entonces, es valioso que los jóvenes se aproximen a los viejos, y los estimulen a seguir soñando, a sentirse desafiados para colaborar desde su especial perspectiva vital en el bienestar social, tanto a nivel familiar como de comunidad ampliada.

Concluyo apuntando a hechos objetivos de cómo la juventud expresa su deseo de participación e incidencia en espacios de decisión donde usualmente son las personas mayores quienes ejercen predominio, así tenemos, por ejemplo, la elección presidencial de Xiomara Castro en Honduras, o de Gabriel Boric en Chile, donde el voto juvenil fue fundamental para ambos resultados. O en Panamá, donde el cuarto de millón de participaciones que tuvo la plataforma Ágora, para lanzar iniciativas ciudadanas dentro Pacto del Bicentenario “Cerrando Brechas”, seguramente fue de procedencia juvenil. Ojalá las personas mayores sepan escuchar y aprovechar estas voces jóvenes que estimulan la capacidad de soñar juntas y juntos por el bien común.

 

Artículo anteriorMemorias de un incensario
Artículo siguienteRelatos vinculados: obra autobiográfica sui géneris, escrita con valentía