La inversión de la metafísica
Para Xavier Zubiri la teoría de la realidad puede hacerse desde una inteligencia sensible y concipiente, es decir, desde la separación entre sentir e inteligir, y entonces el resultado es una meta-física, es decir, una concepción dualista de lo real, dividido entre un más allá de ideas y un más acá de datos sensibles. Pero también puede hacerse desde una inteligencia sentiente (unidad de sentir e inteligir), y ello supone que el objeto de la teoría de la realidad es la realidad físicamente sentida, y no un mundo de ideas o conceptos universales. Si se quiere hablar de metafísica, éste sería el único modelo viable. (*)
* González Antonio. Introducción a la práctica de la filosofía. Texto de iniciación. UCA Editores. San Salvador, 2005. |
En cualquiera de las dos concepciones, tanto en la greco-medieval como en la kantiana, la trascendentalidad es claramente un momento radical y formalmente conceptivo. Lo transcendental es aquéllo en que coincide todo lo concebido (objeto o ser). Y su transcendentalidad conceptuada desde una inteligencia concipiente. Pero más radical que ésta es la inteligencia sentiente, es decir, desde la impresión de realidad. Entonces transcendentalidad no es comunidad, sino algo muy distinto.
Ante todo, lo transcendental es en primer lugar algo propio de lo que constituye el término formal de la intelección. Y éste no es «ser», sino «realidad». (…). En segundo lugar, esta intelección es sentiente. Por lo tanto, lo real es transcendental por razón de su realidad como formalidad propia: realidad es formalidad (…).
No se trata, repito una vez más, del concepto de máxima universalidad. Cuál sea este concepto es algo sumamente problemático y que depende inclusive de las lenguas que se empleen. Y es, además, verdaderamente problemático que exista un concepto de total universalidad. Sea de ello lo que fuere, la transcendentalidad no es de carácter conceptivo sino de carácter físico. Es un momento físico de las cosas reales en cuanto sentidas en impresión de realidad. (…).
En una o en otra concepción tanto griega y medieval como kantiana, la metafísica ha sido siempre algo «transfísico,» en el sentido de allende lo físico, en el sentido de lo transcendente. Sólo una crítica radical de la dualidad del inteligir y del sentir, esto es, sólo una inteligencia sentiente puede conducir a una concepción unitaria de lo real (…). Es decir, no se trata de inteligencia sensible, sino de inteligencia sentiente: impresión de realidad. En ella, el momento de realidad y su transcendentalidad son estricta y formalmente físicos. En este sentido (…) y sólo en este sentido, la transcendentalidad de la impresión de realidad es un carácter formalmente metafísico: es lo metafísico no como intelección de lo transcendente, sino como aprehensión sentiente de la física transcendentalidad de lo real. Lo transcendental sería así a priori, y además algo concluso. Ya hemos visto que lo transcendental no es a priori. Añado ahora que tampoco es algo concluso, es decir, la transcendentalidad no es un conjunto de caracteres de lo real fijos y fijados de una vez por todas. Por el contrario, es un carácter constitutivamente abierto (…). Ser real en cuanto real es algo que depende de lo que sean las cosas reales y, por tanto, algo abierto, porque no sabemos ni podemos saber si está fijado o no el elenco de tipos de cosas reales, es decir, de lo que es realidad en cuanto realidad. (…).
Ahora bien, la transcendentalidad no sólo no es a priori, y no sólo es abierta, sino que de
hecho esta apertura es dinámica. Ciertamente podría no serlo, pero de hecho se trata de una apertura dinámica. No se trata solamente de que puedan ir apareciendo nuevos tipos de realidad, y con ello nuevos tipos de realidad en cuanto realidad, sino que esta aparición es dinámica: es la realidad misma como realidad la que desde la realidad de una cosa va abriéndose a otros tipos de realidad en cuanto realidad. Es la transcendentalidad dinámica, es el dinamismo transcendental de
lo real.
(Tomado de Inteligencia sentiente, 1981)