Foto: Facebook Parroquia Nuestra Señora de Candelaria Oficial
Juan Pablo Arce Gordillo
Cucurucho y Poeta
En acción de gracias, por las Bodas de Oro, de llevar en hombros a:
Jesús Nazareno del Templo de Nuestra Señora de Candelaria.

 

I- EL ROSTRO DE MI AMADO

Corre el viento de la alameda / la brisa acaricia el ambiente, / perfume de incienso y corozo, / cuan místico, cuan atrayente. //  Jueves Santo, solemne, / ya lo veo es mi amado / viene así de cansado, / cruz pesada perenne. // Le veo y exclamo / ¡Qué tierno es su rostro / la paz que me inspira; / mi alma suspira.// La boca entreabierta/ su garganta sedienta / ¿Cómo calmar el sufrimiento / de esa cruz violenta / Una corona de espinas / provoca sangre redentora; / la de Cristo Rey / lo veo y mi alma llora. // Aquella suave cabellera / el sol ilumina / el aire acaricia, / tanta belleza, tanta delicia. //  Camina despacio y vacilante / al sonar del redoblante; / una marcha armoniosa / suena en esta hora majestuosa.//  Es el rostro de mi amado /  el moreno de los ojos grises; / sereno, cabizbajo y agonizante, / aquel a quien siempre he venerado.- Guatemala de la Asunción, 12 de enero de 1986. (Dedicado a la Consagrada Imagen de Jesús Nazareno de la Parroquia de Nuestra Señora de Candelaria. (Guatemala: Revista 1917-1992  75 años de consagración, Cuaresma de 1992), p. 43).

Fue así, como surgió el primer poema en torno a una imagen de pasión, en una incipiente ruta de inicio como poeta, ante diversas reacciones, particularmente  con el paso del tiempo, incluso las descerebradas de algunas gentes, cuando se publicó en la revista aludida y no entendieron que una devoción determinada, no excluye a otras. Pero así es la vida.

II- ENTRE LA DEMENCIA O MALDAD DE UNA MUJER E INDOLENCIA GUBERNAMENTAL EN ESE MOMENTO

Era Viernes Santo de 1983, Jesús de la Merced transitaba en su recorrido procesional -no era época de redes sociales, en que todo se sabe y se conoce en cuestión de segundos-, cuando se regó como polvorín en las filas mercedarias, de damas y caballeros que: “¡Trataron de quemar a Jesús de Candelaria!”. Se sabía que una mujer regó gasolina en la túnica que lució en su procesión del día anterior, pero diversas personas -¡benditas gentes, contrario sensu que ella!- impidieron el siniestro. Personalmente, la ira se apoderó de mí, contrariando el sentido se vestir la túnica, porque la cólera me ganó en ese momento, la rabia e impotencia. ¡No fui el único! ¡Soy un simple humano!

¿Y qué paso después? ¡Nada! Las huestes de un gobierno y fanáticas autoridades neo pentecostales, fingieron demencia y la dejaron libre, como si nada. ¡Otra afrenta más en esos tiempos! Le dejo para su investigación, cuál fue la primera, el 6 de marzo de 1983. Ahora es fácil en Google.

III- JUEVES SANTO, 27 DE MARZO DE 1997

Quizá, de la Semana Santa que viví fuera y vestí como Caballero del Señor Sepultado, en algunas procesiones y en otras, con el uniforme propio local, ¡este fue el momento más álgido, más duro de ausencia procesional!: “… ¡Dios Santísimo!: Un auricular pegado a la radio, que trasatlánticamente me trasladó las notas de «Una lágrima» (Manuel Moraga), mientras «el rostro de mi amado», Jesús Nazareno de Candelaria todo él cabizbajo, todo yo cabizbajo, me hizo derramar incontables lágrimas, que mis hermanos de Zamora enjugaron con su cariño. Jesusín: ¡Gracias por servirme de pañuelo! (…).” (Tomado de: La diáspora de un cucurucho, España, 1996-1997).

En las filas de cucuruchos, mi padre no cesaba de contarle a todos, lo sucedido. Algunos lloraron.

IV- SALVADAS LAS DISTANCIAS DE LOS SUEÑOS DE CARGAR CON MARCHA OFICIAL

Desde que salió el disco en acetato IV Centenario (1963), ¡siempre soñé con cargar a Jesús Nazareno de Candelaria, con “Paso a paso (hacia el suplicio)”, de Marcelino Baeza. Por alguna razón, no hay otra procesión que asocie más que la del Jueves Santo, con esas notas.

En 2013, saliendo de una profunda crisis de fe -que pasó por el tema de la Semana Santa-, por fin lo llevé en hombros a un costado de la Medalla Milagrosa, sobre la 13 calle entre 2a. avenida -desde la media cuadra- hasta la 3a. avenida, con la solemnidad y marcialidad que su ritmo musical impone,

De esos turnos, en donde uno “se prende del bolillo” y flota. De esos momentos en la vida procesional que quedan cincelados en el bronce del alma.

V- PASO POR LA PLAZA CENTRAL, CON DIVERSOS TIPOS DE LUZ

De la primera vez que lo cargué, a los tiempos actuales, ha transitado por la plaza central con sol refulgente, cielo de una tarde apacible, cuando el sol comienza a ocultar y ya viene la luna de Nissan en camino y en la completa noche oscura. Y siempre impresiona escuchar: “Cristo Rey” (Rojo), “Una lágrima”, la Fúnebre (ya sea de Chopin o la de Beethoven -con la que cargué una vez-); tradición musical que ha pervivido con algunas variantes, de acuerdo a cómo sean programadas.

VI- COROLARIO

Y allí irán los pequeños pompones blancos (o bolitas), meciéndose al caminar en las filas o al momento de portarlo en hombros, las paletinas, cinturones, bandas y guantes blancos y la túnica morada, en esa prolongadísima Calle de la Amargura, mientras que el premio Nobel y fantasmagórico personaje de ese barrio dice: «Del entrecejo, hendido por /  los juncos /  de la tribulación, hasta /                                                los pómulos /  se afila tu nariz /  de asfixia, / falta a tu lengua el aire» (Asturias).

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