Ana Mildred González. Nació el 21 de octubre de 1997 en la ciudad de Guatemala, Guatemala. Impulsada por su interés en la comunicación, estudia el último año de la Maestría en Imagen Pública y Medios de Comunicación.
Dentro de la carrera como comunicadora, descubrió que su pasatiempo y su gusto por la poesía era realmente el inicio de una carrera como escritora. En el año 2019 creó Vérsame, su marca literaria, a través de la cual comparte su trabajo poético en el mundo digital. En FILGUA 2023 presentó su primer libro publicado de manera independiente: Altares a la Tristeza; una propuesta para el autoconocimiento, el perdón y la libertad de sentir y aceptar quienes somos. Altares a la Tristeza busca homenajear desde el respeto y la resiliencia todo el caos, el dolor y la incertidumbre que nos habita y nos construye. Los siguientes poemas: “No sé qué pasa” y “Mi vida se va apagando” forman parte de su primer libro. |
No sé qué pasa.
Me lo pregunto frente al espejo
y me cuestiono
mientras me veo llorar
con las lágrimas negras
a causa del delineador
que caen una a una
y cada una
duele más que la anterior.
No sé qué pasa.
Me puse guapa en la mañana,
el top azul que compré
el mismo pantalón roto y aretes brillantes,
una cara preciosa
maquillada desde la frente hasta la barbilla
disimulando la tristeza
que me consume
desde el pelo hasta los pies.
No sé qué pasa.
Es el último domingo de noviembre
un domingo más sobreviviendo a esta pena
que me deshace por dentro
que me quema el pecho
que me deja seca.
Creí que hoy no sería el caso,
que estaba muy guapa
como para sentirme tan rota.
La tristeza no perdona el cuerpo
mucho menos el día o la hora,
solo llega
o quizá te reafirma que nunca se fue, siempre estuvo aquí
oculta y paciente,
esperando una sonrisa sincera
y que tus manos vuelvan a sentirse llenas
para quitártelo todo
y que vuelvas a pensar en ella.
No sé qué pasa.
Tengo el maquillaje corrido
y la esperanza muerta,
estoy tan guapa como rota
y no me importa estar guapa
tan solo quiero
por una vez
sentirme completa.
***
Mi vida se va apagando,
las voces se detienen una a una
la compasión cruzó la puerta
no queda nada de amor
y el respeto no sabe dónde tomar asiento.
Olvidé el lugar en donde se encendía la luz,
nadie se dio cuenta que cada foco se quemó
y que yo no hice nada
más que quedarme aquí,
viendo como todo se desintegra
huye
y se despabila sin dejar rastro,
sin voltear atrás.
Quizá debí irme
cuando noté que el último foco empezaba a fallar
o cuando me di cuenta
que el primero no estaba bien,
pero quién iba a imaginar
que esta oscuridad me haría su prisionera fingiendo ser mi amiga
y que, apenas la luz se acabó
mis pies se hicieron parte del piso
y la vida se empezó a apagar.
Mi vida se apagó.
***
Te acercas caminando descalzo
sin dejar huellas en el piso
ni espacio en el aire,
lo llenas todo,
sobre todo,
lo que nunca estuvo vacío,
y lo que yo no sabía
que podía sentirse completo.
Me pregunto: ¿a qué sabía el café antes de ti?
Quizá los atardeceres ya llevaban tu nombre
y las calles ya contaban nuestra historia,
quizá mi sonrisa ya era mía
y mi boca ya conocía tu cuerpo.
Te has preguntado: ¿cómo era la vida antes de todo?
Quizá el cielo siempre fue azul
y mis poemas ya hablaban de ti,
quizá la noche ya guardaba nuestros secretos
y tus besos hacían parte de quien soy.
Me he preguntado:
¿Así se siente ser feliz?
***
La Poesía Salva
La poesía
entró por mis ojos
y se hizo un espacio en mi cuerpo,
e hizo salir
lo que por mucho tiempo guardé.
Fue como un grito a oscuras
que rompió mis ventanas
y dio paso a la luz
y al dolor,
me mostró
lo que ya estaba roto
y lejos de repararlo
me dio el valor para apreciarlo.
Mi primer amor correspondido.
Me tembló el cuerpo
– y también los ojos –
me tembló la voz
y pronuncié palabras
que no conocía
y que se sentían mías.
La primera vez
que toqué mis heridas
con las manos limpias
– la primera vez que las toqué de verdad -.
Estaba cansada de huir
y cuando la poesía llegó
ya no tuve que correr.
Me quedé estática
y de pie
y sentí como las lágrimas
me recorrían la cara
y mis escudos dejaron de caer
porque dejé de luchar
contra una guerra que no gané
– porque en las guerras con uno mismo
no existen las victorias,
es una guerra que no acaba,
es una guerra que nadie gana -.
Mi primer lugar en el mundo
cuando con el corazón roto
me encontré dentro de mí.
La poesía me salvó.
Selección de textos. Roberto Cifuentes