Jairo Alarcón Rodas
Lo esencialmente humano:
No hay seres humanos repetibles, cada individuo tiene un tiempo y una circunstancia determinada de existencia que lo hace ser único. Sin embargo, lo que distingue a una persona de otra, en cualquier lugar del planeta, es lo accidental y no lo esencial humano. Pensar como humano, comportarse como humano, ser humano no equivale a ser radicalmente distinto. Las diferencias existen entre cada individuo, pero estas no son esenciales; si lo fueran, lo humano se enfrentaría a otra especie que se disgregaría de esta.
Tamaños, colores, formas, distinguen a un ser humano de otro, no obstante que, esencialmente, dentro de los homínidos que piensan, todos pertenecen a la misma especie. Definir al ser humano, tener una idea de lo que lo hace ser lo que es, si es posible, es necesario para determinar las afinidades y diferencias que poseen los individuos dentro de la raza humana. Diferencias que en ninguna medida pueden ser tan esenciales que no permitan su superación.
Biológicamente cada ser humano posee la misma cantidad de cromosomas, la misma cadena de moléculas, tejidos, órganos y un cerebro que lo hace ser pensante, al menos, potencialmente. Racionalidad que los distingue de los demás animales y especies de seres vivos y los hace ser lo que son y no otra cosa. Así, originalmente y en condiciones similares, poseen equivalentes inquietudes, aspiraciones y, en alguna medida, potencialidades que se acrecientan atendiendo a particularidades específicas.
La herencia y asimilación que imprimen su huella en cada individuo determinan la diferencia de las calidades que tendrá cada persona durante su desarrollo. Pero las oportunidades, es decir una circunstancia favorable, posibilitarán mayores ventajas para el conocimiento de la realidad que, a través de un aprendizaje efectivo, potencializará sus capacidades cognitivas.
No obstante, que se tengan resueltas las condiciones básicas para una existencia digna, no significa que exista una condición necesaria que determine que, a mejor condición económica, mejor será el desarrollo intelectual y criterio. Para eso se requiere de otros aspectos como lo son el interés, un método libre de prejuicios, que unidos a la oportunidad de desarrollo, facilitarán la comprensión de la realidad por los seres humanos en sociedad.
Sin embargo, para aquellas personas que no tienen solventadas sus necesidades básicas y le es vedado el acceso a su satisfacción, quedará en gran medida sentenciada su existencia en pos del pensamiento crítico y las oportunidades para su desarrollo. Para ellas, sus potencialidades cognitivas se verán gravemente mermadas.
La especie humana, la cual tiene similares horizontes, inquietudes y expectativas, tiene por fin el logro de satisfactores para el bienestar individual y colectivo. Aspectos que diversifican en la forma de alcanzarlos, es eso lo que distingue en gran parte a las culturas. Pero ¿a razón de qué, las culturas determinan cuál es la forma de lograr el bienestar para cada grupo social? Las directrices que se establecen varían de acuerdo con lo que cada grupo de poder considera conveniente y funcional, medidas que son impuestas a través de la endoculturación.
Así, atendiendo a ubicación geográfica, climatológica y cultural, cada grupo social se enfrenta a su circunstancia con particulares herramientas que encubren relaciones de poder. Con ello, los medios para alcanzar satisfactores para la subsistencia son los que cambian, no así las necesidades inherentes a todo ser humano; esas, por parte de la naturaleza expresa de la especie, permanecen ya que son comunes a todo individuo.
Sin embargo, hay sectores que históricamente han vulnerado la posibilidad de progreso de otras personas, creando resistencia, a veces infranqueable, para su desarrollo, por medio de la explotación, la acumulación irracional de la riqueza y del control de las instancias de poder. A través de ello dirigen, en cierta forma, la conducta de la mayor parte de los miembros de una sociedad y lo hacen tomando el control de la educación y los medios de comunicación para convertirlos en mecanismos de alienación.
Heráclito de Éfeso señalaba que todo cambia, nada permanece, sin embargo, hay algo estable en las cosas y es su esencialidad, lo que Parménides llamaba El Ser. Siendo así, toda alteración esencial de la naturaleza humana lo convertiría en otra cosa. Los individuos pueden cambiar, pero sin aniquilar eso que los hace ser lo que son, que no es su parte accidental. De modo que una persona tenga cabello rubio, negro o castaño no incide por ello en esa esencialidad que subyace en cada uno y los vincula a todos como seres humanos.
El color de piel, de ojos, de cabello no vulnera la esencialidad de la naturaleza humana, pero, en países donde grupos determinados detentan el poder, las diferencias accidentales sí tienen un valor esencial. Los blancos reinaron por mucho tiempo a lo largo del mundo y aunque mantienen todavía cierta hegemonía, otros individuos de pigmentación diferente han comenzado a reivindicar sus derechos.
Lo privado y lo público:
Preferencias y circunstancias accidentales y no esenciales convierten a la especie humana en una diversidad de muestras etnológicas que constituyen las diversas culturas del planeta. No obstante, tras esa gama de grupos sociales e individualidades distintivas, lo humano persiste. De ahí que lo común pertenece a la esfera pública; lo diverso, lo peculiar, a la esfera privada.
Pero ¿cómo hacer que la esfera privada no influya negativamente en la esfera pública?, ¿cuáles deberán ser sus límites? Teniendo a la vista el contrato social, que da vida a la existencia social, el bienestar de la sociedad y el de sus miembros deberá ser el límite. Lo que haga cada individuo no puede poner en peligro la existencia social.
Distinguir lo que es la esfera privada de la pública y su radio de acción posibilitará mayor armonía dentro de la especie. De ahí que la esfera privada constituye esos detalles singulares que distinguen el proceder de cada persona que no debería entorpecer la búsqueda de la armonía social, es decir, las peculiaridades propias de cada individuo que los distinguen de los demás.
La esfera pública, en cambio, es el escenario donde se manifiestan todas las acciones humanas que se complementan para el bien común. Toda especie se caracteriza por sus similitudes y no por sus diferencias. Lo diferente surge producto de la particular asimilación de la realidad, de la construcción artificial que sobre ésta realizan los seres humanos.
Que el idion (ἴδιον), lo peculiar, no vulnere al Koinón (Κοινόν), lo común y viceversa es el ideal de los seres humanos en sociedad. Reveladoramente Heráclito dijo: Los que están despiertos tienen un mundo común, pero los que duermen se vuelven cada uno a su mundo particular. Lo que puede interpretarse que los seres humanos, solo estando dormidos, permanecen en su esfera privada, el resto de su tiempo es un accionar en la esfera pública.
Individualidad no es lo subjetivo:
Como todo ser vivo, el humano requiere de alimento, pero no solo eso, también necesita casa, vestido y distracción, es esa construcción artificial que se levanta sobre lo biológico que realiza el homo sapiens, y que Nietzsche destacaba en la naturaleza humana, lo que lo hace realmente reafirmarse como tal. Los seres humanos son animales que poseen cultura, transforman la realidad, la interpretan y pueden transmitirla en sociedad.
La individualidad de los seres humanos, a diferencia de los demás animales, los hace poseedores de conciencia, pueden dar cuenta de sus limitaciones y, desde luego, también de sus potencialidades. Pero, poder no es accionar de conformidad a…, la potencia no es el acto. De ahí que muchos no se dan cuenta de lo que son ni mucho menos de lo que representa su existencia, simplemente actúan de conformidad a un fin práctico.
Los seres humanos ríen, lloran, sufren, sueñan, aman. También piensan, proponen, aprenden, dialogan, discuten, hablan, construyen, destruyen, sufren, viven, mueren. Todas esas son las similitudes que caracterizan a los seres humanos y constituyen el punto de encuentro para su desarrollo. Pudiendo construir, destruye, goza con el sufrimiento de otros, es rencoroso, violento, vengativo, comportamientos perniciosos que subordina la razón a su parte instintiva y emocional en forma negativa.
No obstante, las sociedades se conforman para la satisfacción de bienes comunes ya que un solo ser humano no es suficiente para subsistir, hoy en día se exaltan las diferencias y, no solo eso, se promueven para destacar la individualidad, misma que al margen de la sociedad no significa nada. La individualidad que Bauman menciona como la disociadora de la sociedad. Está de moda ser diferente, pero hasta qué punto puede lograrse si las apetencias son comunes para los seres humanos y, en palabras de Platón, un solo ser humano no se basta a sí mismo ya que requiere del concurso de otros.
¿Qué significa el respeto a las diferencias? ¿Consisten las diferencias en lo accidental o en lo esencial? ¿Constituyen las diferencias una forma de disociar la sociedad? Todas son preguntas que surgen a partir de la exaltación de las diferencias y de lo que eso implica para la sociedad. Es claro que al no bastarse a sí mismo, el ser humano tiene que asociarse con otros, lo que lo obliga a crear un contrato social, contrato que parte de las similitudes y no de las diferencias.
Si las normas de convivencia surgen para resolver problemas comunes, ¿qué son los rasgos particulares de determinadas culturas y los individuos que conforman esas sociedades? Son manifestaciones de peculiaridades individuales que no por sentirse diferentes pueden aniquilar lo común que une a la especie humana.
Epistemológicamente los seres humanos poseen el mismo aparato sensoperceptivo y un intelecto capaz de interpretar la información proveniente de los sentidos. Cada persona recibe la realidad con singular perspectiva espaciotemporal. No obstante que se está presente en el mismo universo real, ya que este es uno y no múltiple, sus lecturas e interpretaciones se hacen distintas a los ojos del juzgador.
Empero, la realidad es una ya que de ser múltiple sería imposible el conocimiento de las cosas y, consecuentemente, su transmisión. Heráclito, decía: Este mundo, que es el mismo para todos, no lo ha hecho ninguno de los dioses o de los hombres, sino que ha sido, es y será siempre un fuego inextinguible, con partes encendiéndose y partes apagándose. Y continúa, es sabio atenderme, no a mí, sino a la razón, y confesar que todas las cosas son una. En síntesis, la realidad es el referente objetivo que hace posible el conocimiento, el que a su vez es factible a partir de la razón.
Propician las diferencias discordia:
Las fronteras constituyeron límites geográficos de orden artificial y económico que restringen el libre tránsito de las personas. Los límites entre un territorio y otro fueron originalmente formas de acrecentar el capital y poder establecer la propiedad privada de la tierra. Como consecuencia, los capitales no tienen fronteras no así las personas, para éstas su libre locomoción en el planeta se ve limitado por permisos o rechazos.
A pesar de ello, la humanidad es una y no deberían existir fronteras en el mundo, éstas lo que hacen es dividir, sectorizar, estratificar aún más a las personas en habitantes de un primer, segundo, tercer y cuarto mundo. Categorización que estigmatiza y denigra, es, en cierta medida, una forma de discriminación ofensiva.
¿Cómo encaran los seres humanos sus problemas? Es con la inteligencia que hombres y mujeres los han resuelto a lo largo de la historia, aunque apelando a las emociones han logrado también regular sus contradicciones. Lo que plantea que, a igualdad de condiciones y requerimientos, las soluciones a esos problemas sean similares. Toda respuesta que se estime original, por naturaleza tiene muy poco de serlo, ya que como dijo Horkheimer y Adorno: La árida sabiduría para la cual no hay nada nuevo bajo el sol, porque todas las cartas del absurdo juego han sido jugadas, todos los grandes pensamientos han sido ya pensados. De ahí que, toda idea convincente de carácter humano tuvo que haber sido pensada por muchos.
A similares problemas, equivalentes actitudes para solventarlos. El bienestar humano no puede sustentarse en discordia, engaños, alienación ni mucho menos en privilegios para unos y miseria para otros. ¿Qué sucede entonces con las culturas que tienen curiosas formas de resolver sus problemas y sociedades donde los privilegios de unos se sustentan a través del sufrimiento de otros? El bien común de la especie que se encuentra en sus similitudes, que incluye la armonía con otras y con el medio ambiente, debería ser la respuesta.
Reivindicar derechos sobre la premisa de las diferencias lo único que genera es discordia. Por el contrario, hacerlo desde la perspectiva de las similitudes, de las esencialidades humanas y de todo aquello que se comparta humanamente conduce a una mayor consolidación de la especie. La pregunta que surge entonces, ¿qué es lo humano?
Distintos colores, tamaños, formas, apetencias singulares distinguen lo que es la individualidad de cada persona cuyo mayor impacto se manifiesta en las acciones, pero estas peculiaridades no pueden transgredir, negar lo que hace al ser humano ser lo que es. Sin embargo, éstas al ser exaltadas constituyen el pretexto para luchas encarnizadas donde la propia humanidad ha quedado en tela de juicio.
Los españoles vinieron a las Américas con ínfulas de superioridad, juzgando a los habitantes de estas tierras como seres inferiores, fue así como a finales del siglo XVI, en el año 1550 de nuestra era, se discutió en Cortes españolas si los indígenas de América tenían alma, en lo que fue llamada La Controversia de Valladolid. Tal juicio de los conquistadores se debió, básicamente, a la percepción emotiva, producto de las diferencias somáticas que existían entre los invasores y los nativos de estas tierras.
Estimaban los españoles que los indígenas, dado su aspecto físico, su vestimenta, apariencia y rasgos culturales, no podían ser humanos como ellos. Lo humano se caracterizaba por lo occidentalmente diseñado, ya Protágoras había señalado el subjetivismo que existe en esos criterios al señalar que mientras los dioses para los africanos, en algunas regiones, eran negros para los griegos eran blancos.
Michael Landmann señala que el etnocentrismo surge cuando la intuición compleja prevalece sobre la abstracción difusa. En donde la intuición compleja lo constituyen todos los aspectos sensiblemente perceptibles y, en consecuencia, se valora por lo que se aparenta, lo que se posee, tomando como criterio lo similar en apariencia a cada cultura. Por el contrario, en la abstracción difusa se estima a las personas por lo que se son, no por lo que aparentan, lo cual obliga a un análisis crítico de tipo inteligible.
Para los conquistadores, lo humano lo hacía el poseer alma y ésta se identificaba con las actitudes y apariencia de los españoles, credos y costumbres. En consecuencia, todo aquel que no profesare dichas creencias y no tuviera los hábitos y costumbres, en este caso de los españoles, no debe ser tratado como humano sino como bestia. Los conquistadores se convirtieron en verdugos de sus conquistados en cinco continentes de la tierra.
Prueba de ello fueron las invasiones a Oceanía por huestes británicas. En el genocidio ocurrido en el Congo, perpetrado entre los siglos XIX y XX a partir de que las poderosas naciones del mundo cedieron a Leopoldo II de Bélgica dicho territorio, se estima que bajo su mandato murieron salvajemente más de 10 millones de personas, sin que las naciones del mudo dijeran algo. Y qué decir del Nacional Socialismo de Adolfo Hitler, quien al exaltar el antisemitismo judío pretendió su exterminio, al igual que el de los negros, gitanos y homosexuales. Más recientemente se repitió en la población de la etnia Ixil en Guatemala, en las luchas étnicas de la antigua Yugoeslavia, entre otras.
En América, el racismo en los Estados Unidos es claro ejemplo de la exaltación de las diferencias a través de este tipo de discriminación, reflejado en determinadas leyes y exaltado por los miembros del Ku Klux Klan. Las diferencias también se manifestaron en las masacres entre tutsis y hutus en Ruanda, en el genocidio en Camboya por el terrible Khmer Rouge. No obstante, todas esas manifestaciones de odio, aunque tuvieron como pretexto las diferencias étnicas de tipo accidental, su finalidad esencial fue económica.
Las minorías exigen derechos particulares en función de una determinada forma de ser y al hacerlo, en vez de acercar a las personas, las aleja pues las otras demandan lo propio. A pesar de que los seres humanos, dentro del deber ser, tienen la libertad de escoger y lo hacen en función de sus preferencias, crean con ello lazos más sólidos dentro de la sociedad. Preferir esto o aquello significa apetencia de una cosa y desinterés de la otra.
Así, se prefiere dentro de un grupo de personas a una para establecer una relación romántica, por ejemplo, lo cual significa que las demás no son seleccionadas para ello. Acción que se determina a través el criterio de apetencia e inapetencia, identificación y extrañeza, afinidad e inatingencia, simpatía o antipatía. Las personas se identifican con las cuales concuerdan, tengan comunes intereses, iniciándose siempre a partir de una atracción física.
Pero que así se establezcan las relaciones humanas, no significa que a todo aquel con el que uno no se identifique ni comparta intereses, filiaciones y gustos se le deba perseguir, aniquilar. Simplemente estos son parte de otro núcleo social que tiene apetencias diferentes, no obstante que mantiene nexos comunes a partir de interese máximos, es decir, humanos.
Evidentemente se vive en un mundo en donde hay discriminación de muchos tipos, étnica, de género, en el que existen desigualdades sociales, pobreza, miseria, violencia, pero esas condiciones, obedecen a un sistema en donde la propiedad privada ha convertido a los seres humanos en mercancías y descreditado las voces de sus opositores.
De ahí que los derechos humanos deben reivindicarse desde la perspectiva de lo humano, luchar por lo que Marx hace mucho tiempo señaló y es el de devolver la calidad humana a las personas que, dentro del capitalismo, la han perdido al convertirlas en mercancías que se compran y venden en un mercado de transacciones. Y, es más, que agudizando sus diferencias viven en un mundo de discordia donde las diferencias se resuelven con violencia.
Reivindicar consignas individuales o gremiales desde sus particulares intereses y perspectivas conduce a los enfrentamientos y a las diferencias irreconciliables. A partir de ahí, se exaltan los egoísmos en detrimento de la solidaridad. Siendo así, toda persona tendría el derecho de exigir que se respetase cualquier acción, comportamiento o petición por irracional y absurda que fuese y cuyo impacto trascienda la esfera pública.
La ignorancia es la que crea las diferencias y hace de éstas un escenario de discordia. Así, despojando al cuerpo de la carne, que oculta una estructura común que lo sostiene, se hará visible el esqueleto que se constituye como el punto de encuentro entre los seres humanos. Siendo la ignorancia sinónimo de incomprensión que germina en la pobreza, es en la educación domesticadora donde se difunde y rinde sus frutos.
Luchar por la reivindicación del ser humano, garantizando su bienestar dentro de un sistema democrático, creará, a partir de la educación transformadora, sujetos críticos que dejarán atrás las diferencias y convertirán el mundo en algo distinto, a través de mutuos intereses para mutuos y particulares intereses.