A propósito del Día de la Resistencia Indígena (o de la Raza o de la Hispanidad)
Becky Muralles
Cuando yo era niña, recuerdo que el 12 de octubre había asueto y se llamaba Día de la Raza. “¿De qué raza?” preguntaba yo y la respuesta políticamente correcta era “De la raza mestiza”, pero honestamente yo no conocía a nadie que se enorgulleciera de su condición mestiza. Aún ahora, cuando la terrible denominación de “Día de la Raza” ya no es tan popular y otras alternativas más orientadas a la reivindicación han tomado su lugar, muchas familias insisten en buscar en lo más recóndito de sus árboles genealógicos algún antepasado —aunque sea muy lejano— que respalde su afirmación de que “su raza” es europea.
Hace 500 años, cuando nos conquistaron, nos enseñaron que lo europeo era mejor, el idioma, la cultura, incluso el dios de los europeos era mejor. 500 años después, pese a que somos un país “independiente” y nuestra civilización ha avanzado tanto, la absurda convicción de que lo europeo es mejor persiste. Muchos padres instan a sus hijos a casarse con alguien de origen extranjero para “mejorar la raza”. Una persona con apellidos hispanos es mejor recibida en ámbitos educativos o laborales que una persona con apellidos indígenas. Pese a las leyes contra la discriminación, la discriminación continúa enraizada no solo en las instituciones, sino en nuestra forma de pensar.
Si una persona habla dos idiomas y uno de ellos es extranjero, es admirable; si su idioma materno, por el contrario, es indígena, es algo visto con desdén e incluso motivo de burla. La palabra “indio” —esa misma que erróneamente usaron los conquistadores para denominar a los habitantes de un continente que ni siquiera sabían que habían descubierto— es utilizada como insulto. Algunas familias “disfrazan” a sus hijos con trajes tradicionales indígenas para el 15 de septiembre o para el 12 de diciembre, pero se ofenden si los toman por indígenas en cualquier otra fecha. 500 años después, el triunfo europeo sobre América continúa, mientras sigamos convencidos de que lo europeo es mejor.
A veces se nos olvida que el desarrollo de muchos países europeos está ensombrecido por un pasado de saqueo, robo y abuso de poder. Los conquistadores que llegaron a América a saquear, violentar y torturar no demostraron un grado precisamente más avanzado de “civilización” que los pueblos nativos, quienes, en muchos casos, acogieron amistosamente a los invasores mientras no conocían sus intenciones.
¿Era realmente una civilización superior aquella que solo con el uso de la fuerza y comportamiento inhumano se apropió de un territorio y peor aún de un pueblo que no era suyo? ¿Es realmente superior una civilización solo porque ha podido avanzar económicamente con los recursos que robó de poblaciones en desventaja?
Este 12 de octubre reflexionemos acerca de qué tan colonizado está nuestro pensamiento. ¿Creemos que lo europeo es siempre mejor? ¿Por qué creemos eso?
Me gusta mucho más la denominación Día de la Resistencia Indígena para el 12 de octubre. Me gusta más pensar en la gente que defendió su tierra y su pueblo de los incivilizados invasores, me gusta pensar que cada cultura tiene su valor (sí, incluso las culturas europeas actuales pese a su pasado invasor) y que ninguna es mejor que la otra.
Quisiera que mis compatriotas pensaran de la misma manera y que nos diéramos cuenta de que todas las culturas que conviven en el territorio guatemalteco son igualmente valiosas.
Que el “divide y vencerás” que aplicaron los colonizadores para someternos no continúe dictando el curso de nuestra historia. Que después de 500 años podamos dejar de pensar como conquistados y comencemos a pensar como un pueblo libre; un pueblo que puede pensar y decidir por sí mismo sin las imposiciones ideológicas del conquistador.