Juan Fernando Batres Barrios

Esta mujer nació en los tiempos que todos decimos que la vida era mejor, nació en el pasado. En los tiempos que como decían los abuelos, se amarraban a los chuchos* con longanizas, por allá en los finales de los años cuarenta en las acaloradas calles de Guatemala después de la revolución del 44.

En un hogar formado tradicionalmente por su progenitora, una señora con todas las letras bien puestas, un caballero que fue el padre mientras duró y una hermana. Quedaron al cuidado de la matriarca de toda la familia, la Abuela “Doña Luz”, al desaparecer el padre de nuestra protagonista entre rumores que nunca se aclararon y que en realidad nadie se dio a la tarea de desenredar.

Lejos de padecer pobrezas y marginación, como sería lo normal en la época por su condición de media huérfana, nuestra protagonista tuvo todas las comodidades que podía proporcionar la época Victoriana guatemalteca de aquellos años, una nana, una cocinera y una mucama que le preparaba toda su ropa para ir al colegio, la bañaban a diario y proporcionaban sus alimentos a toda hora.

Suplemento

Como era de esperar esta condición no sería para toda la vida y en cuanto la matriarca murió, todos se abalanzaron, los tíos de nuestra protagonista, ante todo, a despedazar la fortuna que habían logrado obtener con años de trabajo y una cadena de panaderías. Su madre, que en realidad nunca se sobrepuso del todo a la pérdida de su esposo y consiente que era una mujer abandonada con dos hijas, en realidad no luchó mucho ante sus codiciosos parientes que sin darse cuenta la dejaron casi en la calle.

De ser una niñita consentida quizá, pasó a ser casi una indigente, a tocar la puerta de algún pariente lejano para pasar la noche y no quedarse en la calle. De estudiar en un colegio de renombre de la época en la ciudad, pasó a continuar sus estudios en un instituto público, donde nuestra heroína no se dejó apagar su luz y valientemente continuó con su vida, ya sin los mimos que tenía antes pero siempre con la determinación de continuar, siendo algunas veces por ello el pilar de su reducida familia, pero también en ocasiones el foco de los celos de los demás…

Obtuvo por su enérgico e inquebrantable espíritu, al crecer, una beca en la Universidad popular de Guatemala, para el estudio de las artes plásticas, con lo que no solo sobrevivía ella con la cuota que le proporcionaba dicha beca en dinero sino también aportaba una parte para su hogar. Estudiando pintura por algún tiempo.

Con muchos trabajos y sacrificios de tiempo y materiales se logró graduar un octubre de Maestra para niños de primaria, así podría iniciar a trabajar y sustentar a su familia. Además, seguiría con sus estudios, llamada a ayudar a la niñez como ella.

Suplemento

Nuestra amiga es como un huracán para todo, con la fuerza de los siete mares se enfrenta a cada adversidad que la vida pueda tirarle en la cara. Así con esa personalidad, es fácil pensar que triunfó, pero no siempre el que más se esfuerza logra las cosas, aunque eso nos quiere hacer creer el mundo en casi todas las historias que vemos a nuestro alrededor.

En poco tiempo, después de ejercer como maestra por unos años, se vio forzada a dejar la docencia, porque su explosivo carácter era en realidad, por decirlo de alguna forma, no la mejor metodología para enseñar, según todos los libros de pedagogía. Conoció a quien sería su compañero de aventuras por un tiempo, inició un tórrido romance que culminó en matrimonio poco después…

Nuestra heroína se vio de la noche a la mañana como la capitana de una nueva aventura, su propio hogar, bendecido con un par de hijos, un niño y una bella niña.

Una vez más, tenía que empezar casi de cero toda su vida, al casarse sin un centavo, ambos se esforzaron por conseguir el sustento diario y prosperar, en unos años, tenían una posición privilegiada en la sociedad, gracias al tesón, trabajo duro, determinación y una pizca de buena suerte que le debía desde hace mucho la vida.

Todo estaba muy bien en la vida de todo el mundo, el compañero de fórmula de nuestra amiga era un fantástico proveedor, esposo y padre y escalaba a grandes puestos gerenciales en una empresa multinacional en aquellos turbulentos años 80’s en el país. Pero no podía mantenerse la vida así de simple para nuestra Resilienta amiga, como es muy común, el compañero se ha dejado embelesar por las mieles y los vicios del éxito, algunos deslices de faldas hacen quebrar la relación del matrimonio.

Ambos esposos, como universitarios conscientes de la época revolucionaria de nuestra patria, eran simpatizantes de los movimientos políticos opositores de las fuerzas que hasta el día de hoy pareciera tener al pueblo bajo el pie de la opresión. Fernando, como se llamaba el compañero de nuestra protagonista, fue enseñado en todas las ciencias políticas revolucionarias y era participante en secreto de alguna facción guerrillera de la época proporcionando recursos y logística a los compañeros guerrilleros en la montaña. Eso, y el amor incondicional que les tenían a sus hijos, era algo que a pesar de las equivocaciones de la pareja hacían que siempre estuvieran juntos. Tanto así que después de un tiempo de separación, Fernando regresó al seno del hogar, para nunca más abandonarlo, hasta el día que se marchó de este mundo.

Fue un día como cualquiera, donde Fernando se dirigía a almorzar a casa con un querido amigo de la oficina, solía invitar siempre a algún subordinado de la empresa como el mensajero, por ejemplo, esto por su carácter de igualitario, a pesar de que él, para esos tiempos, era ya el gerente general de las oficinas en Guatemala de la empresa.

En una esquina, al detenerlos el semáforo, fueron interceptados por dos cobardes que, abriendo fuego con una ametralladora, cegaron la vida de un exitoso profesional, un buen amigo, un esposo que intentaba redimirse, un excelente padre. La persona que le acompañaba era tanto el cariño que le tenía a Fernando que se lanzó encima de él cuando ocurrió el hecho, perdiendo también la vida.

Para nuestra protagonista, esto fue el acabose, el fin de toda una época en su vida, que marcó el inicio de una nueva persona. Con dos hijos que sacar adelante en medio de una sociedad que marginaba a las viudas, entre las habladurías del sangriento hecho, y el miedo de que las represalias pudieran seguir con el resto de la familia estaba ella. Con toda la presión del mundo sobre sus hombros, esto hizo solamente que se convirtiera de carbón a diamante.

Resiliente como es su naturaleza, se sobrepuso a todo, se endureció para sobrevivir, tomó los dones que tenía y los cultivó para su beneficio. No quiso continuar con sus trabajos anteriores; ni como trabajadora social, ni como maestra, porque todo eso le recordaría su vida pasada, le recordaba el sistema que la había dejado viuda.

Así inició un taller de costura, con lo que por muchos años dio de comer, vestido y demás a sus dos hijos, logrando superarse y mantener una vida más que digna.

Los hijos han crecido, ahora el primogénito ha entrado a la tarea de mantener el hogar, pero siempre nuestra Resilienta hace sus labores diligentemente para la administración de todos los bienes familiares, que les ha permitido mantener un nivel decoroso de vida.

En los años noventa Resilienta se enfrenta nuevamente a la banca rota, cuando unas inversiones en los tiempos en que varias financieras cierran sus puertas en el país se pierden. Al igual que muchos otros compatriotas se vieron en grandes problemas, algunos en aquellos años hasta se quitaron la vida al ver el fruto de toda su existencia perdidos sin remedio; pero nuestra amiga debía sobreponerse nuevamente al trágico destino por el bien de su prole y de ella misma. En esos tiempos la hija menor que había recién contraído nupcias, le brindó una mano con el salario que en aquellos tiempos tenía, fruto del trabajo en una entidad bancaria de aquellos años…

Con mucho trabajo y siempre con un guiño del destino que a pesar de estas duras pruebas también le proporcionaba alguna salida a nuestra protagonista, salió nuevamente adelante, aunque debo mencionar que esta historia no pretende ensalzar ni enarbolar el individualismo, porque nuestra Resilienta en todo momento contó, aunque ella quizá no se diera cuenta, de la mano de alguna amiga, su pareja, sus hijos, para salir adelante. Lamentablemente estos trotes han hecho que nuestra amiga se convierta en una persona cada vez más dura en su interior, un tanto desconfiada de los demás, pensando siempre que alguien quiere hacerle daño o tomar ventaja de ella y por consiguiente ella debe hacerlo primero.

Aun dando luces de su verdadero carácter caritativo e interesado en el desarrollo de la niñez y la juventud, inicia con un grupo de amigas de la época de estudios un programa de becas en el instituto donde ella se graduó para ayudar de esta manera a jovencitas que no dejaran de estudiar por la falta de recursos.

Pasa el tiempo, tiempo que no perdona a ninguno y nos afecta a todos. Nuestra Resilienta aparentemente ha perdido su camino, se ha alejado de sus amistades, su primogénito la ha abandonado desde hace ya varios años, sin tener ninguna comunicación con él, por un pleito que en realidad nadie sabe con certeza cuál fue. Su único vínculo familiar que perdura es su hija, la cual en la medida que puede, intenta estar al pendiente de ella, juntamente con su propia familia.

Ha sido un largo camino desde aquellos años cuarenta hasta la actualidad, la segunda década del nuevo milenio, Resilienta ha atravesado tiempos de guerra, tiempos de revolución, tiempos de opulencia y de escasez, también tiempos felices y sumamente estresantes en el caminar diario que le ofreció la vida.

Los nietos, hijos de su hija del brindan momentáneas alegrías a nuestra Resiliente protagonista, como una de las pocas cosas buenas que puede brindarnos la vejez, el ver como se multiplica la familia; se disfruta a sus nietos en cada etapa que puede, desde su nacimiento hasta su adultez. Esto le llena de felicidad en los años plateados, pero como es lo normal en toda vida que existe y transcurre y, lo único seguro es que nada dura para siempre, ni la misma vida, viene quizá la última batalla que enfrentará Resilienta en su caminar…

A sus más de 75 años, empieza a notar que está perdiendo el control de su mente, siendo la persona que es no puede dejar que esto continue y como cualquiera, niega el problema al inicio, poniendo excusas a todo y alejando aún más a todo el mundo. Lamentablemente se enclaustra en su vivienda, no desea ver a nadie por mucho tiempo, solo su hija y su nieto varón pueden verla de vez en cuando, hablar con ella y tratar de entender por lo que está pasando.

Retoma el arte, inicia nuevamente su pasión por la pintura, a lo que todos creen que es positivo como terapia a lo que se está enfrentando. Cada vez la familia nota como nuestra amiga se aleja de la realidad, lastimando de esa manera a su hija sobre todo y preocupando al resto de la familia.

Entre visiones y arrebatos un tanto violentos se ha estado deteriorando la salud de nuestra Resilienta, nada más triste si consideramos la persona aguerrida y firme que ha sido toda su vida. ¿Cómo es posible que los cielos permitan que una persona que se ha sacrificado toda su vida por mantener a sus seres queridos le ocurra esto? Son algunas de las preguntas que lanzan a los cielos las personas que están a su lado, tratando de encontrar respuesta en un cielo abovedado de silencio.

Resilienta parece haber perdido la batalla de la vida. O quizá no, a lo mejor simplemente ella ya ha partido a otro plano, lejos de las preocupaciones mundanas, se ha mudado a sus mejores días, porque recuerda en ocasiones sus días de antaño, olvidando a muchos de sus seres queridos actuales…

Actualmente nuestra resiliente amiga reside en un asilo, está bien cuidada, nunca está sola. Su hija, en secreto y de manera anónima, constantemente pendiente de su estado, sus nietos al tanto de toda la situación, prestos a ayudar tanto a su abuela como a su madre si es necesario. Quizá ya no resida en su casa con sus muebles estilo Luis XV y finos adornos franceses, pero hoy esta con más personas que la entienden, comparten con ella y están capacitadas para ayudarle en el camino que le depara esta condición, la demencia Senil y Alzheimer…

Sin FIN

Nota del autor: No es abandono procurar los cuidados necesarios a un ser querido en una institución creada para ello, abandono es no ocuparse de los problemas, aunque tengas a la persona a la par…

Chucho: forma coloquial y un tanto despectiva en la que se refieren en Guatemala a los perros callejeros, sin raza.

 

 

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