Roberto M. Samayoa Ochoa
Asesor en equidad de género y masculinidades
No es indefinición
En varias ocasiones Sandra Torres, candidata repitente a la presidencia por la UNE se ha referido a las personas de la comunidad LGBTIQ+ como indefinidos “aquí sí somos definidos, hombre y mujer”, afirma. Esta ignorancia de la señora Torres podría ser superada. Si se pusiera a leer un poco podría aprender que en realidad hay más trabajo de autodefinición y autoconciencia en quien no acepta la imposición social de una identidad y que se descubre, acepta y vive su identidad de género, goza de su sexo biológico y manifiesta su afecto hacia otras personas o hacia ninguna, sin importar su identidad o su sexo. La identidad no se construye solamente con el componente biológico. Eso determina solo si se es macho o hembra, aunque estos términos tampoco son exhaustivos y esto es una interpretación bastante básica.
Descubrir la propia identidad de género es un proceso que para muchas personas puede ser doloroso emocional, física y socialmente por lo que tratar superficialmente este tema la retrata como una persona sin capacidad de empatía. No voy a mencionar las causas que probablemente han llevado a la candidata a ser poco empática con las personas de un colectivo vulnerabilizado pero sí quiero mencionar las consecuencias. La señora Torres ha construido un discurso que incita a la discriminación, se aprovecha de la ignorancia que hay sobre el tema e intenta ponerle a la comunidad LGBTIQ+ el rostro del demonio, cuando en realidad el rostro del demonio es el de la corrupción, el engaño y la opacidad en el manejo de la cosa pública.
Afeminamiento
La señora Torres sabe que su discurso tiene consecuencias negativas para niños y adolescentes hombres que sean “afeminados” como ella dice, pero eso no le importa. Es enfermizo que la candidata use su propio rol de género asignado “femenino” como un insulto negativo. Como educar requiere paciencia y apostar porque haya un cambio de comportamiento nos podría llevar por lo menos una campaña más, me referiré de nuevo a lo que ha estudiado Elisabeth Badinter. La investigadora ha documentado que los hombres construyen su identidad a partir de lo que ella llama la Triple Negación: soy hombre porque no soy mujer, porque no soy homosexual y porque no soy débil (niño, niña). En las decenas de grupos de hombres con los que he trabajado las respuestas se repiten como promesa de campaña: siempre son las mismas.
¿Qué significa esto? Que socialmente mientras más se niegan estos tres conceptos como constitutivos de la identidad de los hombres, se es más hombre y mientras más la sociedad me identifique con ser mujer, homosexual o niño, entonces soy menos hombre. Y esto es lamentable porque la sociedad ha creado hombres castrados en lo que considera femenino, es decir, su emocionalidad, la posibilidad de contactar con su propia esencia y estar abierto a las necesidades de las otras personas y de brindar cuidado.
Para la señora Torres que un hombre sea femenino es malo. ¿Tiene el valor de decírselo a los hombres que asumen el cuidado de otras personas (enfermas, niñas, niños, de la tercera edad)? ¿Tiene valor señora Torres de decirles a los hombres que son afeminados porque cumplen con las tareas de casa? ¿Tiene el valor de decirles afeminados a los hombres que construyen relaciones emocionales estables con sus parejas y familias? ¿Tiene el valor de decirles afeminados a todos los hombres que disfrutan y crean arte, música o que cuidan de su cuerpo? Eso es ser femenino y no la pantomima que habita en la cabeza de la señora Torres.
Vivir del miedo
La fórmula del miedo: prejuicios, ignorancia y fantasía da como resultado estereotipos y discriminación. El miedo es como un virus que se riega y deja la duda regada. Así aparece por ejemplo en El virus del miedo, una película de Ventura Pons, y es así como Sandra Torres intenta hacer de las personas LGBTIQ+ un demonio.
En las fantasías de la candidata vitalicia, las personas LGBTIQ+ tienen poderes sobrenaturales para cambiar la identidad de género o la orientación sexual de las personas. A las personas LGBTIQ+ no le interesa hacer pasar por tratos crueles e inhumanos a niñas, niños y adolescentes como si fueran las torturas de conversión, mal llamadas “terapias”. Una información básica e importante es que ni la identidad de género ni la orientación sexual se puede heredar o forzar.
Uno puede no estar de acuerdo con la orientación sexual de las otras personas y puede emitir opinión formada, con conocimiento o puede conjeturar con base en su propia ignorancia y esto último es lo que hace la señora Torres testarudamente. Es evidente que su discurso sobre estos temas es electorero y superficial. Ojalá esta sea la última vez que una campaña política tenga a la señora Torres como protagonista.