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Diseño La Hora

José Manuel Fajardo Salinas
Académico e investigador UNAH
Profesor Visitante Universidad de Panamá

 

Desarrollando la asignatura Teoría de la Ciencia, discutíamos con estudiantes universitarios qué sentido tendría asignar la redacción de un ensayo de investigación como actividad evaluativa si ahora existe ChatGPT. Cualquiera de ellos podía pedir a este servicio de inteligencia artificial un ensayo con determinada cantidad de palabras, con las referencias APA en su última versión, y sobre el más intrincado tema, para cumplir con la asignación. En otras palabras, nuestra conversación cuestionaba la gestión del conocimiento en lo más cotidiano de la vida universitaria: las actividades de enseñanza y aprendizaje.

Partiendo de esta inquietud, que está suscitando discusión en distintos espacios académicos y que se ha manifestado en restricciones al uso de este tipo de recursos de inteligencia artificial en las ejercitaciones cotidianas de la Educación Superior, quiero aprovechar la reflexión brindada por una mujer alemana que a mediados del pasado siglo pensó su propio contexto histórico, y cuyas ideas nos resultan actuales pues tenemos la emergencia de nuevos estilos de totalitarismo que provocan consecuencias empobrecedoras para la vida humana. Como reza el título, me refiero a Hannah Arendt, de quien entiendo no gustaba aplicar para sí misma el calificativo de “filósofa” ya que creía que la Filosofía le había fallado a la humanidad, pues entretenida en disquisiciones de todo tipo, se había olvidado de su labor más invaluable: orientar la oportunidad de vivir que tenemos los seres humanos.

De este modo, y con un carácter rebelde a toda forma de sujeción, Arendt invita a meditar nuestra época desde una rica variedad de miradas en obras como Los orígenes del totalitarismo (en tres volúmenes,1951), La condición humana (1958), Sobre la revolución (1963), Hombres en tiempos de oscuridad (1968), Acerca de la violencia (1970), Crisis de la República (1975); a través de esta producción intelectual hay una original fundamentación antropológica de la crítica política que plantea una pregunta relacionada con los argumentos iniciales de este escrito: ¿cómo hacer posible que el ser humano no sea superfluo? (en otras palabras, ¿dónde queda el ser humano si la inteligencia artificial puede realizar labores académicas o de otros tipos de modo más rápido y eficiente?) Para responder a esto, y conectar especialmente con la incertidumbre que produce la emergencia de la inteligencia artificial en el mundo educativo, retomo tres aportes conceptuales de la pensadora alemana y ofrezco una conclusión a continuación.

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En principio, Arendt argumenta el porqué del totalitarismo y lo relaciona con la falta de identidad. Habiendo vivido de modo tan cercano la experiencia de la Alemania nazi, esta pensadora judía supo comprender que en una sociedad donde los individuos se sienten solos es fácil el aparecimiento de formas de mesianismo o de pseudo liderazgos que con discursos o muestras de poder podían convencer a las masas de su credo político. En su caso, Alemania había quedado sumamente postrada y humillada luego de la Primera Guerra Mundial, lo cual favoreció un caldo de cultivo apto para que los sujetos sociales acudieran al llamado de alguien que les prometía recuperar el orgullo alemán (la película “El huevo de la serpiente” dirigida por Ingmar Bergman en 1977 exhibe estéticamente ese ambiente histórico). Es decir, en las situaciones límite, cuando la modernidad no cubre la cuota de orden y progreso prometida como ideal de la época, los individuos se sienten desconfigurados, sin fuerza en sus lazos sociales, y por tanto, son víctimas de la manipulación por debilitamiento de su propia identidad.

En segundo lugar, y desde las condicionantes de la anterior formulación, Arendt propone una forma sumamente inteligente de entender la acción humana y así evitar la pérdida de identidad. Ella habla entonces de tres modos de actividad: el trabajo, como modo de satisfacer las necesidades vitales (las que están en la base de la pirámide de Maslow), como el comer o el beber, para las cuales se producen bienes de consumo inmediato; otro tipo de actividad es la fabricación, con la cual se elaboran objetos de uso duradero: casa, auto, instrumentos en general (se usan pero no se consumen); y para terminar, el tipo de actividad clave: la acción, en la cual el ser humano es libre y cultiva libertad con los demás, es el dinamismo de la cultura, de la política, del esparcimiento, de vivir lo más auténtico de la condición humana.

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Y en tercer lugar, Arendt profundiza en la naturaleza humana entendiendo que somos seres de iniciativa y ello es lo que puede establecer la gran diferencia para el futuro humano. Como se dijo en el párrafo previo, es solo entendiendo al ser humano desde el tercer tipo de actividad (la acción), donde se despliega la máxima riqueza y soberanía de lo humano, pues no se vive como esclavo del trabajo o de la fabricación, ya que se realizan actividades de estos dos tipos, pero supeditadas a favorecer la acción libre, la iniciativa y la creatividad humana. Cuando la humanidad da primacía a este tipo de actividad es imposible que el ser humano sea superfluo o sustituible, ya que se auto valora y no vive subordinado a una funcionalidad mecánica; esto a la vez, es el mejor antídoto para cualquier clase de totalitarismo, sea político o cultural, pues hay una identidad sólida de respaldo.

Como conclusión, y recordando las palabras de un colega teólogo brasileño que me expresaba lo potente que le resultaba leer a Hannah Arendt por lo recio y consistente de su discurso, digo que la inquietud sobre el peligro de considerar al ser humano como superfluo ha tenido algún principio de respuesta con esta secuencia de pensamientos. Además, quiero comentar que la revisión de estas ideas ayuda a entender el lugar del trabajo académico como un esfuerzo de no oposición a las riquezas que ofrece la era tecnológica, sino un estímulo a incentivar nuevas maneras de celebrar los procesos de enseñanza y aprendizaje, gerenciando un estilo de conversión de la información en conocimiento que escape del tradicional trabajo memorístico o repetitivo, y salte inteligentemente a la capacidad de analizar y sintetizar de modo original y humano los datos que la inteligencia artificial puede ofrecer, ello a fin de demostrarnos nuestra valía, generando humanidad en cada ejecución con una altura y profundidad que ningún programa informático es capaz de igualar o superar.

 

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