El presidente francés Emmanuel Macron
El presidente francés Emmanuel Macron anunció inversiones extranjeras por 13.000 millones de euros. Foto La Hora: AFP.

Mil millones de euros para una empresa, cinco mil millones para otra. Los anuncios de inversiones públicas y privadas para industrias del futuro se multiplican en Europa, pero ¿serán suficientes frente a la feroz competencia de China y Estados Unidos?

En la conferencia anual Choose France de mediados de mayo, el presidente francés Emmanuel Macron anunció inversiones extranjeras por 13.000 millones de euros.

A inicios de año el fabricante estadounidense de chips Wolfspeed anunció una inversión por 2.000 millones de euros para construir una fábrica de semiconductores en Alemania y el grupo sueco de baterías eléctricas Northvolt confirmó este mes la instalación de una megafábrica, también en Alemania.

«Lo más probable es que Francia y Alemania ofrecieron importantes ayudas», estima Olivier Lluansi, especialista en cuestiones de soberanía industrial de la firma PwC.

Para atraer a las industrias del futuro, necesarias para la transición energética, Estados Unidos ya ha movilizado cientos de miles de millones de euros a través del Inflation reduction act (IRA), un plan masivo de subvenciones, lanzado el año pasado. China no se queda atrás con su plan «Made in China 2025».

Frente a eso, la Comisión Europea presentó en marzo un proyecto de ley para una industria con cero emisiones de gases de efecto invernadero.

En abril, el Parlamento Europeo y los países miembros de la UE también adoptaron el «Chips Act», cuyo objetivo es desarrollar la industria de los semiconductores.

Sin embargo, los números hablan por sí solos. Si se toman los chips electrónicos, para 2026 Estados Unidos tendrá una capacidad de inversión de 167 mil millones de dólares, según un comunicado de la firma estadounidense Everstream. Muy por delante de los 43.000 millones de euros de inversiones del «Chips Act» para 2030.

– «A cuchillo» –
Otros países también están metiendo la mano en los bolsillos para atraer a multinacionales, como Canadá, que concederá cerca de 9.000 millones de euros en subvenciones al grupo automovilístico alemán Volkswagen, para una fábrica de baterías eléctricas.

Para Hendrik Abma, presidente de la asociación europea de la industria de semiconductores, el «Chips Act» europeo es «una señal positiva, que muestra que Europa se ha dado cuenta de la importancia de los semiconductores para la revolución verde».

Pero, señala, no debemos olvidar otras condiciones, entre ellas una simplificación de los procesos administrativos. Un sentimiento que comparte la asociación europea de fabricantes de baterías Upcell Alliance.

«La gran mayoría de los fabricantes europeos de baterías dicen que quieren desarrollarse en Europa, pero que el apoyo que ofrece Estados Unidos es tan interesante que no lo pueden ignorar», subraya Claude Laperiere, presidente de UpCell.

Pese a esto, Europa tiene todavía tiene una carta que jugar, opina Gilles Moreau, vicepresidente de UpCell y cofundador de Verkor, una empresa emergente francesa especializada en baterías con bajas emisiones de carbono. «Tenemos una historia industrial innovadora. Y Europa puede hacer la diferencia sobre la noción de economía circular», estima.

En cualquier caso, «nos encaminamos hacia otro modelo de sociedad: pasaremos de un modelo basado en el consumo de masas a un modelo que girará en torno a las nociones de medioambiente y soberanía», cree Olivier Lluansi.

«Nuestro modelo debe ser capaz de desbloquear rápidamente recursos, privados o públicos, para hacer este cambio».

En otras palabras, «la batalla es a cuchillo entre China, Estados Unidos, Europa, nadie se hará regalos», resumió hace unos días el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire.

 

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