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Durante el solsticio de verano, la luz del sol cae directamente sobre los templos mayas. Foto: Rony Juarez / Ministerio de Cultura y Deportes / La Hora

El solsticio de verano, el día más largo del año, tuvo lugar el pasado viernes 20 de junio y en Guatemala, para los pueblos mayas, no es solo un evento astronómico, sino un momento espiritual de renovación, agradecimiento a la vida y conexión con la energía del sol.

Según el documento Paquimé. Influencia del Pensamiento Matemático y Astronómico Mesoamericano, en el sitio researchgate, los mayas construyeron observatorios y centros ceremoniales alineados con el movimiento solar, utilizando ejes perpendiculares para marcar salidas y puestas del sol, aunque su geometría precisa aún es desconocida. Estas construcciones, como templos o altares, buscaban comprender la circulación del tiempo, crucial para definir fechas propicias para sembrar o cazar.

El mismo sitio cita a Ávila (2002), quien evidencia que los edificios ceremoniales solían orientarse hacia los puntos cardinales y se organizaban alrededor de amplios espacios abiertos.

Sin embargo, otros centros se alineaban según los ejes solsticiales y equinocciales, es decir, en función de la salida o puesta del sol en días específicos del año, como ocurre en los observatorios de Uaxactún (Guatemala), El Caracol en Chichén Itzá y Teotihuacán.

El solsticio se produce cuando el sol alcanza su punto más alto en el cielo al mediodía, marcando el inicio del verano en el hemisferio norte. Esta fecha también marca el día más largo del año y el comienzo astronómico del verano en el hemisferio norte. Aunque se celebra entre el 20 y 23 de junio, en Guatemala suele conmemorarse el 20. En esos días, se realizan ceremonias ancestrales y rituales mayas en sitios arqueológicos y espacios mayas sagrados.

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Rituales sagrados mayas se realizan durante el solsticio de verano. Foto: Ministerio de CUltura y Deportes

Según el sitio Mayatecum, los mayas eran expertos astrónomos. Para ellos, la observación del sol, la luna y otros astros era clave para comprender la vida, las cosechas y los ciclos del tiempo. Su cosmovisión cíclica les permitió identificar fenómenos como el solsticio, al que llamaron Saq’Q’ij’ en idioma maya k’iche’, que significa “días blancos, claros, luminosos”: el día de la quietud del padre sol.

Cada año, el sol viaja hasta su punto más alejado, lo que permite fenómenos sorprendentes en muchas ciudades mayas, ya que fueron construidas en latitudes estratégicas. En sitios como Chichén Itzá, Yaxhá o Uaxactún, es posible ver cómo el sol cae justo sobre los templos, iluminando caras específicas de las pirámides y generando asi un juego de luz y sombra que simbolizan la presencia de seres sagrados, como en Chichén Itzá en donde la luz del sol crea la ilusión óptica, en la pirámide de Kukulkán, de la serpiente emplumada que parece descender por la estructura específicamente en horas previas al atardecer, este es el evento más notorio.

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Salida y puesta del Sol en el observatorio de Uaxactún. Foto: Researchgate

Estos eventos eran, y siguen siendo, interpretados como momentos de fertilidad, abundancia y equilibrio. Por ello, los pueblos originarios realizan ceremonias que inician en los hogares y culminan en lugares sagrados. Las personas encienden fuegos ceremoniales, llevan flores, instrumentos tradicionales, y ofrecen plegarias al sol de la mano de guías espirituales

En Guatemala, el solsticio se celebra  en sitios como Kaminaljuyú, Iximché, Tikal o Mixco Viejo. De acuerdo con el Ministerio de Cultura y Deportes, los guías espirituales mayas realizan rituales, bendiciones y ofrendas, en los que se honra al sol y se agradece a la naturaleza por la vida, el alimento y la energía.

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Ceremonia maya en Kaminaljuyú: el solsticio de verano se celebra con ofrendas, cantos y conexión ancestral. Foto: Ministerio de Cultura y Deportes.

El medio la Gazeta, también destaca la importancia de la astronomía para los mayas, quienes veían a los cuerpos celestes como abuelos y a la naturaleza como parte de su linaje espiritual. Las estrellas, el sol, la luna y los planetas no solo guiaban sus calendarios, sino su forma de vivir.

Además, este día tiene un sentido práctico para los agricultores mayas. Se dice que durante el solsticio suelen abonar la tierra y eliminar maleza para que sus cultivos absorban mejor la energía solar y crezcan con fuerza.

Aunque Guatemala no marca sus estaciones como otros países, solo distingue entre época seca y lluviosa, el solsticio sigue siendo motivo de celebración. En comunidades mayas, este día es una fiesta de alegría, gratitud y conexión con lo ancestral, quienes visitan los distintos sitios y templos mayas para celebrar este día.

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El sol se alinea con el templo en el solsticio de verano, un momento especial para honrar la vida y la energía de la naturaleza. Foto: Rony Rodriguez
Marielos Maza
Licenciada en Comunicación y Diseño por la Universidad Galileo. Me intereso en temas de no ficción e historias reales. Actriz de teatro musical en tiempos libres. Considero que es importante valorar y celebrar los pequeños grandes logros desde que inician como un sueño hasta ser una realidad.
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