
Estudios demuestran que los adolescentes que duermen más y se acuestan temprano tienden a desarrollar mejores habilidades mentales y a obtener un mayor rendimiento en pruebas cognitivas. Esto es lo que se sabe.
Según un artículo publicado en el sitio web de la Universidad de Cambridge, estudios del Reino Unido y China han demostrado que adolescentes que duermen más tiempo y desde una hora más temprana a otros tienden a tener una función cerebral mejorada influenciando en su rendimiento.
Expertos aseguran que el sueño cumple una función fundamental en el funcionamiento del cuerpo, ya que durante el descanso se eliminan toxinas acumuladas en el cerebro y se fortalecen las conexiones neuronales. Esto favorece la memoria, el aprendizaje y, en consecuencia, mejora las habilidades cognitivas para resolver problemas, además de estimular el sistema inmunológico, convirtiéndose en una pieza clave para la salud mental.
En una publicación de The Guardian US, se dio a conocer un estudio realizado con más de 3,000 estudiantes, el cual reveló que quienes dormían más tiempo obtenían mejores resultados en lectura, vocabulario, resolución de problemas y pruebas de lógica. El estudio comprobó que aquellos que durmieron, en promedio, 15 minutos más que sus compañeros obtuvieron puntuaciones más altas.
Según la Academia Americana de Medicina del Sueño, los adolescentes de entre 13 y 18 años deben dormir entre ocho y diez horas por noche. Por su parte, la Universidad de Cambridge señala que durante la adolescencia los patrones de sueño cambian: los jóvenes tienden a acostarse más tarde, duermen menos y alteran sus relojes biológicos, justo en un periodo crucial para el desarrollo cerebral y cognitivo.
IMPORTANCIA DE EL SUEÑO EN LA ADOLESCENCIA
Si bien la higiene del sueño es fundamental, también es importante comprender otros aspectos clave, como las fases del sueño, que deben respetarse para garantizar un descanso reparador.
Cuando esto no se prioriza, muchos adolescentes se ven obligados a levantarse temprano para asistir a clases, acumulando fatiga. Incluso intentar recuperar el sueño durante los fines de semana puede resultar insuficiente. Por eso, es esencial establecer y cumplir horarios regulares de sueño. Aunque dormir es una actividad diaria, con frecuencia no se le da la importancia que merece, a pesar del fuerte impacto que tiene sobre el funcionamiento cerebral y cognitivo, tanto en la adolescencia como en la vida adulta.

LOS ESTUDIOS
Estudios realizados por la Universidad de Cambridge y la Universidad de Fudan, en Shanghái, analizaron los hábitos de sueño de los adolescentes utilizando datos del Estudio de Desarrollo Cognitivo del Cerebro Adolescente (ABCD, por sus siglas en inglés), el mayor estudio a largo plazo sobre desarrollo cerebral y salud infantil en Estados Unidos. Esta metodología permitió evitar el uso de autoinformes, que suelen ser inexactos.
Los investigadores identificaron tres grupos de adolescentes según su promedio de sueño. El primer grupo, que representó al 39% de los participantes, durmió un promedio de 7 horas y 10 minutos por noche. El segundo, un 24%, durmió 7 horas y 21 minutos, mientras que el tercer grupo, que representó al 37%, durmió en promedio 7 horas y 25 minutos. Aunque no se encontraron diferencias significativas en el rendimiento escolar general, sí se observaron ventajas en las pruebas cognitivas como vocabulario y resolución de problemas favor del tercer grupo, que durmió más tiempo.
Los resultados demostraron que, aunque las diferencias en la cantidad de sueño entre los grupos eran mínimas de apenas unos minutos, el impacto era notable. Los adolescentes que descansaron más no solo resolvían tareas con mayor facilidad, sino que también mostraban un mejor desempeño cognitivo en general, lo que refuerza la importancia de mantener una buena rutina de sueño.
Además, se evaluó la frecuencia cardíaca de los participantes, encontrándose que el grupo que durmió más (grupo tres) tenía una frecuencia más baja, mientras que el grupo con menos horas de sueño (grupo uno) presentó una frecuencia más alta. Según el mismo estudio, una frecuencia cardíaca baja durante el sueño es un indicador de buena salud, mientras que las frecuencias elevadas suelen estar asociadas con un sueño inquieto, somnolencia diurna y despertares frecuentes.
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