
Aunque por generaciones se ha pensado que lavar el pollo antes de cocinarlo es un paso indispensable para su limpieza, las autoridades sanitarias advierten que esta práctica no solo es innecesaria, sino que puede aumentar el riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos. El Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) coinciden: el agua no elimina bacterias peligrosas, y la cocción a temperatura adecuada es el método seguro para destruirlas.
EL PELIGRO INVISIBLE EN LA COCINA
Al poner el pollo bajo el grifo, las salpicaduras pueden transportar microorganismos como Salmonella y Campylobacter a manos, utensilios, superficies e incluso a otros alimentos. Según estudios de la OMS, las bacterias sobreviven en el fregadero y zonas cercanas, aumentando el riesgo de contaminación cruzada. Esto significa que, lejos de limpiar la carne, se está esparciendo el problema.

CAMPYLOBACTER: LA BACTERIA MÁS COMÚN EN GASTROENTERITIS
La OMS señala que Campylobacter es una de las principales causas de diarrea en el mundo. Aunque en la mayoría de los casos provoca cuadros leves, puede ser mortal en niños pequeños, adultos mayores y personas con defensas bajas. Los síntomas incluyen diarrea (a veces con sangre), fiebre, dolor abdominal y vómitos, y pueden derivar en complicaciones graves como artritis reactiva o síndrome de Guillain-Barré.
SALMONELLA Y OTROS RIESGOS ASOCIADOS
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) advierten que aproximadamente 1 de cada 25 paquetes de pollo en supermercados está contaminado con Salmonella. Esta bacteria puede causar fiebre alta, diarrea severa y dolor abdominal, siendo especialmente peligrosa para personas con sistemas inmunológicos comprometidos.
LA FORMA CORRECTA DE MANIPULAR EL POLLO
Las autoridades sanitarias recomiendan no lavarlo. En su lugar, se puede retirar la humedad con toallas de papel desechables y cocinarlo hasta alcanzar una temperatura interna de 73 °C (165 °F). Es fundamental lavarse las manos antes y después de manipularlo por lo menos durante 20 segundos, usar tablas de cortar separadas para alimentos crudos y cocidos, y desinfectar utensilios y superficies con agua caliente y jabón.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) recuerda que la mayoría de los brotes de enfermedades transmitidas por alimentos están relacionados con errores en su manipulación. Cambiar la costumbre de lavar el pollo puede parecer un detalle menor, pero es una medida efectiva para evitar que bacterias peligrosas se extiendan en la cocina y pongan en riesgo la salud de toda la familia.
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