El tráfico en la Ciudad de Guatemala se ha convertido en parte de la rutina de miles de personas que a diario invierten horas para llegar a su destino. El estrés que provoca estar atrapado en una vía congestionada no solo desgasta físicamente, sino también afecta la salud emocional, incrementando la ansiedad y la frustración.
Los embotellamientos prolongados generan una sensación de impotencia y pérdida de control que puede escalar hacia conductas impulsivas, irritabilidad y, en casos más graves, afectar la salud mental a largo plazo.
La psicóloga clínica Renata López explicó que la exposición diaria a esta situación eleva los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y contribuye a que las personas tengan menos tolerancia a la frustración y en otras áreas de su vida.
RECONOCER LOS EFECTOS DEL TRÁFICO EN LA MENTE
López indicó que muchas veces no se habla de los impactos emocionales que genera el tráfico, ya que se asume como parte inevitable de la vida en la ciudad. Sin embargo, normalizar estos niveles de estrés puede tener consecuencias negativas.
“Estar expuesto todos los días a embotellamientos genera irritabilidad, problemas de concentración y un estado de ánimo decaído. El tráfico no solo roba tiempo, también afecta la calidad de vida y puede derivar en síntomas de ansiedad o depresión”, explicó.
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CONSEJOS PRÁCTICOS PARA REDUCIR EL ESTRÉS
Aunque no se pueden evitar los congestionamientos, sí es posible hacer más llevaderos los traslados con algunos cambios de hábito. López recomienda organizar mejor los tiempos de salida para reducir la presión por llegar tarde, escuchar música relajante o pódcast que aporten contenido positivo, practicar técnicas de respiración profunda durante el trayecto y evitar discusiones con otros conductores.
Estas medidas, aunque sencillas, ayudan a disminuir la tensión y a mantener la calma frente a situaciones que escapan del control personal.
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ALTERNATIVAS FUERA DEL VOLANTE
Además de las estrategias emocionales, la psicóloga sugiere considerar opciones prácticas que reduzcan la exposición al tráfico. Entre ellas menciona el uso de transporte compartido, los traslados en bicicleta o el teletrabajo, en los casos en que sea posible. Cualquiera de estas alternativas no solo beneficia a la persona, sino que también ayuda a descongestionar la ciudad.
SALUD MENTAL COMO PRIORIDAD
Para López, lo más importante es que las personas reconozcan que el tráfico no debe asumirse únicamente como un problema de movilidad, sino como un factor que afecta directamente la salud mental. “Mientras no podamos cambiar de inmediato la realidad vial, sí podemos transformar la forma en que la enfrentamos. Hacer pequeños ajustes en nuestros hábitos y priorizar el bienestar emocional es clave para no dejar que el tráfico nos consuma”, puntualizó.