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Los avances en ciencia y tecnología han resultado en profundos aumentos en la calidad de vida y la salud de las personas en todo el mundo, y todos los indicadores sugieren que continuarán haciéndolo a largo plazo. 

¿Cuáles son las dificultades de comunicación entre el mundo científico, el profesional de la salud y el público?

En reconocimiento a estas contribuciones, el público en general tiene en alta estima a los científicos y su trabajo, y la ciencia y la tecnología se han beneficiado de un importante apoyo financiero y de otras formas de apoyo público. Existen, por supuesto, ejemplos de casos en los que la relación entre la ciencia y la sociedad ha experimentado importantes turbulencias a lo largo de los años, a menudo cuando los hallazgos científicos entran en conflicto con las creencias religiosas, los valores humanos fundamentales y las opiniones arraigadas, o cuando la ciencia emergente plantea cuestiones éticas o políticas que la ciencia por sí misma no puede responder. Un ejemplo claro lo tenemos con el manejo de basuras. Sin embargo, en general, la relación ha sido positiva.

Esta relación íntima y de apoyo mutuo entre ciencia y sociedad, impone a los científicos y profesionales de la salud, como a los ciudadanos, la responsabilidad de compartir los resultados de su trabajo con el público en general para que puedan aprovechar sus beneficios lo antes posible.

En el área de la salud son especialmente los médicos, los que hacen esta labor y lo triste del caso es que, comunicar eficazmente la ciencia al público, resulta más difícil de lo que parece a primera vista, especialmente cuando el clínico tiene que trabajar con alto número de pacientes en una jornada laboral o el salubrista es un “apaga incendios” como sucede en nuestro medio. 

Las personas se comunican sobre ciencia por diversas razones, no existe un único público para la información científica y los contextos sociales que rodean las diferentes cuestiones científicas pueden variar considerablemente. Los enfoques de comunicación, deben adaptarse para reflejar las circunstancias imperantes y eso demanda en primer lugar de una adecuada comunicación entre científicos, clínicos y salubristas y luego de estos con poblaciones e individuos. Además, la complejidad de los métodos científicos y las formas en que la ciencia avanza, también pueden dificultar considerablemente la comunicación de la ciencia al profesional de la salud y al público.

Empecemos por la relación médicos científicos ¿cuáles son las dificultades?

Primero tenemos que entender que médicos y científicos, aunque ambos se dedican al avance de la salud, operan en mundos muy diferentes con objetivos, prioridades, y lenguajes distintos.

Al hablar de enfoques y prioridades médicas, debemos entender que estas se centran en el paciente individual y la aplicación práctica del conocimiento para diagnosticar y tratar enfermedades. Su enfoque es la inmediatez y el impacto directo en la vida de una persona. 

Los científicos, por otro lado, se dedican a la investigación fundamental, a menudo explorando mecanismos biológicos o moleculares y fisiológicos y funcionales sin una aplicación clínica inmediata. Su objetivo principal es la generación de nuevos conocimientos, lo cual puede tomar años o incluso décadas antes de tener relevancia clínica.

El otro problema es el lenguaje y terminología: El lenguaje que usan es diferente. Los médicos emplean una terminología clínica y de tratamiento, mientras que los científicos utilizan un lenguaje muy específico y técnico de laboratorio, lleno de jerga molecular y estadística compleja. Esta falta de un idioma común puede llevar a malentendidos y frustraciones.

El ritmo de trabajo es otro gran obstáculo. Un médico toma decisiones rápidas en la consulta diaria, mientras que el proceso científico es intrínsecamente lento, con largos periodos de experimentación, análisis de datos y publicación de resultados que puede llevar años. Un artículo científico, que puede ser la culminación de años de trabajo, puede ser visto por un médico como un texto demasiado denso y con poca utilidad inmediata y sobre todo chocar con su experiencia.

Las recompensas y reconocimientos también difieren. La carrera de un médico se basa en el éxito clínico, el número de pacientes atendidos y la reputación en la comunidad médica y pública. La carrera de un científico se basa en el número y la calidad de sus publicaciones, la obtención de subvenciones y el reconocimiento de sus colegas en la academia. 

Estas prioridades divergentes señaladas no incentivan la colaboración fluida.

Qué impacto tiene esa mala comunicación 

Puede verse en varios aspectos:

Lenta Aplicación de Descubrimientos: Los hallazgos prometedores en el laboratorio, pueden tardar en llegar a la solución más efectiva de los problemas de pacientes y poblaciones.

Investigación Irrelevante: Los científicos a veces pueden investigar problemas que no son las prioridades más urgentes para los pacientes ni para el tipo de enfermedades de la comunidad, simplemente porque no tienen una comprensión directa de las necesidades clínicas de los profesionales o en muchas ocasiones al no existir esa comunicación adecuada, al descubrimiento o hallazgo científico nadie le ve su aplicación inmediata.

Falta de Confianza. Con la mercantilización de la medicina y la investigación, la desconfianza ha surgido en los gremios de los profesionales de la salud y muchos médicos perciben algunas investigaciones como «teórica» y poco práctica, o cuando un científico siente que su trabajo no es valorado por los clínicos y viceversa.

Es cierto que muchos médicos no siguen la evidencia científica

La medicina basada en la evidencia (MBE) surgió a principios de la década de 1990 y se definió inicialmente como “una combinación del uso explícito, riguroso y juicioso de la mejor evidencia actual, la experiencia clínica del médico y las preferencias y la situación del paciente al tomar decisiones clínicas para el cuidado personal”. Se considera en la actualidad, un enfoque clínico indispensable que influye significativamente en la prestación de servicios de salud. 

Cada médico general y especialista, cada salubrista, navega a través de miles de decisiones clínicas y epidemiológicas que abarcan diagnósticos, manejo de pacientes, incidencia y prevalencia de enfermedades, causas y determinantes pronósticos de salud cada año. Las investigaciones al respecto del uso adecuado de la MBE difieren, pero es muy significativo que alrededor del 30% de clínicos en países desarrollados no se adhiere a enfoques basados en evidencia e incluso se estima que mucho más de esa cifra no hace un uso adecuado o desconoce las fuentes de documentación adecuada de MBE.

Tenemos que ser claros en lo que es el uso de la MB en la práctica médica. Si bien la MBE es un componente crucial de la toma de decisiones clínicas y salubristas, la medicina sigue firmemente arraigada en la relación médico-paciente enfermedad-población y en esa relación existe una ética humanística y consideraciones contextuales que la ciencia y el hallazgo científico no considera. Esto sugiere que, si bien la MBE proporciona información valiosa, puede no estar completamente alineada con las complejas realidades de la epidemiología, la cultura y la ecología de un lugar y por consiguiente de la práctica médica de un lugar.  

Por consiguiente, en un medio como el nuestro, es probable que un número muy significativo de médicos basen su práctica en la intuición y en conversaciones con colegas, expertos, representantes farmacéuticos y pacientes y que los salubristas se sientan inclinados más hacia la curación que hacia la prevención y previsión. Es indudable que dada la diversidad de nichos sociales y ecológicos que en la actualidad se manejan, el manejo de enfermedades y pacientes, están llenas de complejidades e incertidumbres y entonces, los entornos comunitarios presentan desafíos significativos tanto para la investigación como para la atención.

Soluciones más concretas

El centro de una comunicación adecuada médico-científico debe ser la comunicación científica y en ella, cada uno debe imponer exigencias muy diferentes y concretas a los conocimientos y habilidades de ambos como comunicadores científicos. Sus audiencias demandan de un enfoque propio y distintivo que significa varias cosas:

Simplemente compartir los hallazgos y el entusiasmo por la ciencia. Eso significa reflexionar, analizar y concluir: Razonamiento crítico. La mayoría de egresados actuales tanto científicos como médicos tienen deficiencia en este aspecto.

Aumentar la apreciación de la ciencia como una forma útil de comprender y desenvolverse en el mundo moderno. Este objetivo presupone que las personas que tienen más conocimientos y se sienten más cómodas con la ciencia, estarán más dispuestas y serán más capaces de utilizar el conocimiento científico en su vida cotidiana. Esta suposición aún no se ha comprobado plenamente.

Aumentar el conocimiento y la comprensión de la ciencia relacionada con un tema específico. En este caso, los salubristas o profesionales de la salud dedicados a la práctica salubrista, son los que deben buscar informar o educar a los centros científicos sobre sus necesidades relevantes y su importancia para el tema de ciencia.

Influir en las opiniones, el comportamiento y las preferencias políticas de las personas. Este objetivo cobra relevancia cuando la evidencia demuestra claramente que algunas decisiones o políticas, tienen consecuencias más positivas para la salud de un individuo y pública o alguna otra preocupación social. Esto significa no solo profundidad en lo que se hace sino en cómo mejor hacerlo y volverlo más eficiente y en esto la comunicación con el mundo político es fundamental.

Interactuar con diversos grupos para que sus perspectivas sobre la ciencia, relacionadas con cuestiones sociales importantes, se tengan en cuenta al buscar soluciones a los problemas sociales que afectan a todos. Alcanzar este objetivo requiere comprender las preocupaciones de cada grupo y trabajar juntos para encontrar soluciones aceptables; por ejemplo, identificando preguntas de investigación importantes que los científicos deberían explorar más a fondo. El médico muchas veces se olvida de la docencia y la investigación y dedica su tiempo solo al servicio.

Y cómo se pueden obviar esas dificultades de la relación

Para mejorar esta relación, se necesitan iniciativas que fomenten la colaboración desde el inicio de la formación académica del profesional, como programas de formación dual (médico-científico) y plataformas que promuevan la comunicación y el entendimiento mutuo.

Causas de la no aplicación de la evidencia científica

Las razones por las que un médico puede no seguir las últimas evidencias científicas son diversas y complejas:

  • Sobrecarga de información: La cantidad de investigación médica que se publica a diario es inmensa. Es casi imposible para un solo profesional mantenerse al día con todos los nuevos estudios y hallazgos relevantes para su especialidad.
  • Falta de tiempo: Los médicos están bajo una gran presión de tiempo. Las consultas son cortas y a menudo se centran en el tratamiento inmediato, dejando poco o ningún tiempo para buscar, leer y analizar artículos científicos durante la jornada laboral.
  • Resistencia al cambio: Los profesionales de la salud, al igual que cualquier persona, pueden ser reacios a cambiar prácticas arraigadas que han utilizado con éxito durante años, incluso si la nueva evidencia sugiere un enfoque diferente.
  • Conflictos entre evidencia y experiencia clínica: La medicina basada en evidencia, busca complementar la experiencia clínica del médico con los hallazgos de la investigación, pero a veces surge un conflicto. Un médico puede haber tratado a muchos pacientes con éxito, usando un método que no está respaldado por los últimos estudios, lo que genera dudas sobre la aplicabilidad de la evidencia a su situación particular.
  • Barreras de acceso: No todos los médicos tienen acceso inmediato a bases de datos de investigación de alta calidad o a las últimas revistas científicas, que a menudo son costosas o están en idiomas diferentes (como el inglés), lo que dificulta la búsqueda de información.
  • Evidencia no concluyente: La investigación científica a menudo presenta resultados contradictorios o no concluyentes, lo que hace difícil para un médico saber qué curso de acción es el mejor.
  • Falta de apoyo institucional: En muchos casos, los sistemas de salud no proporcionan el apoyo, la formación o los recursos necesarios para que los médicos implementen la medicina basada en evidencia de manera efectiva.

Consecuencias de no seguir la evidencia científica

Cuando no se aplican los hallazgos científicos, las consecuencias pueden ser graves y de gran alcance:

  • Atención subóptima: Los pacientes pueden recibir tratamientos que no son los más efectivos o seguros, lo que resulta en peores resultados de salud o un mayor riesgo de complicaciones.
  • Variabilidad injustificada: La falta de un estándar basado en evidencia, conduce a una gran variabilidad en la atención médica. Dos pacientes con la misma condición pueden recibir tratamientos muy diferentes dependiendo del médico que consulten.
  • Aumento de costos: La falta de adherencia a la evidencia puede llevar al uso de tratamientos más caros o a la repetición de pruebas innecesarias, lo que aumenta los costos para el paciente y el sistema de salud.
  • Desperdicio de recursos: El uso de tratamientos ineficaces o la no adopción de métodos probados, desperdicia recursos que podrían ser utilizados de manera más eficiente en otras áreas.
Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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