Foto La Hora / Envato - Por thichas
Qué ha pasado con la medicina

La medicina ha modificado la actividad humana. Cuenta cada vez más con el poder de trastocar la calidad de las etapas de la vida: desde la procreación, pasando por el nacimiento, la juventud, la vida adulta, la tercera edad, llegando hasta la muerte. Los médicos desde el parto hasta la muerte modifican comportamientos corporales y mentales y su papel crece gracias al genio desenfrenado y la creatividad de los científicos.

Luego que la humanidad adquirió gran dominio de su entorno, ahora sus ojos, esfuerzos y dinero, están puestos en controlar las fuerzas naturales que gobiernan la organización de su mundo orgánico corporal y mental. El hombre se acerca a ser hacedor de sí mismo. Más y lamentablemente su ciencia y su técnica por un bienestar mejor, enfrenta un avance muy rezagado de sus valores morales, poniendo en videncia como estos están siendo superados por un progreso técnico que demanda el mayor esfuerzo y tiempo del hombre en su uso y provecho, restándole valor a sus actuaciones sociales.

Los médicos no constituyen espectadores mudos o ciegos a ello y constantemente tienen que detenerse a examinar las consecuencias morales del progreso de la medicina y sus consecuencias y para eso existe una disciplina que les norma: la Ética.

Qué es la ética médica

Básicamente es un normativo de un comportarse. La ética médica se afana por definir las indicaciones y los límites de las nuevas herramientas de la vida y de la muerte puestas a disposición del médico. Desde hace dos siglos, se ha vuelto más que evidente que la definición de esta nueva moral profesional no se refiere sólo a acciones médicas de actuación sobre la salud y la enfermedad como fenómeno desde el principio y hasta el fin de la vida, sino también en actos elementales de la práctica médica diaria. Está entonces asociada poderosamente con la atención, tratamiento y recuperación del paciente.

Ligando actores en la ética médica y la investigación clínica

Podemos entender esto como una cadena de hechos desde la prescripción de un tratamiento seguido del uso de medicamentos que hace el paciente y esto con la industria y fabricación de medicamentos, que vive un constante crecimiento en medio de una franca y no siempre leal ni legal competitividad, teniendo ello el riesgo de arrastrar al médico y a los distribuidores públicos y privados, a playas de arena movediza. Rara vez se informa al público sobre este problema, aunque es un problema cotidiano.

El fin central de la terapéutica es contribuir al control de la enfermedad y esto va de la mano de evitar la toxicidad, que en potencia todo cuerpo extraño al organismo, como lo es un medicamento, puede causar al que lo ingiere. La ausencia de toxicidad o la menor de esta en lo que prescribe el médico, lo asegura la industria a través de un enfoque experimental de un estudio cuidadoso, que no siempre la industria lo realiza consciente o deliberadamente (falta a la ética) o lo informa al mundo médico con veracidad (falta de ética). Por otro lado, la investigación llamada “Farmacología Clínica” plantea también numerosos problemas éticos. Por ejemplo, no se puede probar un nuevo medicamento en un paciente, sin cumplir con las normas mundiales de investigación de fármacos establecidas. Primero porque no es admisible aprovecharse de la angustia humana, de la enfermedad, para realizar un experimento. Segundo porque no es permitido retirar a un paciente un medicamento activo (que hoy en día es común para muchas enfermedades) y sustituirlo por un producto cuya eficacia aún no ha sido demostrada y su uso debidamente autorizado. Por tanto, en el tema de investigación exige recurrir a voluntarios.

Cómo se trabaja con voluntarios

La experimentación con sujetos voluntarios, plantea considerables problemas morales. Los ensayos terapéuticos con voluntarios tienen como objetivo precisar respuestas de beneficios, toxicidad y dosis; en otras palabras: el método de prescripción útil y en cierta medida, la eficacia del producto. Sobre todo, es importante que el voluntario esté informado de los riesgos involucrados y haya dado libremente un consenso informado. Por lo tanto y en la actualidad, no pueden ser incluidos los sujetos que no tengan la integridad de su libre albedrío, ya sean menores de edad, presos, enfermos, sin plena lucidez o quienes reciben asistencia. Lamentablemente esta precaución obvia no siempre se respeta, ni siquiera en los países más desarrollados.

El voluntariado debe considerarse una acción de solidaridad humana. Lo que significa que la compensación por las molestias y los riesgos incurridos es normal, pero no un salario. La  mayoría de reglamentos y normas sobre salud, aunque no todas con la claridad que deberían tener, no permite el comercio ni con el cuerpo humano ni con productos que de ella se derivan, pero se hace. El principio de “gratuidad” del voluntario todavía no se respeta mucho y los hospitales y centro de investigación que lo siguen, a veces se ven privados de sus voluntarios si no son atraídos por el beneficio.

Tanto si el fármaco se prueba en un voluntario como si se estudia en un paciente (fase que se puede realizar después del estudio en voluntarios), vuelve necesario especificar su verdadera eficacia, lo que aporta objetivamente en comparación con otro fármaco y la sensación psicológica de bienestar que acompaña constantemente a lo que uno cree que es una medicina mejor, debe analizarse también. Esto debería ser tarea de los sistemas de salud y el médico ser informado al respecto, a través del sistema de salud y no del visitador médico o congresos de casas comerciales como actualmente se hace en muchas naciones.

Y el uso de placebo es ético en la investigación

Generalmente es necesario evaluar el fenómeno de cambio y beneficio de un producto utilizando un placebo. Es decir, un preparado que tiene el aspecto del fármaco estudiado, pero que no contiene principio activo. El uso de un placebo es moral, ya que tiene como objetivo definir un efecto terapéutico y mental. Pero el placebo no es legal cuando ya existe una medicación activa contra el mal y su tratamiento de la enfermedad que dice combatir comprobada. En este caso, el fármaco que se desea probar, debe compararse con un fármaco que ya existe.

Muchas otras cuestiones éticas se refieren a la investigación de fármacos. Algunas se refieren a aspectos previos, como la investigación de medicamentos para una enfermedad rara. Los medicamentos plantean innumerables problemas en los países del Tercer Mundo: la situación  e interés mezquino a veces prohíbe su distribución y se ve mal orientada bajo las narices del sistema de salud y de los colegios profesionales o bien la cultura local no sujeta a la libre competencia frustra o incluso se opone no solo a una metodología de prueba terapéutica por el sistema de salud sino con frecuencia por motivos de competencia comercial.

Pero debemos tomar conciencia de algo peor en cuanto a la comercialización de productos médicos sin ética: La práctica médica puede verse influenciada por muchos factores que se oponen al uso racional y ético del nuevo fármaco. El interés de estas cuestiones es considerable, pero tal vez sea razonable mencionar aquí un problema de gran magnitud cercano a nosotros que atañe a la moralidad de la prescripción terapéutica y, por tanto, a los prescriptores y a los pacientes.

La actualización médica, centro de la ética medicamentosa

Toda enfermedad incluye síntomas debidos a la alteración orgánica que provoca y síntomas adicionales de origen mental provocados por la representación mental de esta enfermedad. La importancia respectiva de los componentes orgánico y psíquico varía de un individuo a otro, dependiendo de los niveles culturales, emocionales, religiosos, cognitivos y quizás hereditarios. Un componente psicológico importante se mezcla con el daño corporal y conduce a la necesidad de buscar atención médica. El médico consultado no se limita a tratar lo orgánico como le enseñaron en la Universidad. Utiliza medicamentos que luego de una indagación cuidadosa y científica se sabe que son buenos y comprobados y esa selección debe ser libre de cualquier injerencia publicitaria o comercial y beneficios personales derivados. Falta de actualización debida, prescripciones rodeadas de beneficios personales al prescriptor son faltas a la ética.

El problema ético del paciente

Por lo general el médico sufre presiones del paciente en relación al tratamiento y si no existe un diálogo adecuado explicativo sobre este, eso puede conducir a errores y malas decisiones en que la ética puede verse comprometida. También constituye fuente de falta de ética de un paciente, cuando este oculta tratamientos de medicina alternativa o incumplimientos en el tratamiento establecido por su médico. Pero es falta de ética del médico, cuando satisface peticiones del paciente sin razón y por temor a perderle.

Otros aspectos a considerar

Suele decirse que en Guatemala el componente mental de una enfermedad es muy alto, de manera que la morbilidad y la mortalidad a pesar de ser muy parecida a la de otros países, en ellas el consumo de drogas es significativamente mayor. El exceso está, por tanto, vinculado al tratamiento de una mente que probablemente varía con el entorno. Esta situación plantea problemas morales médicos. ¿Es apropiado permitir que se desarrolle una situación que empeore el costo de la salud ya que los medicamentos mal usados significan altos costos estatales, privados y complicaciones? Estudios al respecto no existen y deberían realizarse ¿Es apropiado admitir que el diálogo entre el médico y el paciente está parcialmente oscurecido y construido sobre falta de información de ambas partes? Finalmente, ¿debemos aceptar que, al tratar a un paciente, un médico pueda actuar en contra de los principios de su formación?

Otros problemas éticos siguen teniendo que ver con la prescripción médica. La práctica de cualquier consulta médica se basa en un liberalismo que garantiza que cualquier médico puede elegir sin control alguno la estrategia que pretende seguir, tanto a nivel diagnóstico como terapéutico. Este dominio está totalmente en línea con la tradición hipocrática que era por derecho divino. Los tiempos han cambiado mucho. La medicina se ha convertido en una ciencia y la solidaridad asegura, en principio, la igualdad de todos los ciudadanos ante la enfermedad y su tratamiento y control. Por lo tanto, podríamos predecir lógicamente que las prescripciones médicas serían las mismas en casos idénticos. Que habría “estrategias” diagnósticas y terapéuticas en cada enfermedad aplicadas con equidad. Pero mentiríamos si dijéramos que lo correcto está sucediendo así y en esto se puede ver una falta de ética dentro del sistema.

En la actualidad asistimos a una práctica médica desenfrenada, con una práctica ética obedeciendo al conocimiento e interés del prescriptor, a la insistencia del consumidor y a altas presiones comerciales y financieras de los actores en los servicios de salud. Hay que encontrar una ética del acto médico que involucre a todos en el problema y si eso fuera correctamente realizado, se obtendría importantes ahorros, mejor calidad de prestación y mayor eficiencia de y en los tratamientos. Por tanto, la ética de la prescripción de medicamentos, depende de la ética de la formación de un adecuado funcionamiento del sistema de salud y no solo de la formación médica.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
Artículo anteriorEnfrentar la inseguridad vial
Artículo siguienteMéxico: Presidenta Claudia Sheinbaum niega conocer a abogado de Ismael «El Mayo» Zambada